Tras casi cinco meses al aire, el estelar de conversación “Los 5 Mandamientos” finalizó su primera temporada. Y lo hizo con un capítulo que tuvo como invitada a la cantante Myriam Hernández, quien decidió acompañar a Martín Cárcamo en un repaso a sus más de 30 años de carrera.
La artista, que se inició cuando niña en “Sábados Gigantes”, recordó cómo fue que pasó de ser una cantante de programas de TV a una artista discográfica, proceso que le tomó varios años. “Me acuerdo que me iba del colegio a grabar y después me iba a estudiar, y tenía muchas ansias de convertirme en una cantante con un estilo propio. Yo tenía claro que quería cantarle al amor y ser baladista, pero la compañía discográfica sugiere para probarme que yo tenía que cantar rock, y me ponen de nombre Myriam-E y canto esta canción (‘Y me vuelvo cada día más loca’ de Celeste Carballo). Y me voy al camarín de Canal 13 y me pongo a llorar, porque no quería hacer esto. Para el rock tienes que pensar como rockera, tienes que vivir como rockera, tienes que sentir como rockera, y yo soy más romántica, entonces lloré y dije que no”, dijo.
Fue luego de eso que decidió hacer un cambio, tras ganar la competencia veraniega del Ranking Juvenil del programa de Don Francisco. “A cada participante que ganaba el mes le grababan un disco, pero cuando yo gané ya no estaba ese premio. Entonces ahí dije que tengo que hacer algo, y se me ocurrió usar los ahorros que acumulé en el Ranking para grabar una canción (…) Se la pido a Nano Prado y John Eliott, voy a la compañía y les doy la propuesta que yo tenía, y me dicen que era demasiado romántico y me dicen que no. Dejé el cassette y me voy a tratar de pensar en una promoción, y empecé a ir a Viña, a Valparaíso sola, en bus, en micro, mostrando la canción. Como a las dos semanas me llama el presidente de la compañía y me dice que sí, que van a intentar con la canción y que la iban a correr en una teleserie. La canción era ‘Ay amor’ y la teleserie era ‘Bellas y audaces'”.
Su breve pasado como rockera, eso sí, fue resucitado recientemente por el hijo de la cantante, Jorge, de 27 años, cuando en plena pandemia la hizo regrabar “Y me vuelvo cada día más loca” y lanzarla en Spotify. “Estábamos desesperados por cantar, tratábamos de relacionarnos mucho más como familia y hacer cosas entretenidas para no deprimirnos, porque lo que uno veía en TV era para morirse. Entonces mi hijo me dice ‘Mamá, te voy a hacer una pregunta: ¿Qué habría pasado si Myriam-E nacía en pandemia? Como hoy todo se permite, ¿qué pasa si Myriam-E nace como era?’. Y me propuso hacer un rock, me hizo los arreglos, todo lo hizo él, los instrumentos, mezcló, masterizó, todo”, dijo.
En torno a la vocación musical de su hijo, Myriam confesó que todo en él es autodidacta. “Yo nunca le pagué una clase de nada porque no quería que fuera artista, quería que tuviera una vida más normal. Él aprendió por YouTube”, dijo, y contó que él fue también quien tuvo la iniciativa de que su madre hiciera un cover de la canción de Bad Bunny “Amorfoda”.
Su hija menor Miriam, de 24 años, también es autodidacta y aficionada a la música. “La Miri es mi vida. Yo a la Miri la soñé antes de nacer, tuve un sueño donde paría y ella nacía con aritos de perla. A ella siempre le ha gustado actuar y cantar, ella estudia Derecho en la Católica. Es tremendamente talentosa, no ha tomado clases de nada y un día se sube al escenario conmigo y con Jorge a tocar bajo, se aprendió la canción en una semana. Ella me ha manifestado que le encanta pero no lo seguiría como carrera”, dijo.
De hecho, este año su hija debutó en el último videoclip de Miriam, “Hasta aquí”. “En esta canción de amor propio tan potente para las mujeres, con la productora queríamos poner varias mujeres, y de repente ella me dice ‘¿Por qué no ponemos a tu hija? Ella debe estar’, y yo dije ‘Claro que debe estar, pero ustedes se lo tienen que pedir, porque si se lo pido yo tal vez me diga que no’. Además que estaba estudiando sus exámenes. Pero se lo pidieron y aceptó gustosa, y fue súper emocionante para mí poder grabar ese momento con ella ahí porque queda para la historia siempre”, contó la cantante.
También Myriam repasó algunas de sus canciones más conocidas, entre las cuales destaca “El hombre que yo amo”, su hit de 1988 que dio pie a su primer videoclip. Grabado en las dunas de Concón, el icónico video la muestra cantando con un vestido blanco sobre una silla roja en la arena, y acumula más de 46 millones de visitas en YouTube en los tres años que lleva disponible en la plataforma.
“Yo creo de verdad que es el videoclip más lindo que he hecho”, opinó la cantante. “Es súper minimalista, sencillo, simple, barato, no costó más de 300 mil pesos. Lo hizo Eduardo Domínguez, a él se le ocurrió la idea de hacerlo en las dunas, a mí se me ocurrió la idea del vestido blanco, la flor en el pelo, y se me ocurrió la silla. Y no encontramos nunca una silla roja, había puras negras, entonces me compré la silla y la pinté roja. Yo llevé la silla, y no tenía ni peluquero, así que yo me peinaba sola, me maquillaba sola. Era como mis comienzos, eso tiene mucho valor”, contó.
A modo de anécdota, confesó que hubo un damnificado en la grabación, y fue el vestido mismo. “Lo más divertido es que la silla estaba recién pintada”, reveló, agregando que el vestido quedó todo manchado. “Tengo ese vestido, y la silla también. Algún día me quiero poner de nuevo el vestido y hacer una versión en las mismas dunas, no sé si existen ahora”, concluyó.
En torno a la canción misma, habló también sobre el cambio de letra que le hizo a una de sus frases más polémicas. “Hace por lo menos unos 10 años de repente empecé a sentirme incómoda y a tomar mucha conciencia de las letras de mis canciones, especialmente ésta. Y en la parte donde dice ‘Vuela siempre lejos pero vuelve al nido’ yo pensaba ‘¿Por qué acepté cantar esto?’. Cuando la hice yo tenía 20 años, me gustó la canción, la melodía y opiné que era un exitazo cuando me la mostró Gogo Muñoz. Pero cuando la cantaba yo decía ‘Yo no soy así’. Yo no perdono a un hombre que se vaya y vuelva. No soy sumisa, al contrario. Y tampoco voy a dar ese mensaje a muchas mujeres que vayan a mis conciertos”, dijo.
Para responder a quienes la han acusado de hacer el cambio por haberse arrepentido de cantar esa canción, la artista señaló: “No me arrepiento, las cosas van avanzando y tomas conciencia de algo. Yo nunca he sido sumisa. En ese minuto siendo cabra joven me encantó la canción y punto. Entonces le cambié la conjugación, porque no podía cambiar totalmente la letra. Le puse ‘Vuelo siempre lejos pero vuelvo al nido’. No es que ahora me toque a mí, es porque vuelo mucho en avión”.
Otro éxito suyo con una historia interesante es “Se me fue”, la triste balada de 1992 compuesta por el español Juan Carlos Calderón, colaborador de Nino Bravo, Mocedades y Luis Miguel. “Yo recuerdo que estaba trabajando con Juan Carlos en Los Angeles, trabajamos como por seis meses. Todos los días nos juntábamos y él al piano me mostraba las melodías, porque así componía él, crea la melodía en el piano, si me gusta la aprobábamos y luego hacía la letra sobre historias que yo le contaba”, partió contando Myriam.
“Un día bajo a su habitación y me dice ‘Myriam, te voy a mostrar esta melodía que me surgió esta mañana’. Cuando la toca al piano me puse a llorar, y me pregunta qué me pasa. ‘Esta melodía me sabe a muerte’. ‘Ay hija, que eres trágica’. ‘Entiéndeme, es que siento que tiene que ser una canción que hable de la muerte, pero en un sentido poético como tú lo sabes hacer’. Y le conté la historia de que yo había perdido a mi abuela, que para mí había sido muy terrible, la primera muerte que experimenté en mi familia, y fue inmensamente doloroso perderla por una negligencia médica, tenía 60 años, no me pude despedir, en fin. Y le comenté y él tenía los ojos llenos de lágrimas y me dice: ‘Yo perdí a mi hijo de 18 años. Yo voy llegando a mi casa, él va saliendo, me da una sonrisa, se la devuelvo con la mano, y a la media hora me avisan que tuvo un accidente y está muerto’. Fue tremendo. Lloramos, conversamos, reflexionamos si era bueno hacerlo o no, pensábamos que había tanta gente que a través de esta canción podía volcar su duelo, su pena. Y decidimos hacerla”, recordó.
Según la artista, Calderón escribió por lo menos 10 páginas de versos, y dejó en manos de Myriam escoger cuáles grabarían. “Yo armé lo que me parecía que era el 100% de lo que uno siente cuando pierde a alguien en 4 o 5 versos, y la grabé. Fue tremendo ese día, yo terminé llorando, él también. Juan Carlos pidió que los sonidos que quedaban al final de la canción, esas cosas (como suspiros de llanto) que antes trataban de limpiar, quedaran”, contó la artista.
La intensidad de la sesión de grabación fue tanta que, una vez terminada, la cantante pasó un susto cuando pensó que el productor podría decidir atentar contra su propia vida. “Juan Carlos ese día llegó vestido como de gala, y cuando bajó del ascensor le dijimos que parecía un italiano en una alfombra roja (…) Al terminar de grabar se fue, y a mí me dio miedo, entonces le dije a Jorge (Saint-Jean, su esposo) que lo siguiera. Jorge lo siguió y lo vio meterse al bar de la esquina, pidió una botella de champagne, tomó una copa y brindó. Y luego volvió al estudio”, narró.
Otra de sus canciones clásicas, “Herida”, originó una anécdota muy especial para la cantante, cuando pudo conocer a Yasna Salvo, una mujer no vidente que interpreta sus canciones en el centro de Santiago. “A mí me había llegado un video de ella. Me emocioné y me prometí que iba a ir algún día a verla, a conocerla. Pasó creo que un año y medio y un día en 2017 fuimos a hacer un trámite con Jorge al centro, y me recuerdo y le digo ‘Oye, creo que por aquí se pone esta chica de ese video que me llegó y te mostré, vamos a verla’, y como estábamos recién casados por segunda vez, Jorge me dijo a todo que sí”, rió la cantante.
Tras preguntar y preguntar, dieron con la mujer. “La vemos justo cuando ella parte cantando ‘Herida’. Entonces le digo a Jorge ‘Voy a ir a cantar con ella’ (…) Igual me daba nervios, tenía las manos mojadas, era como meterte, cómo lo iba a tomar, cantar en la calle, igual era raro. Pero partí lentamente, le quito lentamente el micrófono y empiezo a cantar con ella. Fue tan emocionante, yo tiritaba, y ella me decía ‘Myriam, ¿eres tú?’ y me tocaba la cara”, recordó con emoción la artista, que fue luego sorprendida por un testimonio en video de Yasna.
Además la misma Myriam mostró en el programa su talento como imitadora, haciendo una divertida representación de Cecilia Bolocco. Pero no la clásica de los 90, sino la versión “instagramera” actual. “Cecilia ha cambiado un poco para hablar, ya no habla como antes. Ahora dice cosas como ‘Ay, estoy transmitiendo'”, rió Myriam en la inconfundible voz de la animadora, y confesó: “A mí me da vergüenza verme. Yo creo que me ayuda mucho el disfrazarme, porque yo no creo que yo imite tan bien”.
Otro de sus talentos insospechados es uno que le ha traído más de algún problema, según contó. “Tengo hiperlaxitud, lo que es tremendo, porque se me cortan los ligamentos. Cada vez que estoy con un taco como con el que vine hoy, tienen que darme la mano y camino más lento. En los shows uso botas porque me he caído, tengo tres operaciones de corte de ligamentos”, confesó, agregando que tiene mucha propensión a caerse.
Además, según dijo, tiene un umbral de dolor demasiado alto, y que eso le jugó una mala pasada precisamente en una de las cuatro ocasiones en que animó el Festival de Viña, en 2005. “Yo estaba bailando Café Tacuba en Viña y me torcí el pie, y me tuvieron que vendar. El médico que me trataba me infiltró para poder hacer las seis noches de Festival, pero después hubo que operarme. Y me ponía tacos igual”, dijo, agregando que, gracias a la adrenalina del momento, el dolor vino después.
Además de todas las confesiones, la artista aprovechó de cantar algunos de sus mayores éxitos. Finalmente, la banda Metrópolis aprovechó su última participación en el programa para mostrar un mix de canciones interpretadas en su particular estilo.
El estelar de Canal 13 despidió así de las pantallas su primera temporada tras 58 capítulos donde sus invitados pudieron reír, compartir, conversar y cantar junto a Martín Cárcamo, siempre con la condición de pasarlo bien.