Hace algunas semanas, se hizo oficial que en el nuevo musical de Broadway “Chicago” estaría nada más, ni nada menos, ni nada más que Pamela Anderson. Si, la misma que en los años 90s fuese una de las bombas sexys con sus apariciones en “Guardianes de la bahía”, en innumerables ediciones de Playboy y con una tormentosa vida personal.
Sin ir más lejos, la actriz de orígen canadiense apareció en varios programas estadounidenses para hablar de su sentir en este nuevo desafío, entre ellos el matinal “Good Morning America” y el franjeado femenino “The View”, ambos de la cadena ABC.
Uno siempre al leer los comentarios de YouTube está preparado para leer cualquier cosa. En el caso de la blonda, ya iba mentalizado para ver comentarios despectivos sobre su figura, el estereotipo de “rubia” que por años establecieron como cánon en algunos medios especializados en espectáculo, e incluso “ese video” que motivó recientemente una serie llamada “Pam & Tommy”, que en nuestro país y Latinoamérica está disponible a través de Star+. Y es que la historia pasada y reciente da la impresión que el gringo promedio no perdona.
Grata fue mi sorpresa cuando (con ayuda en parte del traductor automático de Google y YouTube) lo que leí fue todo lo contrario a lo que pude llegar a pensar: Muchas mujeres sobre todo deseándole lo mejor a Pam, hay incluso quienes la encontraron mucho más inteligente y centrada, otros agradeciendo que no tomó el camino de los excesos que condenó a otra habitué de los espacios de Hugh Hefner como lo fue Anna Nicole Smith, otro destacaba su voluntad de mejorar sus dotes en la actuación, hubo quien destacó que aún sobrepasando los 50 años siga estando activa, una cantidad no menor imploraba que los “tabloides” le deben una disculpa tal como se la hicieron masivamente a Britney Spears.
En fin, cuando estaba preparado para ver odio -y eso se ve a menudo en los comentarios de las redes sociales de nuestros medios, sobre todo si se trata de cierta cantante a la que veremos a partir del domingo en Chilevisión-, lo que presencié fue aprecio y sobre todo, empatía. Algo que nos falta en este lado del mundo. Contrario a lo que pude creer, los gringos se pusieron en el lugar de la otrora “CJ Parker” y no hicieron un coro burlón, sino que le desearon éxito en su rol en uno de los lugares icónicos de Nueva York. Los estadounidenses superaron la imagen que tenían de Pamela Anderson en los 90s y pudieron perdonarla, y no solo eso, sino que ponerse en sus zapatos.
A nosotros todavía nos falta, y parece que no solo se necesita de una Nueva Constitución ni de un gobierno progresista, sino que de aprender a querernos, a perdonar al prójimo y sobre todo, a ser más empáticos.