Quienes han visto “Chicas Pesadas” sabrán la historia de la antagonista, Regina George, quien tiene una capacidad inteligente para manejar a personas a su antojo y conseguir el poder que quiere diciendo pesadeces. En la televisión chilena han habido muchos casos, los dos que vamos a reseñar en esta ocasión tienen dos matices: Una inventó algo para sobresalir en los medios, y el otro construye su personalidad a base de insultos gratuitos.
El primer caso es el de Antonella Mareco, quien apareció en un Instagram Live de Cecilia Gutierrez denunciando a Iván Cabrera de que la habría drogado, violado y mandado mensajes de connotación sexual. Solo una semana y un par de días bastaron para que ella dijera que todo era mentira, nos embaucó a todos, y decimos porque nos incluimos en la lista comprando una imagen que no era, lo que justamente sucedió en la película protagonizada por Lindsay Lohan.
El segundo es el de Sergio Rojas. Pruebas no faltan para demostrar su odio visceral contra todo rostro de sexo femenino. No importa si se llama Maite Orsini, Nataly Chilet, Blanca Lewin o Priscilla Vargas. Siempre tiene una opinión denigrante y desagradable sobre ellas. Justamente lo mismo que hacía Regina George cada vez que escribía su “libro de la hoguera”.
¿Qué nos deja de lección? Hay gente que tiene hambre de fama y busca conseguirla a toda costa, y nuestra labor es y sera siempre criticarlos. No desde la mala onda, sino desde la perspectiva de que el país es otro. Tanto Antonella como Sergio aún no procesan de que Chile cambió, que no estamos en la TV de hace diez años que hacía famosos a personas por cualquier cosa, aunque a ese “Primer Plano” con sartenes llamado “El discípulo del chef” le cueste también entenderlo.
¿Por qué hemos hecho una seguidilla de notas sobre el panelista de “Me Late Prime”? Pareciera insólito que les parezca más grave que nosotros hagamos notas en tono de denuncia en torno a su polémica figura y sus lamentables dichos sobre las mujeres, que sus propias palabras en sí. Que hay algo personal, que hay obsesión de por medio. ¿Qué parte de “Hasta que la dignidad se haga costumbre” no se ha entendido todavía? Nuestra labor no es ser neutrales ante esto, es imposible ser imparciales ante un agravio y más si es gratuito. Por mucho que el programa sea “Me Late” o “Mesa Central”, hay cosas que no se deben tolerar.
Hemos de esperar que tras las lecciones que hemos sacado de los casos de Marecco y Rojas, haya un estricto cordón sanitario a quienes siguen el complejo de Regina George, una práctica muy común en la televisión de la década pasada, pero que nosotros debemos hacer todo lo posible para que no esté vigente en esta. El nuevo Chile lo necesita.