Un nuevo granito de arena al debate de qué es lo que entiende la TV chilena por concepto de música popular fue el que nos brindó la semana pasada el programa “Pero con respeto” (Chilevisión), en donde llevaron a la modelo y excandidata al Municipio de Viña del Mar, Marlén Olivarí. Lo peor fue cuando prácticamente celebraron la fallida incursión en el canto de la ex “Morandé con Compañía”.
Y es que no solo bailó junto a Julio César Rodríguez la canción “Yo decido”, un tema que fue comprado a una música de librería y en donde la voz de Olivarí fue manipulada de manera grosera con la magia del auto-tune, sino que también comentó acerca de aquello que se dió “un gusto” y que “yo tengo mucho respeto por los cantantes profesionales, sin embargo todos debemos cumplir nuestro sueño o crear o escribir una canción”.
Lo peor de todo es que, mientras cantantes que han construido una carrera seria han sido sumamente ninguneados e incluso apartados de la industria televisiva, a personajes televisivos del submundo del mismo como Olivarí se les celebra absolutamente todo, a pesar de las deficiencias vocales de la misma.
Además, mientras en los late shows norteamericanos se lleva a intérpretes de verdad como Olivia Rodrigo, Anitta, Camila Cabello, Rosalía, Shawn Méndez, Lizzo, Megan Thee Stallion y demás artistas contemporáneos, y en los españoles se opta por llevar a Lali, Aitana, Lola Índigo, Becky G, Tini Stoessel y demás estrellas del pop latino, el programa conducido por “el JC que le dicen” lleva a alguien que está lejos de igualar siquiera el virtuosismo de las cantantes anteriormente citadas. Así no se puede.