Gran parte de quienes nos congregamos a través de esta página, como en una serie de canales y perfiles de redes sociales nos mueve el profundo interés por los archivos antiguos de televisión que prácticamente día a día engrosan los recursos audiovisuales de internet. En aproximadamente quince años han hecho una labor interesante y que no se ha otorgado el real significado que este tiene.
Para muchos, el ejercicio de ver tandas y archivos televisivos antiguos ha sido un mero pasatiempo o una apelación a la nostalgia, inicialmente quien escribe esta columna también formaba parte de ese grupo. Pero pronto esa revisión nostálgica se transformó en un motor aún más poderoso y didáctico, el de transformarse en una valiosa prueba material sobre lo que fuimos como sociedad, lo que vivimos como grupo comunitario. Más allá del recuerdo, el papel que cumplen estos archivos es el de reconstruir parte de nuestra memoria nacional si se hace un ejercicio un poco más acucioso e intelectual.
Quienes nos dedicamos a estudiar la historia, sea tanto estudiantes como académicos, la necesidad de buscar fuentes a veces se nos hace limitada al comprender las fuentes históricas sólo aquellas como documentos escritos, en su mayor medida testimonios escritos, libros y documentos oficiales. Las corrientes historiográficas que surgen al calor del siglo XX proponen una mayor expansión al concepto de fuente, agregándole nuevos espacios para encontrar recursos de investigación, sobre todo lo relacionado a lo audiovisual, es así de cómo podemos tomar una canción, un afiche o una pintura como una expresión de las mujeres y hombres en su tiempo y espacio, y estudiar sus vidas de una manera especial. Los archivos audiovisuales que se entregan a través de estos videos terminan encajonando en este grupo de pruebas, porque en definitiva terminan transformando en un motor potente de ideas, aspiraciones y realidades de momentos pasados de una sociedad determinada.
La nostalgia, el mero interés por el pasado se transforma y pasa a ser una visualización de cómo éramos en un determinado momento histórico, y sobre todo, supone un buen ejercicio de análisis para comprender quienes somos hoy reflejados a través de las acciones pasadas. El pasado se hace presente porque buscamos de ese pasado las explicaciones de las inquietudes de nuestros días. La historia no es el mero gusto por saber el pasado por el pasado, sino un instrumento que entregan las ciencias sociales para analizar a los seres humanos del día de hoy y entregar herramientas para el futuro. Entonces esto pasa a ser una necesaria vuelta de tuerca.
Veamos el caso de cómo países como Francia, España o Argentina clasifican a sus documentos audiovisuales emanados por sus televisoras públicas, las clasifican como “archivos”, no las engloban en una nube edulcorada de los buenos recuerdos del ayer (como si todo pasado fuera mejor) sino como un material que incita a los interesados en la investigación histórica en poder desarrollar sus estudios. Forman, en definitiva, siendo parte del patrimonio audiovisual de una nación, parte de la memoria colectiva y de la construcción de nuestra identidad. El que estos proyectos los cobijen instituciones amparadas en la memoria e historia nacional les quita el rótulo de meros distractivos de entretenimiento que se busca apelar en diferentes sectores.
El trabajo de estos canales y páginas tendrá que algún día ser recompensados de una manera especial y más profunda de la que el día de hoy hacen. Su labor ayuda a encontrar importantes momentos de nuestro pasado y que ayudan a comprender nuestro entorno. Digamos que son los archivistas que sin proponerse ellos mismos, hacen una tremenda acción para recuperar parte de nuestro patrimonio intangible como país, y espero que tengan tanto la conciencia como el reconocimiento de la labor que hacen. Deseo que ustedes también valoren esto más allá de un pasatiempo, sino como parte de la comprensión de lo que somos como país. Entendamos que esto es mucho más valioso que un contacto con el pasado, es parte de nuestro presente.