Esta campaña, que tiene características particulares, puede llegar a establecerse como una elección donde se ha cambiado el eje de la acción de la disputa electoral, si hasta hace pocos años todos los esfuerzos estaban destinados a las vías tradicionales de propaganda, hoy estos se han trasladado a las redes sociales e Internet.
Este era el camino inevitable para una campaña electoral moderna, pero la sensación era que iba a tomar su tiempo para que se estableciera como la principal vía de convencimiento. Ha sido la pandemia la que finalmente ha modificado de manera sustantiva la forma de hacer campañas; menos concentraciones masivas, menos puerta a puerta y mucha interacción virtual. Los percances sanitarios aceleraron los cambios que se percibían en el mundo entero.
Las campañas cambiaron de terreno, pero no solo eso cambió. Más que nunca hemos visto como el impulso de las campañas oficiales han perdido protagonismo debido a la acción de los voluntarios, sin depender directamente de la dirección central de la campaña política. El mejor ejemplo de esto ha sido la espontanea reacción de cientos de adherentes de la candidatura de Gabriel Boric en busca de votos para la segunda vuelta, hemos visto una mayor producción voluntaria e independiente que la realizada por el comité organizador de esta candidatura, lo que demuestra un compromiso personal de estos adherente con esta campaña (incluso estas piezas voluntarias se han sumado a la campaña oficial). Esto también se ha visto en la campaña de José Antonio Kast, pero de con menor intensidad que en la candidatura de Apruebo Dignidad.
Esta campaña “descentralizada” también se evidencia en aspectos muy negativos. Gran parte de las “campañas del terror” generadas durante este periodo electoral han sido viralizadas por civiles no vinculados necesariamente a la estructura interna de las candidaturas, ni siquiera por personas de gran capacidad económica, como ocurrió en campañas anteriores. No es necesario hoy tener la capacidad económica para pagar insertos en diarios y radios para esparcir el miedo colectivo, hoy cualquiera con cierta capacidad de imaginación y una buena red de seguidores puede difundir una mentira que puede pasar a ser un hecho creíble por una proporción importante de personas.
Si bien es sano ver como la sociedad civil se mueva voluntariamente por la búsqueda de sus objetivos, no podemos dejar de preocuparnos que una ausencia de coordinación central puede generar confusión en el público sobre el origen de diversos avisos referentes a los candidatos, muchas veces el esfuerzo puede incluso generar reacciones negativas y que pueden terminar vinculados a los organizadores de la campaña, y estos no hay tocado ni arte ni parte en el desarrollo de estas. Nuevamente somos testigos de como la proliferación de muchas voces dificulta el desarrollo integro y coordinado de un mensaje claro y verídico, es el problema general de una sociedad que experimenta una mayor horizontalidad, pero que de todos modos necesita un estándar mínimo de coordinación común.