¿Qué méritos tiene la señorita Helhue Sukni para ser endiosada por una gran e importante parte de la farándula dura de nuestra televisión? ¿Por qué Netflix Chile confía en ella para promocionar una serie como “Bridgerton”? ¿Cuál es la idea de bailarle y tomarse fotos con quien defiende a los que han llevado a nuestro país a la ola de violencia más preocupante de nuestra historia?
Estamos en un momento quizás crítico en el que el flagelo del narcotráfico ha causado muertes, familias arruinadas, vidas que se fueron muchas veces inmerecidamente, por malas juntas, malos consejos o pensamientos con la cabeza caliente. Precisamente ese mundo es el que defiende quien se hizo famosa hace diez años gracias a los poderosos programas faranduleros que hoy la ponen de nuevo en nuestras pantallas. ¿Lo peor? Su poder de influencia es tan grande que incluso personas inteligentes la toman como referente.
Llámenos tontos graves o “políticamente correctos”, en el sentido estéril de dicha palabra, pero que en tiempos donde las balaceras lamentablemente están a la órden del día, que media farándula se junte con Helhue es un combo en la guata. Es como si en medio de la conmoción por el asesinato de Marielle Franco en Brasil, un grupo de famosillos haga una fiesta junto con los “paramilicianos” que ordenaron su ejecución, según se dice, ordenados por la familia Bolsonaro. Ese nivel de toxicidad es al que nos enfrentamos.
Ya ha habido antecedentes en la televisión de otros países de conductores que murieron por vínculos oscuros con proveedores de droga o cercanos. En México fue el más recontrasonado el asesinato de Paco Stanley en 1999, en donde tanto Televisa y TV Azteca lo usaron para tirar misiles al entonces jefe de gobierno de la capital, el excandidato presidencial Cuauthemoc Cárdenas, incluso pidiéndole la renuncia y hasta mostrando el cadaver ensangrentado. Después se sabría que quien en esos días conducía el matinal “Una tras otra” poseía vínculos con el narcotraficante Amado Carrillo, el llamado “Señor de los cielos”. En Estados Unidos muchos han perdido sus carreras y sus estabilidades emocionales por su dependencia a los estupefacientes, como pasó con Andy Gibb, Amanda Bynes y el recontralamentado caso de Demi Lovato.
Por lo mismo, nos hace demasiado ruido y, por qué no decirlo, pavor el hecho de que muchos famosos de segunda e incluso primera línea como la actriz Paty López estén al lado de Helhue Sukni con todo lo que ello signifique. Quién sabe si detrás hay un pacto o un compromiso firmado entre gallos y medianoche con la involucrada o, peor, alguna clase de “secreto de confesión” bajo amenaza de plomo para cualquiera que lo rompa. Con lo turbia que se puso la farándula dura, hay que pensar cualquier cosa. Y más aún en tiempos donde ha sido duramente cuestionada por su falta de rigurosidad y nulo profesionalismo.