Y bueno, llegamos a Navidad, sin darnos cuenta aterrizamos a las “fechas señaladas” como dicen los españoles. Hemos estado agotados de dos años intensos, crisis política y sanitaria mediante, llegamos al único momento del año donde se relajan las tensiones y buscamos una instancia en que podamos juntarnos con los más queridos, parafraseando al cantante que se atribuye la paternidad de toda Latinoamérica, hacía falta Navidad.
Pero no se ha sentido en el ambiente, claro, solo hasta la semana pasada estábamos inmersos en la campaña presidencial más intensa de las últimas décadas, muchos realmente estaban comprometidos con el desarrollo de la campaña, así que solo durante esta semana a los chilenos se nos recordó que teníamos la temporada de regalos y comidas hipercalóricas encima de nosotros.
Y si, los medios no nos ayudaron mucho para recordarnos que estaríamos en fin de año, repito, habían prioridades más acuciantes. Pero el espíritu navideño, cada vez más ausente en su sentido más original, día a día está teniendo menos importancia en la televisión. La Navidad para la pantalla chica es un mero trámite, un mero saludo a la bandera. ¿o no se ha dado cuenta la ausencia de especiales navideños nacionales en mucho tiempo? ¿se ha sentado a analizar los pocos espacios realmente dedicados a estas fechas realizados en el país?
Y claro, me dirán que estamos en verano, y que lo último que nos interesa en estos días es prender la tele y seguir detalladamente, la televisión solo es un acompañante en la cena navideña y la conversación de la medianoche. Pero la televisión genera algo muy grande, es capaz de producir ritos, y estos ritos pueden generar un apego diferente con la celebración.
No es necesario hablar de países que están con la nieve en las puertas de las casas para poder hablar de producciones navideñas, en Brasil, un país que comparte hemisferio con nosotros, prepara mentalmente a su país que entramos en la fase final del año, pero no solo durante la semana decisiva, sino durante todo el mes de diciembre. Especiales navideños se hacen frecuentes durante toda esta temporada, y ya en los días previos (ojo, no necesariamente el 24 o el 25) se realizan los eventos de peso, los grandes cantantes en conciertos inolvidables, el ejemplo claro es Roberto Carlos, y este especial justamente construye un rito nacional. Ahí está el punto, la generación de instancia de necesidad de ver televisión más allá de un acompañamiento.
Pero no solo son los especiales, sino también el compromiso íntimo de las estaciones de entregar un saludo fraterno a los que justamente construyen el éxito de una estación, los televidentes. Los canales no hacen un esfuerzo más grande en recordar a las personas en estas fechas, apenas se hace un pequeño saludo institucional sin mayor producción. Esto confirma que la televisión no le importa a estas fiestas, no entiende la importancia de muchas familias chilenas sobre estas festividades. Y bueno, ocurre lo que ocurre.
Hay que dar una vuelta de tuerca, ver lo importante de la Navidad y Año Nuevo, y la instancia íntima que genera en tantas personas. Y para eso los medios deberían estar presentes de una manera más directa, para recobrar el sentido de la importancia que tiene la pantalla chica con un rol que va más allá de solo ser un medio de comunicación, sino el papel de convocar y estar presentes como uno más de la familia.
Feliz Navidad para todos, es nuestro más íntimo anhelo en estas fechas.