¿Sabrá la farándula chilena que este país no es el mismo de hace diez años? Esa pregunta me la hago todos los días desde mi status de sostenedor de este medio, cuyo crecimiento viene de la mano con una crítica aguda y certera, pero constructiva, respecto a la industria televisiva. Y es que uno de los pecados que condenó a la misma a la crisis de la cual recién este año a punta de ensayo y error están comenzando a reponerse, es por darle demasiado poder al género de la prensa rosa.
Por lo mismo, hay una señal preocupante por el lado de los señores de Zona Latina, y es que tras la salida de Raquel Argandoña a TV+ la sustituta va por el camino de la guerra imaginaria. Me refiero a Daniela Aránguiz, quien se ha burlado en reiteradas ocasiones (casi rayando en la psicopatía) de la depresión de Karen Bejarano, más aún en tiempos donde la salud mental es un tema sensible. En mi caso, ese asunto es sagradísimo debido a lo que tuve que pasar durante la pandemia, que no viene mencionar al caso, y porque al fin tenemos un Gobierno que sabe ponerse en el lugar de uno y trabaja para mejorar la situación de cada uno de nosotros.
Pero el mensaje que nos mandan desde los altos de Chucre Manzur, con complicidad del señor Sergio Marabolí, es dañino: Ser una persona burlona y que hace a diario apología del bullying puede ser premiado con un panel farandulero, en donde puedes ganar puntos si eres lo suficientemente funable. Un horror por donde se le mire.
En lo personal soy uno de los que le mencionan la palabra “farándula” y les aseguro que no voy a decir nada positivo. ¿Y por qué tendría que avalar un género que durante más de veinte años de existencia se ha dedicado a destrozar mentalmente a las personas? Ejemplos hay muchos: Bejarano, Cami, Valentina Roth. La lista es tan amplia que daría para hacer un libro o hasta un informe completo. Que hablen pestes de tu labor en un programa de talentos o que te tachen de “suelta” en un programa de la naturaleza de “Primer Plano” sobrepasa a cualquiera, y cualquier persona con un mínimo de empatía debería saberlo.
A lo largo de este año y el anterior, “Zona de estrellas” ha demostrado con creces que puede ser tan tóxico como una fiesta en Chernobyl: Se han burlado del aspecto físico de personalidades públicas, han dicho frases absolutamente sexistas sobre las mismas y han hablado pestes de artistas como la anteriormente citada intérprete de “Abrázame”. ¿Puede sostenerse un programa con tal nivel de violencia verbal? Uno ve los comentarios de Instagram relacionados a lo que se dijo en ese espacio y de verdad se espanta. ¿Ese es el nivel de sus televidentes? Créanme: Viven en el reino de la posverdad.
Es deber de cada uno de nosotros como dueños de medios enfocados en televisión, dentro de nuestras respectivas visiones de país y de la industria local, tener un pensamiento más crítico y mucho menos condescendiente hacia figuras como Aranguiz, que pueden azuzar violencia contra alguien que no está interesada siquiera en hacerle daño. Es un imperativo moral, ético y humano no hacer pasar sus insultos y ataques verbales con eufemismos buenistas que blanqueen algo que no es digno de vivir para nadie, ni siquiera para buscar clicks. No van a dejar de tolerar la farándula si hacen algo tan sencillo como no justificar los insultos, ni de ella ni de nadie.