Lo siguiente es una reflexión tras quince años de circo, primero en LTSC y desde hace ya cuatro años, haciendo TVenserio. Desde hace ya varios años que, además de nuestra postura crítica de la industria televisiva y algunas clases de contenidos, hemos abogado por diversas causas que (aunque no se den cuenta) tienen que ver con lo que vemos a diario en televisión, sea abierta, cable o streaming: La salud mental.
La historia personal de quien les escribe está escrita de muchos desafíos, apuestas pero por sobre todas las cosas, de mucha incomprensión. Sea por mi afición al pop femenino, o por los cuestionamientos que le hacemos a lo que hoy queda de la farándula o a los matinales. Y de verdad, es difícil para una persona que tiene que luchar por el bienestar de su mente, tener que hablar todos los días de cosas negativas o, mejor dicho, encontrarse con contenidos o gentes nocivas.
Y es que después de dos años alejado de Twitter, he aprendido a usarla con su sana responsabilidad: De chilenos solo sigo a mis más cercanos y a contadísimas cuentas ligadas a la información, el resto se reparten en españoles o latinoamericanos que, o también son aficionados a las comunicaciones, o que comparten fanatismo por algunas de las cantantes de moda. Y cuando quieres dar una reflexión y prevenir al mismo tiempo los ataques de gente inhumana (en todo sentido), optas por seleccionar que solo pueden responder las personas que sigues.
Como sitio, hemos aprendido a filtrar ciertas cosas o programas de los cuales no vale la pena comentar ni un solo párrafo. Si acá se toca a “Me Late” y “Zona de estrellas” es exclusivamente porque fallan en la forma de cómo hacer periodismo de espectáculos, y más si en el mismo tiempo en que eligen atacar a una cantante como Cami, se ponen del lado de un personaje incomprensiblemente venerado en redes sociales a pesar de sus oscuros vínculos al mundo del narcotráfico. ¿Qué clase de casta televisiva puede pactar con gentes con oscuras intenciones, y más si ese mismo le ha quitado la tranquilidad a miles de familias y sectores en el país, no solo en el Gran Santiago?
Sin embargo, aún así no es suficiente. Y va más allá de que si en los espacios anteriormente mencionados se defiende a Helhue y se ningunea a Cami, es algo de fondo: Desde 2010 en adelante y perfeccionando las formas en el último tiempo, hemos querido que la música nacional e internacional vuelva a tener la preponderancia que tuvo en los 80s y 90s. Guardemos las proporciones, no hablamos de volver a los tiempos de “Sábados Gigantes” o “El festival de la una” en donde solo unos pocos podían actuar, aún sin lanzar disco alguno y que aparecían solo por amiguismos incluso con el dictador. Hay una corriente de artistas femeninas chilenas que han destacado en el extranjero en buena lid, y a mí me duele mucho como editor de un medio sobre televisión y observador crítico de esta que no se le de el trato que realmente merecen. La radio ha hecho su pega como “Voy contigo” de FM Dos, así como en el cable hay espacios como “Sonidos 24” y “CNN Magazine”, y uno que otro espacio en la TDT como STGO.TV, UChile TV y WappTV, todos apuntando a sus públicos y segmentos. ¿Por qué no pueden hacer el mismo trato los canales de alcance nacional?
Aunque lo encuentren insólito a mí como amante de la música de la forma más placentera, me enoja bastante. Desde que empezó “The Voice Chile” en Chilevisión no ha habido un trato amistoso hacia la intérprete de “Un poco más de frio”. Yo por mi parte critiqué las fiestas clandestinas de Cami, al mismo tiempo que lo hice con el destemplado trato que se le dio en los medios con insultos de por medio (“rockera al peo” la llamó Eduardo de la Iglesia, transformado desde 2021 en un justiciero social de La Red). Pero un grupo de influencers entra sin tener el permiso de vacunación al día a Lollapalooza y sembrando muchas dudas y donde llegan privilegiados que vaya uno a saber quienes actuaron y si de verdad escuchan sus canciones, no tienen la misma crítica. Es más, los anteriormente citados programas se han enfocado en un falso sobre una supuesta pelea entre JC y su pareja y luego analizar el look con el que fueron los famosos como si fuese la gala de Viña en los tiempos de Reginato. Nadie puede diria “Pequitas” del Jappening.
Por lo mismo, por salud mental dejé de ver matinales. No ofrecen no solo lo que yo espero, sino que lo que una persona en mi situación espera de ver. ¿Qué situación se preguntará usted? Es primera vez que cuento esto, pero soy parte de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), tengo un carácter que puede ser explosivo y no sé canalizarlo de la mejor forma, al menos este sitio no ha sido usado para tal fin, pero si hay algo que me molesta de la televisión actual lo digo. Es mi labor, y no solo pienso por mi, sino que por tantas personas olvidadas, postergadas y que no tienen la misma vitrina que tienen los que gritan más fuerte como Chanfreau, Gonzalo de la Carrera, Rojo Edwards y Renato Garín. Y no lo hago con el afan de destruir a los matinales o que vuelvan “Teleduc” ni “El club del clan” de Chilevisión, hace rato que me dejé de calentar la cabeza por la nula programación infantil en la TV abierta ya que para eso existe NTV y el bloque “TaTeTi” que se emite por TVMás 2.
Lo mío es, además de un tratamiento responsable y con sentido del profesionalismo de las informaciones sean positivas y negativas, un entretenimiento acorde a los tiempos actuales. A mí me enrabia que ningún canal quiera transmitir Olmué porque a gente como nosotros (y hablo por los TEA) que nos encariñamos con la música, nos duele que nos arrebaten uno de los eventos veraniegos por el que nos encariñamos. Lo mismo pasa, y vuelta a hablar del caso Cami, cuando la prensa farandulera y “esos dos programas” se dedican a tirarle la carrocería a alguien que siempre tuvo plena disposición con gente como nosotros, y aseguro de buena fe que sus colegas nacionales han tenido la misma disposición. E incluso hay que viajar a USA, donde Katy Perry cantó abrazada de una persona autista hace un par de años.
¿A qué voy? A que ser TEA no es un impedimento para criticar lo que no nos parece y buscar contenidos más amigables. Aunque no lo crean, para mí que llevo haciendo esto desde hace cuatro años y que ve que los que se llevan las pautas son los que gritan más fuerte, mientras los que cantan como los dioses y hacen teatro aún con precariedades siguien siendo “los que sobran”, “los olvidados”, me da pena y a veces me cuestiono si vale la pena seguir haciendo esto. Pero al mismo tiempo y pensando con la cabeza fria, siento que mis ideales son mucho más fuertes que cualquier ridiculización o ninguneo, y hay que seguir dando la pelea aunque la contienda sea desigual.
Hay que hablar de inclusión pero hay que hacerlo en serio. Cuando me preguntan para qué vas a pedir música en vivo si en YouTube puedes ver el estelar de Jimmy Fallon, si, es entretenido y todos nos reimos con aquello, pero no es lo mismo si no son equipos chilenos, con profesionales chilenos y con un esfuerzo técnico y humano hecho en nuestro país. Esa es la diferencia y es la que buscamos solventar en cualquier plataforma, porque ya hay espacios para dichas cosas como TVN Play.
Como tenemos la (mala) fama de llorones, nos dicen que la televisión, la farándula y Twitter son “sin llorar”, algo maquiavélico y con lo cual como un administrador de medios no puedo siquiera adherir en lo más mínimo: Porque cuando ves que un matinal tiene un enlace sobre una pelea vecinal en un barrio del sector sur santiaguino hay que llorar, cuando ves que las redes sociales impulsan un programa homologado de Argentina donde no hay un debate de ideas sino que entre quien grita e insulta más fuerte hay que llorar, cuando un programa como “Zona de estrellas” solo le importa el teatro cuando la Maldonado hace un café concert hay que llorar, cuando las belicosas notas respecto a la labor de Cami y las críticas de redes sociales siguen abundando como la espuma hay que llorar, cuando los tours nacionales de los artistas chilenos no son motivo para que puedan aparecer en matinales, franjeados, noticieros e incluso late shows como el de JC hay que llorar.
Aunque no lo crean, hacer un sitio de televisión que se propone hablar de lo bueno y lo malo (y lo feo) de la tele y tener que comentar más de lo último que de lo primero apena y hasta uno se cuestiona si se está haciendo lo correcto. Estamos en momentos donde la cultura de la violencia sigue apoderándose de nuestras vidas y es la secuela de una pandemia que nos mantuvo encerrados e incluso llorando todas las noches. Lo que nosotros debemos hacer es abogar por contenidos más amigables y positivos, sobre todo para los que somos más sensibles. La música purifica el alma, la risa abunda en la boca de los que sacan una carcajada aun con algo desde lo absurdo. Abogar por que se impulsen los eventos e instancias de música en vivo como las hay en España. Hay una Ley de Autismo que duerme en el Senado y es labor de nosotros decirles que la aprueben porque hay niños que no pueden esperar. Aunque la contienda sea desigual, bajar los brazos y tirar la toalla no es opción.