Mientras la democracia exista, Chile nunca será pinochetista. Esa sin duda ha sido la gran lección tras el triunfo de Gabriel Boric en las urnas. Empezamos esta editorial felicitando a la TV nacional -si, debemos hacerlo- porque, a diferencia de 2017 en donde hubo una seguidilla de notas sobre la crisis en Venezuela, el trato en esta segunda vuelta ha sido neutral en absoluto. Aunque claro, si en algo hay que coincidir con Twitter es que faltó una posición más determinante respecto a las noticias falsas desde el Pacto Social Cristiano, el cual solo llegó con los resultados en la mano.
Pero raya para la suma, en esta pasada no se cometieron los mismos errores para favorecer a Piñera con los resultados políticos y económicos conocidos por todos. Quizás desentonaron espacios como “Mesa Central” que sigue siendo caja de resonancia de las ideas de Cristian Bofill y Enrique Mujica, lo mismo “Estado Nacional” con la insistencia en personas como Cristian Valenzuela. Pero así como ellos restaron, hubo otros que si sumaron como “Pauta Libre” de La Red, “Tolerancia Cero” de CNN Chile y “La mesa de las que sobran” de La Voz de los que Sobran.
¿Cuál es el gran perdedor de estos comicios? La “telecracia”, una táctica muy mexicana y que desde el mismo Inés Matte Urrejola 0848 quisieron imponer sin éxito. La seguidilla de apariciones de Joaquín Lavín en Canal 13, posteriormente de Sebastian Sichel que solía tener intervenciones en una cantidad muy desmesurada sobre todo en “Aquí somos todos”, ambas cosas le restaron credibilidad a dicha estación que hoy está en el cuarto lugar de sintonía y con un área de prensa que ha estado haciendo esfuerzos por recuperarse.
Poderosas señales han sido los reportajes en torno al fraude al fisco de Cathy Barriga (otrora alcaldesa regalona de la misma señal, a la que incluso vendieron como presidenciable), Felipe Alessandri (otro regalón de la televisión, sobre todo en tiempos de Fiestas Patrias con sus desafortunados intentos de payas) y Virginia Reginato (quien pasó de ser la más querida por los canales concesionarios del Festival a la más investigada por los mismos, incluyendo los que tienen la actual licitación).
Seguramente vendrán muchas más de aquí en adelante, las mismas que son casi idénticas a las que ocurrieron entre noviembre de 2008 y el 20 de enero de 2009 y de ahí en más, cuando Barack Obama con un mensaje de esperanza y unión le dió otro tono a una televisión norteamericana demasiado conservadora y hasta oscurantista.
Habrá que ver en los próximos días qué nombres sonarán para presidir cargos fundamentales en los medios y organismos estatales como TVN (muy importante ya que se debe evitar caer en los mismos errores que propiciaron la crisis de 2015), el Consejo Nacional de Televisión y la Subsecretaría de Telecomunicaciones; así como la manera en que se materializará un aspecto fundamental del programa como lo es un robusto Sistema Nacional de Medios Públicos, la inclusión de más voces a través de la TDT y la protección a los trabajadores de los mismos emporios comunicacionales.
Lo bueno es que después de mucho el 7.1 está generando brotes verdes, no obstante yo esperaría un año (igual que en 1990) para hacer grandes inversiones. Es necesario para ordenar las piezas, acomodarlas y generar un resultado más que satisfactorio para la TV pública. Mientras tanto, la privada da señales de acercamiento a Apruebo Dignidad, ojalá se mantengan y, cuando haya que criticar, que sea desde la buena onda y no desde un aspecto destructivo. De otra manera puede suceder lo mismo que en Argentina, donde el canal del centenario diario La Nación fue tomado por el macrismo y hoy vive entre los desmesurados análisis de agitadores como Eduardo Feinmann, Luis Majul, Alfredo Leuco y Pablo Rossi.