Se ha hablado mucho de Don’t Look Up, la película de Netflix que agrupa a muchas de las grandes estrellas de Hollywood, pero a la misma vez nos refleja con ironía (las verdades más duras siempre se reflejan mejor con humor) muchos de los problemas de las sociedades actuales. Me quiero detener específicamente en el rol que cumplen los programas periodísticos, que son juzgados muy duramente en el film.
Parte importante de la trama de la película sucede en el espacio The Daily Rip, el programa de noticias más visto en el cable, seguido por millones de usuarios en redes sociales y donde intercalan asuntos tan gravitantes como la designación de los ministros de la Corte Suprema junto a la escandalosa ruptura de dos super figuras de la música, y entre medio, la declaración de dos científicos sobre el alistamiento de un meteorito que puede causar la extinción de la especie humana, mientras la conductora hace gala de sus logros (ufanados por ella misma) que son los de tener postgrados en Reino Unido, tener cuadros caros en su departamento…y acostarse con ex presidentes de los Estados Unidos. El objetivo del programa más que aterrizar al público sobre los problemas mundiales es tratar de conseguir un mayor número de seguidores y trending topic al momento de exhibirse el espacio.
La película acerca de una manera muy inteligente-a través del recurso del humor-de muchos de los problemas que aquejan al periodismo, y que también se reflejan en nuestro país. Convertir en espectáculo los dramas humanos, transmitir horas y horas la búsqueda de personas desaparecidas son un botón de muestra de aquello, pero hay algo incluso peor, tratar asuntos serios, relevantes, con una liviandad que muchas veces roza la desinformación; me preocupa que muchos medios pongan énfasis más en la vida privada del Presidente electo que los reales problemas y desafíos que el nuevo gobierno debe enfrentar. Se habla más del perrito de Gabriel y la gatita de Irina que de los grandes problemas que debe asumir la gestión Boric. Tal vez me traten de tonto grave o que deberíamos estar contentos de que un presidente tenga mayor sensibilidad que el mandatario en funciones, pero no olvidemos que elegimos alguien para dirigir al país, sobre todas las cosas, y que por muy simpático que sea, la tarea principal es administrar una compleja institucionalidad política, y que necesita profundas reformas para su legitimación social.
Y el ahí es el problema de los medios, que al día día hoy solo trata de obedecer la demanda de las redes sociales más que imponer ellos una agenda diferente, esto se manifesta de manera clara que los medios hoy no imponen las agendas públicas y que hoy asumen nivel suplementario. El problema que trasciende a esto implica que las redes sociales no tienen la intermediación necesaria, que si lo tiene el periodismo, de separar verdades con mentiras, y en este caso en específico, ordenar las prioridades informativas y generar las pautas necesarias. Se borran los límites de las trascendencias, y eso juega en contra de la seriedad que algunos asuntos se deben tomar. Y Don’t Look Up lo transmite con una veracidad que impacta.
Estamos viviendo un momento en que incluso los temas más serios se trata de incorporar elementos relajantes, y que cada vez más estos elementos están tomando mayor protagonismo. El Reino de lo inmediato, de la información breve pero alarmante, termina sepultando las especificaciones necesarias que deben acompañar toda buena información. Esto no solo sucede en el plano de la información sino también en como se presenta la programación cultural en Chile, donde se han pospuesto los proyectos más ambiciosos por otros más triviales, solo es cosa de ver los programas del fin de semana, que no tienen grandes diferencias entre los diferentes canales.
El problema de la banalidad nos debería preocupar más, estamos siendo objetos de un mundo donde lo breve e inmediato debe ser ideal, pero que está eliminando los asuntos que marcan la diferencia. Sin dudas que para eso tiene que venir un cambio cultural profundo, pero que es necesario dar desde ya los primeros pasos para la transformación. Debemos ser capaces de pasar de la cultura de lo inmediato, de lo que “pega más rápido” por elementos que aterricen la información, y generan también valor agregado. Vivimos la paradoja de la información abundante, pero que aún así no logra cumplir con lo básico de la información. Tenemos que, por nuestra parte, realizar el ejercicio de tomarnos con calma las noticias que recibimos, y hacer una selección de estas, en esa función el periodismo debe estar en la primera línea y no caer en el inmediatismo fácil.