Ha partido de este mundo terrenal don Javier Miranda Munizaga (1930-2022), destacado hombre de radio y televisión que se dedicó al ambiente de las comunicaciones a lo largo de seis décadas, tal vez muy pocos comunicadores en este país tuvo el privilegio de participar en las eras doradas tanto de la radiodifusión como de la televisión en Chile, lo que recalca la importancia de su figura y la magnitud de su pérdida, era historia viva del desarrollo de los principales eslabones de la cultura de masas chilena.
Miranda estuvo presente en gran parte de los eventos que gravitaron la vida social y cultural chilena de esos años, desde festivales y eventos deportivos (asumiendo que el “tío Javier” no tenía gran afinidad con los deportes) como también formando parte de acontecimientos trascendentales en la vida política y social chilena. Por tanto, don Javier fue testigo de su tiempo.
Durante los últimos meses, he escrito en este espacio una pequeña cronología de la “edad de oro de la televisión chilena” un periodo por el cual se extiende por aproximadamente veinte años (1978 a 1998), aquí la figura de Javier Miranda fue trascendental, siendo parte importante de los principales momentos que construyeron de la televisión el instrumento de mayor cercanía con la sociedad de esos años.
Participó de manera bastante protagónica en las campañas de la Teletón por aquellos años, debido a su rol de lector de noticias estuvo presente en las coberturas históricas de la visita de Juan Pablo II a Chile y la transmisión del Plebiscito de 1988 en Canal 13, así como llevó a los chilenos los principales acontecimientos del país y el mundo a través de la conducción del noticiero Teletrece, el informativo de mayor sintonía y credibilidad en los difíciles años ochenta. Pero a Miranda lo conocemos mejor por su faceta de conductor de espacios de entretención, algo que lo hizo popular ya en la radio allá por los cincuenta, en este reducto el animó dos de los espacios más reconocibles de la televisión de los ochenta y noventa, Martes 13 y Maravillozoo respectivamente, la conducción de estos dos programas, ya cuando don Javier se aceraba a los sesenta (edad bastante apropiada para el retiro) solo incrementó su ya conocida figura y lo hizo acercar a las generaciones más jóvenes, es por eso que nos sorprendimos a una generación de personas entre 25 a 30 años lamentándose de la partida de un hombre que juntaba a las familias chilenas los viernes por la noche para ver a diferentes animales de todas partes del mundo.
Quiero recalcar esto último, la carrera de Javier Miranda, si bien ya consolidada a fines de los años ochenta, se hizo todavía más memorable cuando don Javier tenía 58 años que para el año 1988 era considerada ya la tercera edad, pudo haber sido una edad para que lo despidieran, para “renovar plantel”, para dejarlo atrás, no fue así, siguió y demostró que talento y carisma tenía. Este mensaje es claro, para hoy y para siempre, que las personas independiente de su edad se les debe valorar por su aporte y su talento, que la vejez no debe ser una barrera para que muchas y muchos sigan dando su aporte al mundo de las comunicaciones. Debemos encontrar la fórmula para que se puedan unir la experiencia de unos y la juventud de otros.