Durante los últimos meses diversos sectores de la sociedad han comenzado a observar de manera muy crítica al enfoque periodístico del periódico Las Últimas Noticias del consorcio periodístico El Mercurio. Las observaciones se han realizado específicamente por su cobertura noticiosa en torno a actividades del gobierno, y últimamente en noticias y hechos relacionados al candidato del oficialismo, Sebastián Sichel.
En ambas tópicos las observaciones críticas se dirigen hacia la parcialidad de la cual están orientadas estas noticias, sin realizar contrastes a estos hechos, e incluso justificando las acciones de los miembros de gobierno, como lo hizo esta semana al cubrir las noticias referidas al retiro del primer 10% de los fondos previsionales tanto del actual ministro de Hacienda como del abanderado del conglomerado de gobierno, reiterando, justificando las acciones realizadas por estos personeros, a pesar que ambos públicamente se habían opuesto a tal política. En lo lo referido estrictamente al gobierno, el periódico muchas veces a incurrido a reproducir textualmente discursos oficiales del Presidente, sin contraponer información adicional al respecto, la única opinión válida es la versión oficial expresada por el primer mandatario. Podemos llamar a Las Últimas Noticias lisa y llanamente como el diario mural del gobierno.
¿Hay un problema que este periódico se embandere con una determinada posición ideológica? Por supuesto que no, todo lo contrario. Lo que realiza LUN está amparado por el principio constitucional básico que es la libertad de prensa. ¿Pero cuál sería el problema que posee tal diario? El problema no radica en su opción política, sino que LUN intenta muchas veces pasar como un diario “independiente”, pero que de una manera camuflada transmite una imagen proclive al gobierno y sus seguidores, o como mínimo, no incomodarlos.
Las Últimas Noticias en los últimos 25 años se ha enfocado como un diario orientado hacia la clase media, observando de manera muy clara las aspiraciones y necesidades de tal grupo social (que incluyen las tanto aspiraciones educacionales como las materiales, así se reflejan los especiales que realizan antes de los procesos de admisión universitaria y ventas virtuales respectivamente) lo que ha ganado el privilegio de ser el periódico más leído en el país tanto en sus versiones físicas como digitales. Pero más allá de estos éxitos, vemos preocupante como un periódico promociona una supuesta independencia, o por lo menos una ausencia clara de principios editoriales que impiden predisponer al lector sobre las concepciones ideológicas que presenta el medio. Los lectores, a pesar de no pertenecer a las elites gobernantes, también tienen su pensamiento político y no porque un medio trata de jugar a la indefinición/indecisión este medio no carezca de principios, eso está muy claro a través de los últimos años, sobre todo en lo relativo a las noticias políticas, el no poseer una página editorial, como si lo hacen su medios hermanos, hace más complicada tal definición, pero creemos necesaria para que el público lector tenga una concepción mínima sobre los propósitos del diario.
Esto último no quiere ser un impedimento a la libertad del medio, sino todo lo contrario, es entender que el público lector es lo suficientemente crítico para entender que los medios tienen posturas editoriales que defender, y que este público lee el contenido entendiendo estos principios, que pertenezcan a cierta esfera social no necesariamente significa que son ignorantes de los procesos políticos como tampoco no ignoran que los medios de comunicación persiguen ciertos fines.
Sobre esto último, una de las pesadas herencias de la crisis que desencadenó tanto la crisis política de 1973 como la dictadura cívico militar fue que la definición ideológica de los medios de comunicación propician inevitablemente la polarización ideológica dentro de la sociedad. Una sociedad madura y que entiende los principios básicos de una democracia entiende que cada grupo de interés persigue determinados motivos, políticos, ideológicos o económicos. Si la ciudadanía aún percibe que estos medios deben ser independientes para ser creíbles, es simplemente comprobar que nuestra sociedad no está lo suficientemente madura para enfrentar grandes procesos políticos sin caer en la tensión que desencadena las grandes crisis políticas que ya vivimos en un pasado no tan reciente. Esto último es un gran desafío que va más allá de los medios de comunicación, sino de poder enseñar a las generaciones que han vivido plenamente la democracia como es vivir bajo este sistema.