La vedette de la industria televisiva chilena en el último año ha sido, sin lugar a dudas La Red, la estación de Macul ha transformado a una industria que parecía a ojos de todos como un ente donde era difícil contrarrestar al poder establecido, siendo este uno de los principales motivos de crítica a nuestra pequeña pantalla. El canal 4 de Santiago también ha acabado con varios fantasmas que parecían establecidos para nuestra televisión.
Si se pensaba que los eventos acaecidos en Chile a partir del 18 de octubre de 2019 no iban a traer cambios profundos a la industria, han demostrado que no ha sido así, el llamado “octubrismo” ha podido romper con varias verdades establecidas en la industria televisiva, la principal consistía que en la televisión abierta chilena era imposible introducir elementos incómodos para importantes sectores sociales, y lo más sorprendente es que estos cambios no han sido producidos por una ley de medios o un impulso estatal, ni siquiera hubo un cambio en la propiedad de La Red para concretar el cambio, sólo se modificó la plana ejecutiva y desde ahí se llevaron a cabo las modificaciones.
Hablando en un tono economicista, lo que descubrió La Red no es nada más que un nicho de mercado; un público que manifiesta tanto en las redes sociales como en las calles una profunda revisión al modelo político y social que desarrolló Chile en las pasadas décadas, y que ha tenido un potencial para generar grandes revueltas populares. Si nos atenemos a los resultados de las últimas elecciones a constituyentes, más de un 30% de la población eligieron representantes que proponen trasformaciones radicales y que se oponen tajantemente al camino adoptado por Chile en los últimos decenios. Ante una masa tan notoria que exigía cambios, esta no se traducía en el mercado de medios chilenos un nicho que los representara más allá de pequeños proyectos independientes, pero sin la importancia pública que genera una estación de televisión. En las cifras frías del mundo de la economía, ha sido el mismo mercado el que está satisfaciendo las necesidades de este público, y con una influencia que lo desearía tener los medios más tradicionales de Chile.
Lo demostrado por La Red este último año demuestra que podía ser posible una mayor pluralidad de visiones dentro de la pantalla chica, solo faltaba la voluntad de controladores y ejecutivos para hacerlo cabo. Reitero, esto se ha realizado sin intervención de una reglamentación estatal, simplemente el mercado ha reaccionado a las nuevas conductas sociales y ha satisfecho una imperiosa necesidad, aunque les duela a algunos esta verdad incontrarrestable.