Anoche, Begoña Basauri y Mariana Derderián fueron las invitadas estelares en “Los 5 Mandamientos”. Allí, las actrices compartieron con Martín Cárcamo en una noche llena de confesiones.
Primero, Begoña habló de su experiencia grabando “MasterChef Celebrity” en Colombia, donde no sólo les tocó vivir el rigor de grabar un intenso programa de cocina, sino también sobrellevar la pandemia del Covid.
De ahí que, según contó, hizo muy buenas migas con la actriz argentina Yamila Reyna, y ambas aprendieron a cocinar en los lugares más insólitos, como una tina de baño. “En Colombia estábamos alojados en un hotel 5 estrellas, al que no voy a poder volver a entrar después de esto. Por la pandemia no podíamos cocinar en las cocinas del hotel, entonces practicábamos en la pieza con Yamila, por ejemplo, con plasticina para hacer los pasteles y fondant. Y nos pasaron como materia los roulade, que es rellenar carne de distintas cosas, y con la Yamila encontramos una posibilidad que era jambonette, donde le sacas el hueso a un tuto de pollo y lo das vuelta como un calcetín, y lo rellenas, y te sirves un tuto de pollo con forma de tuto de pollo. Entonces dijimos ¿cómo lo ensayamos?, y fuimos al supermercado, compramos cuchillo, tuto de pollo, relleno posible, y fuimos al hotel”, explicó la actriz.
Para ella fue lógico cocinar en una tina bajo esas circunstancias. “¿Dónde más lo íbamos a hacer? Imagínate, el mobiliario se mancha. Igual le pusimos alusa plast. Para usar la tina de nuevo tuvimos que llamar a la señorita del aseo y pedirle un poco de ayuda, decirle que las cosas se habían salido de control y habíamos básicamente cercenado un pollo en la tina. Pero lo logramos, y nos salvó la vida ese conocimiento”, dijo.
La aventura colombiana de las dos amigas terminó drásticamente cuando, en un capítulo emitido hace tres semanas, la argentina rebanó su dedo con un cuchillo y terminó fuera de la competencia. “Cuando Yamila grita ‘Me corté’, yo me quedé tratando de ser ‘Tranquilo, perro, yo manejo todo, tú tranquila’, hasta que en un minuto yo la veo que está con la cara media ida, y me muestra el dedo, y veo que esta parte de su dedo chico se cae para el lado. Nada de puntos: operación, quirófano para pegarle el dedo. Saludos al doctor colombiano que le salvó su dedo”, narró Begoña sobre el hecho.
Por su parte, Mariana aclaró que ella no tiene las habilidades culinarias de Begoña. “Yo no podría llegar a MasterChef”, dijo, y para ejemplificar contó la ocasión en que tuvo un incidente con un chicle en un choripán.
“Yo tenía un pololo, entonces típico que te invitan al asado familiar con la familia del pololo (…) Yo estaba comiendo chicle y no sabía dónde botar el chicle, no sé por qué no se me ocurrió ponerlo en una servilleta, que era lo lógico. En vez de eso tomé una marraqueta, la abrí, saqué la miga, le metí el chicle a la miga, y la marraqueta quedó ahí, huequita, lista para el choripán”, dijo.
Lamentablemente la miga la dejó ahí en vez de botarla, y fue ahí donde ocurrió lo peor. “Y no llega alguien con una cuchara, le echa pebre a la miga, y me di cuenta cuando le pegó el mordisco. ‘¡¿Quién dejó una miga con chicle?!’, dijo, y yo por supuesto: ‘No, qué horror, qué asco esa gente, cómo hizo eso esa persona’. Fue horrible, la vergüenza más grande”, dijo la actriz.
Por su parte, Begoña también sufrió un momento vergonzoso, esta vez en su tierna infancia, a los 11 años en un paseo de curso. “Yo fui a un paseo de curso a Algarrobo, a la playa de El Canelo, jamás lo olvidaré. 32 personas de escasa edad más 5 apoderados a cargo. Yo no encuentro nada mejor que chantarme un calzón pileta bañador blanco. Vamos todos al agua, nos estamos bañando, todos felices, y olas venían, y vamos nadando, capeando la ola, y el agua da hambre, entonces uno tiene ganas de salir y servirse. Salimos todos del agua a comer. Yo, un poco más hambrienta, iba más apurada por llegar al cocaví, entonces me adelanté a la manada. Y de repente empiezo a escuchar que gritan ‘Sangre, sangre’, y yo miro mi pierna y corría un chorrito de sangre. Y automáticamente grito ‘¡Un tiburón! ¡Me comió un tiburón! ¡Profesora!'”, contó.
Según narró la actriz, luego de pasar un rato tirada en el suelo gritando y pensando que se estaba muriendo desangrada por el mordisco, fue rescatada por una profesora. “Yo a la tía Pilar la veo corriendo desde lejos con una toalla apuradísima, llega, se tira y me envuelve como un burrito con la toalla. Y me toma y me dice, ‘Tranquila, Bego, tranquila, te llegó tu período'”, dijo.
Además, Mariana contó en el programa su historia de vida, como descendiente de una familia de inmigrantes armenios. “Mis abuelos armenios, por la invasión turca y el genocidio, quedaron huérfanos a muy temprana edad, los agarra una ONG, los lleva al barrio armenio en Jerusalén, los casa, los suben a un barco y se van a Valparaíso. Llegan a Quillota. Ellos no tenían idea ni qué edad tenían, no hablaban ni una palabra de español. Mi abuela, como se llamaba Sirvat, que significa capullito de rosa, eligió que su cumpleaños iba a ser para Santa Rosa, y dijo ‘Tengo 13’, se puso una edad”, contó la actriz, agregando que su segundo nombre es Sirvat en honor a su abuela, a la que alcanzó a ver una sola vez en su vida.
“Es una historia triste, pero me siento súper orgullosa en verdad”, dijo, agregando que, por esta historia de dolor, a sus familiares les ha costado reconciliarse con el mundo turco. “A mis tías cuando estaban de moda las teleserie turcas les encantaban, pero las veían con culpa. Por eso las veían día por medio”, dijo.
Fue cuando sus padres se casaron que decidieron irse a vivir a Venezuela, donde finalmente nació Mariana. “Viví en Caracas hasta los 9, casi 10. Era un Venezuela riquísimo, maravilloso. Pero llegado un momento, mis papás querían volver a estar con la familia, que nos criáramos con los primos y todo, así que volvimos a Chile”, contó.
Su llegada fue encontrarse con un mundo totalmente nuevo. “Los primeros inviernos fueron horribles (…) Yo decía ‘Ay, viene mi mamá a buscarme en el carro’, y me hacían bullying. Cuarto básico, yo llegaba al colegio y era ‘Hola maestra’ ‘Dígame tía’, decía ella. ‘Pero tú no eres mi tía, por qué te tengo que decir tía’, y todo así con acento, y me empezaban a molestar por cómo hablaba. Entonces empecé a agregarle a todo ‘po’, y de a poquito fui chilenizándome, que era lo que yo más quería”, contó. Sin embargo, todavía se le salen expresiones venezolanas de vez en cuando. “En la casa yo digo ‘la nevera’, ‘la gaveta’, porque mis papás siguen hablando con ciertas palabras”, dijo.
Ya llegando a su adolescencia, Mariana postuló a Miss 17 junto con todas sus compañeras de curso, y sólo ella quedó clasificada. De la experiencia, dice, guarda un curioso recuerdo por sobre todos los demás: “Lo más lindo que me pasó es que antes de salir me enganché en un clavito en el camarín, y en ese programa estaba Shakira,en su época crespa y morena. Y yo llorando porque se me rompió la panty, esas cosas que uno les da importancia y no tienen ninguna. Y llega Shakira, saca un esmalte de uñas, me pone el esmalte de uñas en la panty y ella me parcha la media”, contó.
Por su parte, Begoña contó otro momento vergonzoso que vivió, ya de adulta, cuando le mandó, sin querer, un mensaje de “sexting” a quien no debía, mientras chateaba con su novio. “Estábamos hablando, y una cosa lleva a la otra, y yo, dedos torpes, escribo un mensaje. Justo en ese momento mi mamá me habló, entonces salta el mensaje, yo pincho, se me abre el mensaje y le respondo… y llego y le mando el mensaje a mi mamá”.
“Fue un mensaje calentón total, no tengo mucha defensa al respecto. Yo creo que a mi mamá se le desprendió la retina después de leer eso (…) Lo único que agradezco es que no llegamos a la etapa de imágenes de apoyo”, rió.
Para cerrar el programa, ambas actrices interpretaron “Loca”, de Chico Trujillo. Pero antes, Mariana Derderián contó la trastienda de la vez en que obtuvo disco de oro gracias al álbum de la teleserie “Floribella”, pese a no saber cantar.
“Yo no sé cantar. Pero tomé clases de canto, grabé el disco ‘Floribella’ completo, y en un momento, como no llegaba ni a los altos ni a los bajos, había que arreglar, meter a otra voz y que saliera una cosa decente. Así fue como después llenamos un Teatro Caupolicán, y yo en el escenario cantaba a todo chancho, salpicando saliva como buena cantante… pero muteada”, rió.