Ayer en la mañana finalmente se lanzó NTV, el tan prometido canal cultural de Televisión Nacional de Chile con énfasis en los contenidos infantiles y familiares. Una promesa que data -importantísimo recalcar esto- desde el segundo mandato de Michelle Bachelet, en medio de una crisis gigante que afectó seriamente al canal estatal, y que el piñerato concretó, diríamos con franqueza, “a regañadientes”.
Pensemos que la posición de la derecha más dura era vender el 7.1, porque para ellos el camino de la privatización era lo más fácil, cuando han habido casos de grandes empresas que, sobre todo en tiempos pandémicos, apenas se pueden sostener, como sucedió el año pasado con el caso de LATAM.
No cabe duda que el lanzamiento de esta segunda señal es una buenísima noticia. Entre tantos contenidos negativos, el continuador de TV Educa Chile llega en un momento en que los contenidos de la pantalla local han sido duramente criticados por muchos aspectos. Razones de peso sobran: Desde el abuso de los contenidos noticiosos, matinales cuya pauta pasa desde el narcotráfico hasta peleas de políticos, noticieros alargados en exceso (y en el caso del central, retrasando el inicio del prime a un horario sumamente inmoral) y la escasez de contenidos culturales que no sean las enemil copias de lo que hace Pancho Saavedra desde hace siete años.
Por lo mismo, que NTV esté presente es una buena señal, porque viene a generar un vehículo de televisión alternativa que incluso puede motivar a una expansión hacia la televisión digital, que digamoslo, la burocracia política ha hecho que se retrase de manera insólita.
Sin embargo, no podemos dejar de manifestar nuestra preocupación por “La 1” de TVN, que hoy vive las mismas flaquezas de los canales privados. Para empezar, ¿qué aporte puede generar la permanencia y apuesta por novelas turcas como “Almas heridas” y “Hercai”? No negamos que tienen público fiel, eso se ve a diario en redes sociales, pero no ofrece un elemento diferenciador ni identificador a la estación, ni siquiera por ir en horarios de máxima audiencia. ¿Por qué? Porque al canal estatal se le olvidó generar contenido.
Chilevisión y Mega se están disputando el primer lugar con contenidos nacionales, desde ficciones como “Edificio Corona”, “Demente”, “Yo Soy All Stars” y “El discípulo del chef” hasta sus respectivas areas de prensa y coberturas de hechos noticiosos de interés general. Los contenidos o la gente que está dentro se pueden discutir y es parte de este sitio generarlas, pero son producciones chilenas, creadas por profesionales nacionales y emitidas en horarios ampliamente favorables con cifras de ratings parejas y zigzageantes entre sí en el caso del horario de las 22:30 horas. Mientras que los que pelean el tercer lugar hoy se parapetaron en sus propias zonas de confort: Canal 13 cuyo “nuevo horizonte” no concordó con algunos discursos de ciertos invitados de “Bienvenidos” y “Mesa Central” que causó un grave perjuicio tanto para la audiencia como para la caja chica; y TVN entregando horarios competitivos a novelas foráneas.
Muchas de las críticas hacia el TVN actual son que se olvidaron de su rol como canal público y la mayoría de los contenidos que les podrían servir, hoy están en pantallas como las de La Red (con su exitoso “Mes de la Cultura” en el Teatro Municipal) o repartidos en canales de la misma TDT como WappTV, UESTV, Santiago TV y hasta Bio-Bio TV. No decimos que tiene que ser netamente producciones ligadas a lo factual ya que eso tendría los mismos resultados de Canal 11 en 1983, sino que se reformule el entretenimiento televisivo. ¿Cuánto costará recontratar al equipo de producción de “Rojo” y que el litigio de Alvaro Escobar contra la corporación estatal finalice en buenos términos y, en el mejor de los casos, en su reincorporación? Mal que mal, el lanzamiento de ese nuevo canal se hizo en sus estudios, por lo que hay una chispa de esperanza.
Son muchas las preguntas que rodean al TVN actual a propósito del lanzamiento de NTV. Pero no las encontraremos en lo que queda de este gobierno, que solo ayer nombró al exalcalde Felipe Alessandri como director del GAM, solo como premio de consuelo y sin ninguna experiencia dentro del mundo de la cultura, demostrando no solo su poca preocupación por el futuro y el bienestar del gremio, sino que en una clarísima señal de burla y menosprecio.