El pasado viernes debutó la Franja Electoral correspondiente a las Elecciones Generales del próximo 21 de noviembre. Esa instancia en la que los candidatos entregan el todo por el todo para conquistar a ese importante sector del electorado que todavía no decide a quién votar en los comicios. Felizmente, hay muchos que dado los hechos que venimos arrastrando desde octubre de 2019, se arrepintieron de restarse en la última contienda presidencial en la que un magnate y los suyos le dieron a Chile una crisis jamás vista en nuestra historia democrática.
Y es que si hay algo que hemos aprendido, y que personalmente he visto analizando los programas de este fin de semana, es que la gente ya está cansada de que le metan miedo como si fuese la Franja del Sí de 1988. Las razones son de pura lógica: Vivimos mucho tiempo con terror, inducido desde los organismos gubernamentales, quienes insisten en culpar de todos sus problemas, desaciertos, errores y horrores a un candidato que todavía no gana.
Por lo mismo, destacamos que el programa de Gabriel Boric se enfoque en elementos buenrollistas y positivos. No cae en la confrontación ni en provocar a otros como lo han hecho Artés y ME-O, sino que está basado en las propuestas y en su proyecto de país. No cabe duda que el Frente Amplio, ese que todos daban por muerto pero cobró vida desde la elección de mayo, ha aprendido de sus desaciertos (que los tuvo, como toda coalición) y se está tomando en serio su opción de llegar a gobernar, y las apariciones de Maya Fernández, Claudia Sanhueza y Javiera Reyes demuestran su enfoque en la gente joven, esa que históricamente no estaba “ni ahí” pero que se involucra tanto en el panorama que buscamos darle a la sociedad.
Kast hace su negocio, que es infundir miedo. La ultraderecha se sabe el libreto de memoria, así ha agarrado vuelo en España donde gente joven ha hablado pestes de la comunidad judía y de colectivos feministas y LGBTIQ+, sin embargo la antipolítica no es la receta más adecuada para sacar adelante a los territorios, como sucedió en Estados Unidos en el que el trumpismo ha gobernado y operado como una secta, y el bolsonarismo amenaza con acabar con la frágil democracia brasilera amenazando constantemente con golpes.
La campaña de Sebastian Sichel, tanto como la del mismo líder del PRO, es un culto a la personalidad, al ego, al mesianismo. Ambos tienen el mismo tono: El expresidente del BancoEstado constantemente usa el recurso de venir “de la galería, soy de ahí, soy de ustedes”. Cada vez que expresa alguna propuesta de su programa, habla de que él en su minuto usó los puestos del ciudadano de a pie, lo que hace su espacio muy cansino. Por otra parte, el otrora concertacionista se vende como uno de los que anticipó el Estallido Social (“¿Por qué nadie te creyó cuando tú sí la viste venir?”) cuando, en la práctica, nunca vimos una actitud concreta ni de él ni de su partido.
Yasna Provoste, la abanderada de Nuevo Pacto Social, apela a sus raices diaguitas y nortinas, junto con un apego a la emotividad como cuando en su primer programa se vio una declaración respecto a la crisis del COVID-19 mientras un intérprete entonaba el Himno Nacional acapella. Si bien la idea es buena, fue pesimamente ejecutada, ya que debió haber sido emitida en la mitad de lo que se lleve de franja y no al inicio.
El espacio de Franco Parisi es un chiste sin sentido, propone desde un plebiscito vinculante digital para que un candidato decida si aprueba o no una ley, hasta una cuenta común en el que el estado deposite cierta cantidad de dinero. Lo que acá no logro explicarme es bajo qué argumentos el Tribunal Calificador de Elecciones ha aceptado su candidatura ya que, primero, tiene causas pendientes con la justicia por no pago de pensión de alimentos y, segundo, no está en Chile sino que en Estados Unidos. ¿Pretende gobernar por zoom?
Y por último, Artés apela a esa izquierda de vieja escuela, trasnochada, homofóbica y que cree que Boric es neoburgués.
En resumen: La campaña de Boric es la que, en contenido, sale ganando pues no se dedica a atacar al oponente ni a mofarse de sus debilidades, sino que va a lo concreto: Esperanza de un país mejor. Es una luz en medio de las tinieblas y nosotros, como defensores del contenido entretenido, alegre y respetuoso, no podemos más que aclamarlo. Aún quedan muchos días de Franja y en el intertanto todo puede cambiar.