Realmente vivimos momentos tensos, el plebiscito del 4 de septiembre ocupa gran parte de la discusión política y social en Chile, y prácticamente toda conversación termina radicada en el referéndum. Son días en que consumimos muchos medios informativos, y si hay algo que hoy podemos valorar, es el carácter crítico de los ciudadanos en el momento de acudir a estos medios. Pero algo anda mal.
Tenemos claro que existe una proliferación de las noticias faltas a través de internet, muchas veces apoyadas por rostros que garantizan credibilidad a estos hechos, sin dudas que esta práctica genera un fuerte desmembramiento en la confianza a los procesos democráticos, y aún peor, a pesar de que estas afirmaciones son desmentidas, se genera un brote de desconfianza. El problema es que en estos últimos meses han surgido sitios que tratan de desmentir hechos…pero tratan de castigar a un sector político e ideológico. Por ejemplo, el portal de Twitter El Cazafarsantes tiene como gran exclusividad descubrir los bulos e imprecisiones generadas en el mundo de la izquierda, algo positivo sin dudas, pero proporcionalmente es mayor al número de información de falta a la veracidad generada por la derecha.
Pero no son sólo los sitios de chequeo de información quienes, simulando ser observadores imparciales, pecan de sesgos. Ojo del Medio, página multiplataforma que pretende dilucidar las asociaciones de la gran prensa con los grupos de poder hace gala de criticar la falta de objetividad que presentan los medios hegemónicos, no ha hecho nunca una crítica hacia medios de izquierda que también adolecen de pluralidad en las opiniones que divulgan estos medios, por muy contrahegemónicos que sean, adolecen de las mismas faltas que se critican a los medios de referencia del periodismo nacional. Al parecer el objetivo de Ojo del Medio no es ser un observador de medios, sino que un simple medio de denuncia sobre la concentración que se presenta en nuestro sistema de medios.
En definitiva, las críticas parecen provenir más bien hacia lo que molesta y no se hace un trabajo transparente sobre las intenciones de estos observadores de medios, pero esto va más allá. Nuestra actitud como lectores, radioescuchas y televidentes también está muchas veces establecidas por nuestros prejuicios que cada uno tiene según su concepción ideológica, todos tenemos una acogida diferente a ciertos medios y personajes, el problema ocurre cuando queremos generar una conducta que censure a los rostros que piensan diferente. He visto cómo se han apuntado con el dedo a periodistas al priorizar críticas a determinados sectores sobre otros y aplaudiendo a aquellos que sí tienen su misma afinidad, reitero, es natural que seamos afines a ciertos periodistas o medios sobre los otros, pero lo que no podemos olvidar que aquellos que piensan diferente también tienen el mismo derecho de participar dentro de los círculos de opinión, y que no deberían correr consecuencias por sus actos si lo hacen de una manera responsable. Vivir en democracia también implica la a veces difícil disposición de que el que piensa distinto también puede opinar, siento que en estos días ese principio fundamental para la convivencia social, se pierde al calor de las trincheras políticas.