“El amor es esperanza” decía el eslógan de una famosa telenovela mexicana, “Nunca te olvidaré”. Y no cabe duda, a juzgar por el deprimido país en el que estamos viviendo post-pandemia y en un vertiginoso proceso de cambios, que nos hacían falta expresiones que nos recuerden que lo más importante, y lo más imperecedero, es amarnos los unos a los otros.
Quizás fue ese el leit-motiv que unió a Antonia Santa María, Carmen Zabala, Daniela Castillo, Elisa Zulueta, Francisca Walker, Geraldine Neary (Dindi Jane), Josefina Fiebelkorn, Mariela Mignot, Montserrat Ballarin, Susana Hidalgo y Vivianne Dietz en pos de los grandes clásicos de la canción latinoamericana, la “música bonita” que le llamaba la Radio Aurora, para junto a la dirección artística de Alex Waghorn, la dirección musical de Juan Pablo Ortega y el diseño y la asistencia de dirección de “Los Contadores auditores”, crear un emotivo y a la vez potente musical llamado “Concierto para románticos”, realizado anoche en el Teatro Nescafé de Las Artes, en Providencia.
El coloso de Manuel Montt, donde otrora se grababa cada edición de “Chilenazo” (Teleonce), llenó sus butacas de gente de todas las edades, pero muchos de ellos jovenes. No cabe duda que en el grupo de intérpretes aflora juventud, “la juventud de todos los tiempos” como decía la narración de la obertura de Viña 86, y así ha quedado demostrado al entonar con emotividad clásicos como “Mujer contra mujer” de Mecano, “Te amo” de Umberto Tozzi, “Te pareces tanto a él” y “Huele a peligro” de Myriam Hernández y tantos otros clásicos de diferentes épocas, todo con un despliegue escénico y una potente banda compuesta por Felipe Martínez, Felipe Gonzales, Gustavo San Martin, Juan Pablo Ortega que fue un excelente complemento a las cualidades vocales de las actrices.
Y es aquí donde encontramos varios diamantes en bruto que afloraron en una noche tan linda como esa: Vivianne Dietz se lució en la obertura entonando “Yo no te pido la luna” de Daniela Romo, así como también cantando en perfecto italiano el clásico “Non si Puo Morire Dentro”, o como en hispanoamérica se conoció como “De amor ya no se muere”. Sus cualidades vocales pueden conquistar a más de un adolescente que no se identifique con esos incomprensibles sonidos de trap, para convertirse en una baladista o intérprete de pop que pueda complementarse con otros fenómenos como Denise Rosenthal y Princesa Alba. Ya hay una actriz que está probando suerte en una fértil industria musical chilena como lo es Antonia Bosman, así que puede ser ese el antecedente, porque la puertomonttina tiene talento y está capitalizando el suceso de su personaje en “Edificio Corona”, que le dio reconocimientos y un fiel club de fans que estaba ahí en primera fila.
También podemos citar en este grupo a Elisa Zulueta, del cual el canto puede ser un talento escondido. Lo mismo con Geraldine Neary que además hizo una gran puesta en escena. Francisca Walker, que ya tiene una carrera musical a cuestas, también apostó su cuota. Susana Hidalgo interpretó una versión rockera de “Mentira” de Buddy Richard que le dio otro aire a un clásico cebollero. En fin, esto fue un verdadero musical de “Martes 13” a gran escala y con una doble carga de emotividad. El final fue un aplauso de pie a la labor de estas bellas y talentosas actrices que han dado lo mejor de sí para ofrecer un show de calidad.
A veces pienso si este tipo de obras musicales tendrá cabida en nuestra pequeña pantalla. Quizás el vehículo ideal para aquello sea NTV, STGOTV y quizás UESTV o UChile TV, hasta WappTV podría ser una perfecta vitrina debido a la gratísima presencia femenina, pero ¿Por qué no apostar por ellas para una reactivación de los festivales veraniegos como Olmué, Talca o Dichato? Sería un golazo de media cancha, digno de Bruno Zampedri. Muchos televidentes a lo largo y ancho del territorio se darán cuenta que las que ve todos los días en novelas y series tienen un muy buen talento escondido que debe ser explotado y apoyado por una industria televisiva que busca mejores cosas para sanear sus arcas, en pos de un mejoramiento de su modelo y su cambio por uno más sustentable y que por ningún motivo pase a llevar su dignidad humana.
Para finalizar este análisis, una reflexión personal: En primera fila del recinto providenciano había una persona del Espectro Autista que llegó, se sentó y vibró cada una de las canciones entonadas, y tal como los asistentes (entre ellos su servidor, ferreo defensor de estos espectáculos de alto nivel artístico) se emocionó, cerró los ojos, vibró con las maravillosas voces de las artistas anteriormente citadas. Esa es la idea, porque la música tal como la cultura son derechos humanos, como nos lo comentó Millaray Viera en el evento de Chilevisión y Paramount la semana pasada.