En las últimas semanas, en medio de la campaña electoral, se ha intensificado una discurso proveniente de ciertos sectores de la opinión pública alegando una “cultura de cancelación” en relación a ciertas opiniones y comentarios levantados por personalidades públicas, entre rostros políticos y algunos columnistas de destacados medios de comunicación. Esto no es más que una exageración al término, pero en definitiva es otro el suceso que lleva al desconcierto de estos rostros.
Hablar de cancelación para un grupo que tiene el privilegio de escribir periódicamente en los medios de comunicación más importantes del país, cuya cámara de eco los hace a medios incluso más convocantes (la televisión y la radio) es derechamente un descriterio y una falta de comprensión de los privilegios que un grupo de chilenos han detentado por décadas. Esto hace desconocer sus ventajas sobre otros grupos de presión de los cuales están proporcionalmente inferiores en la vida ciudadana, sobre todo en la producción de “opinión pública”. El problema es otro, y ese es el de la credibilidad.
No se si será el privilegio de estas personalidades las que los enmaraña y no pueden percibir que lo que realmente se les esgrime en contra de estas personalidades es la calidad de sus opiniones y visiones sobre los hechos, no se les está criticando a las personas, sino lo que dicen. Y que lo digan sin grandes reprimendas a través de importantes medios. Muchos se defienden diciendo que son académicos e intelectuales, pero siendo francos, ¿cuantos otros académicos e intelectuales, incluso con mejores pergaminos que los que detienen estas personalidades no tienen el espacio necesario para expresar sus puntos de vista? Y aquí aparecen las influencias generadas por el poder del dinero y los intereses económicos, que financian a instituciones que merecen, al menos ser equilibrados con otros grupos de presión de los cuales son tomados en un segundo plano.
En definitiva, este no es sino otro episodio más de la llamada concentración de los medios tradicionales en Chile (hago una acotación a medios tradicionales ya que en medios alternativos la situación es diferente), pienso yo que el problema en la prensa en nuestro país no es la ocultación de noticias ni menos la censura,como sucedía en otros tiempos, sino que la excesiva representación de ciertos grupos y sus respectivos representantes, de grupos movidos más bien por influencias económicas más que por el valor de sus opiniones. En conclusión, más que decir que los medios mienten u ocultan, lo que realmente pasa es que la llamada “opinión pública” está dominada por ciertos intereses que no corresponden al amplio espectro de visiones que se presentan en nuestra sociedad.