La televisión española sabe reconocer a sus más grandes figuras de la canción. Esta semana la cantante Luz Casal participó en el más reciente capítulo del estelar de RTVE “Las tres puertas”, conducido por la reconocida periodista María Casado.
En una emotiva conversación, la intérprete de “No me importa nada” habló del cáncer que se le diagnosticó en dos oportunidades, y cómo pudo sobrellevar el tratamiento para ganarle la batalla a la enfermedad más maldita de la humanidad. Al respecto, señaló que “una de las cosas que me ha dado el haber pasado por los episodios del cáncer es una evidencia de que la gente que sufre sabe que yo les entiendo, que el haber pasado por una experiencia similar te da como un conocimiento”.
Reconoció además que “tengo una comunicación más amplia que antes de los episodios de la enfermedad, con lo cual de alguna manera he sacado provecho de esas experiencias”.
Asimismo, nunca se asumió como una persona miedosa, según relató a Casado. “Me parece que el miedo coarta demasiado mis ganas de ser libre y de actuar y de ilusionarme y de vivir, entonces yo creo que miedo… hombre algún momento de bajón gordo no niego que lo tuviera. Si no serías una roca”, dijo tajantemente quien viniese a Chile en innumerables ocasiones, siendo la primera de ellas el concierto de Amnistía Internacional en octubre de 1990.
También conversó sobre el especial vínculo que tuvo con su mamá. “Siempre he tenido presente ciertas cosas como por ejemplo que mi madre repetía muchas veces cuando yo me quejaba, que no me quejo mucho, me decía ‘no se puede tener todo’”, confesó Casal.
Otra de las reflexiones que brindó en el espacio de La 1 fue que “la vida siempre ha sido como un sube y baja, no me interesa por otro lado tener esa sensación de que vivo de manera muy plana, yo necesito para mi propio trabajo, mi propia necesidad, como individuo, como mujer, tener experiencias, salir de un hoyo fortalecida”.
Luz Casal también reveló que una de las cosas que hizo a menudo durante la pandemia fue hablar por teléfono con las personas que lo estaban pasando mal. Relató que “aquello fue una gran lección de fortaleza, de preocupación, de comunicación que tuve 60 días a través del teléfono cuando hablaba con la gente, prácticamente la gran mayoría era gente desconocida y en algunos casos gente que no sabía quién era yo”.
“Yo no considero que lo que hice sea algo extraordinario, era algo necesario. Cuando hay dificultades tú tienes que aportar, eso es vivir en comunidad, tener sentido de lo que hay a tu alrededor, estábamos todos aislados pero al mismo tiempo había unas necesidades de comunicación, es lo que hice, comunicarme con la gente y saber que había otras realidades y que si servía un comentario mío o una estupidez que dijera para alegrarles algunos segundos, eso era la mayor satisfacción”, afirmó.