Esta semana la labor de diversos medios de comunicación una vez más fue profundamente criticada, y con justas razones, por la ciudadanía. No cabe duda que las noticias falsas pueden dañar a una persona, pero como se ha visto en Brasil, Estados Unidos y España, son capaces de incluso cambiar para mal el curso de la historia contemporánea.
La raiz fue, una vez más, la labor de la Convención Constitucional que esta semana llevó sus labores a Concepción, para reafirmar su fuerza regionalista y su integración en los territorios. Sin embargo, el diputado Sergio Bobadilla y el exfuncionario del priñer “piñerato” Andrés Eyzaguirre levantaron que en el Hotel Pettra, donde se alojaban varios convencionales, se había llevado a cabo una fiesta desenfrenada y con bastante jolgorio. El parlamentario fue más allá e incluso dijo que Loncón había ingresado a la piscina sin ropa, usando además una mezcla entre racismo y misoginia.
Lo peor vino después: Radio Bio-Bio a través de su Unidad de Investigación dio la noticia como verídica, diciendo que consultaron con fuentes que certificaban el hecho, sin mostrar prueba alguna ni contactarse con el mismo recinto. Esto último lo hizo Sabes.cl, con evidentemente menos recursos que la 98.1 de la capital de la región, pero que tuvo mayor rigurosidad al certificar con la primera fuente. Resultado: Noticia falsa.
Otro punto crítico es que en la edición de hoy de La Tercera, un columnista nuevamente insistió en el hecho, y a pesar de que el mismo diario replicó la desmentida.
Es realmente peligroso que personas como Bobadilla estén votando y promoviendo leyes y, al mismo tiempo, aleonando a su furiosa masa para promover el odio en base a falsedades. Las mentiras hacen mucho daño, tanto para el que las dice como también al o los injuriados. Se usan bastantes recursos tanto en amplitud de medios como en las promociones pagadas en redes sociales de forma descontrolada, y eso es muy peligroso.
No es primera vez que la derecha, que en lo que respecta a la redacción de la Carta Magna no ha sido ningún aporte, usa el método de la mentira para llevar agua para su molino. Desgraciadamente no será la última, será constante en lo que quede del proceso, pero al mismo tiempo es responsabilidad de los mismos medios (incluyendo nosotros que nos dedicamos a observarlos, fiscalizarlos y sobre todo denunciarlos cuando cometen algún error que comprometa su credibilidad y buena fé) ponerse del lado de los hechos y no de hipótesis ni medias verdades. Porque con falsedades no se legisla, ni mucho menos se gobierna.