El ubicado: Kike Faúndez, ganador de “Aquí se baila”
La primera temporada del estelar de baile de Canal 13 prometió un enfoque distinto al que estabamos acostumbrados. A diferencia de varios de sus antecesores que buscaban la polémica que sirviese de distractor de los problemas del país y así perder el enfoque de la crisis del primer piñerato, esta vez la gente de Secuoya Chile y Canal 13 entendieron que estamos en un nuevo Chile, que la televisión debe buscar un enfoque distinto y la premisa de este espacio, consciente de este nuevo prospecto, fue la de “talento por sobre la fama”.
Y si bien hay aspectos criticables, como por ejemplo la seguidilla de salidas de libreto de Francisca García Huidobro, quien reconoció que su rol es “hacer farándula” como si todavía estuviésemos en 2012, finalmente la premisa se cumplió. El ganador de este espacio precisamente nació en el 13, en el reality “Fama”, y a pesar de que ese encierro pasó desapercibido en su época, fue en “Aquí se baila” donde encontró visibilidad y en buena lid.
En la semana final nos ofreció un potente musical en base al bullying que sufrían los escolares en el país, o sea fue una buena y enriquecedora instancia en donde, desde los programas de entretención, se reflexionara sobre las problemáticas que aquejan a Chile y que salieron a la luz, causando la emoción de un Neilas Katinas que no resistió las lágrimas.
Y lo más importante: Los que quedaron en los otros lugares no hicieron polémicas en redes sociales, ni mandaron recados a LUN, ni mucho menos hostigaron al ganador por la prensa, como sí ocurrió con Daniela Aránguiz una vez terminado “El discípulo del chef” con más pena que gloria. O sea, el talento si se impuso por sobre la fama.
Los desubicados: La cobertura de los matinales sobre el caso de Nicolás Zepeda
¿Pueden los matinales y algunos noticieros pasar a llevar la dignidad humana? ¿Por qué de un día para otro, el caso de este chico que fuera del país perpetuó un femicidio contra Narumi en Francia se instaló en toda la televisión local?
Ojo, no digo que estos casos no deban tener cabida en las pautas de los espacios sino que deben ser tratados primero, con responsabilidad y segundo, cuando haya un motivo tangible para tener toda la vitrina que tuvo. ¿Hay alguno? Trato de hilar fino y la verdad es que no hay: La única razón es que es chileno y cuico, pero no tiene vínculo alguno con ninguna institución, ni el estado, ni ningún político local (y eso que ya se han conocido casos de familias de senadores y diputados que han caido en desgracia, como fue el caso del hijo de Carlos Larraín o el de María Angélica Cristi), ni siquiera con ningún famoso de alto, medio o bajo pelo.
Entonces, ¿para qué darle pelota de sobremanera? ¿Con el fin de generar audiencia o tener algo con qué rellenar, ahora que la vorágine política está en retirada luego de un intenso año electoral? Hay cosas mucho más enriquecedoras e interesantes que cubrir, como el inicio de la gira de Denise Rosenthal en la Quinta Vergara, la Ley de Autismo (que incluso es apoyada por periodistas como Mónica Rincón y la misma intérprete de “Dormir”) y la reactivación.
Y pensar que en una semana los matinales gringos tuvieron desde Selena Gomez hablando de salud mental hasta a Pamela Anderson.
Los carepalo: El Mercurio de Valparaíso
¿Y por qué el diario más antiguo del país, el decano de la prensa nacional, el medio serio y respetable venerado por diversas esferas políticas y que está a cinco años de su “bicentenario”, está presente en este recuento? Por hacer lo que desde su nacimiento se han dedicado: Descontextualizar.
Todo comenzó el 8 de abril cuando La Estrella de Valparaíso publica una nota firmada por Belén Velásquez en la que la Alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, supuestamente había dicho que las ollas comunes eran financiadas por el narcotráfico. La primera reacción de su servidor es que quiso decir otra cosa, pero lo comunicó mal, no obstante la misma edil usó su Twitter y con su desplante político que la caracteriza y con pruebas audiovisuales en mano, destapó todo: Había sido descontextualizada.
Y es que en la práctica no se había referido a todas las ollas comunes, y así lo dejó claro en Twitter y posteriormente en Instagram donde también se desahogó y se reunió precisamente con encargadas de dichos estamentos sociales para entregarle su respaldo. Sin embargo, al periódico de Esmeralda 1002 no le importó y lejos de publicar una rectificatoria (que es lo que hace cualquier medio serio cuando da una información errada o confusa), estuvieron cinco días dando jugo con este asunto, usando la máxima goebbeliana de que “una mentira se repite mil veces hasta que se transforma en verdad”.
Esto da poderosos argumentos a los que decimos, con justas razones, de que la prensa escrita no solo está en su peor momento porque solo haya un actor, que son El Mercurio y sus Medios Regionales, sino porque sabemos lo que representa ese conglomerado, cómo actúan y la manera de promover lo que apoyan. Finalmente, en Valparaíso, Santiago y en todo el país, ese cartel pegado en la PUC a fines de los 60s está más vigente que nunca: El Mercurio Miente.