Cuando hace ya más de un año, La Red lanzó su fórmula editorial bajo el eslogan de “Cambiemos juntos”, muchos nos hicimos expectativas sobre el tono que iba a tener el canal 4.1 de Santiago, más aún en momentos en donde el debate sobre la calidad de la televisión local sobre todo a la hora de las informaciones o en los matinales estaba en entredicho. Víctor Gutiérrez había empezado, de hecho, como caballo inglés estrenando “Pauta Libre” dentro de la señal. Asimismo sumaron más y más gentes como Belenaza y Toto, “Las Gansas” y espacios de comunidades como “Chilezuela”.
Pero algo pasó, y fue en septiembre del 2021 cuando estrenaron en TV abierta “La batalla de Chile” de Patricio Guzmán, con la retirada de auspicios de Empresas Carozzi. Lo que pudo ser un cambio en los códigos de avisaje, terminó siendo una batalla entre CMs que, lógicamente, terminó por espantar a la audiencia.
Dicen que cada crisis trae consigo una oportunidad pero, infelizmente para los de Quilín, cada oportunidad trae una nueva crisis. “Las Gansas” no tuvieron segunda temporada, “Políticamente incorrecto” fue cancelado aun teniendo un nuevo ciclo a cuestas. Y mientras la incertidumbre laboral crece y en el intertanto profundizan su status de “darle voz a los olvidados”, como dice el eslogan de su espacio editorial, una fuente conocedora del medio calculó que ya hay más de 100 horas semanales de programación enteramente de teletienda.
Acá tenemos un caso de un canal que no tiene nada que ofrecer y que, ante esto, termina cayendo en la ley del mínimo esfuerzo. Lo que vimos el sábado pasado fue una nueva muestra de un mal manejo que ha tenido el periodista, polemista de profesión, que quiso abanderizarse por causas sociales sin darle un ápice de coherencia a su fórmula programática. ¿De qué sirve dar los resumenes de la Convención Constitucional los jueves si los pasas al mismo tiempo que los infames bloques comerciales?
Lo que más inquieta es el hermetismo absoluto ante la situación real por la que hoy pasa el canal. TVN en su peor época reciente era brutalmente honesto, en su matinal y noticiero se daba cuenta de lo que ocurría, lo mismo Canal 13 poco antes de la externalización de sus servicios a Secuoya y los masivos despidos. En este caso el secretismo es tal que genera ansiedad el saber que no están cumpliendo con sueldos y cotizaciones y que la huelga de los trabajadores ante el descalabro financiero y de gestión es prácticamente inminente.
Hay un canal que no está ejerciendo el correcto uso de los servicios de televisión, y es el CNTV quien debe tomar cartas en el asunto, más aún cuando tienes todo un día de infomerciales que solo terminan a la madrugada, cuando irrumpen las series y, como guinda de la torta, cierras transmisiones por una hora. ¿No será mejor ofrecer una transmisión continuada como el de Avenida Kennedy? ¿Formulará cargos Faride Zerán a La Red por no tener programación durante un día completo? Mal que mal, en los dosmiles fue el organismo el que criticó a UCV TV por su cantidad incesante de espacios pagados.
Por cierto, si el problema es la ideología, también hemos tenido casos de medios que quebraron y que fueron manejados por reconocidos derechistas. No hay que viajar tan lejos ya que acá ejemplos hay: Radio Minería (del Grupo Cruzat, amplio beneficiado por la dictadura y que en sus revistas sirvió a la Junta Militar, sobre todo en el Plebiscito), la revista de humor político derechista Ají Verde (criticada de principio a fin y que ni siquiera llegó a las 200 ediciones) y Radio Romance (que perdió audiencia en 2009 cuando se transformó en emisora abiertamente piñerista, y que hace poco volvió al dial pero a través de la Amplitud Modulada) son solo algunos ejemplos. No se trata de un color político, sino de la coherencia de un esquema programático y de ofrecer al “Chile nuevo”, como reza en su corporativo, una televisión a su altura.