Y llegamos, mientras usted lee esta columna se estará inaugurando la copa mundial de fútbol en Qatar, y si bien vamos a estar seguramente hablando de este hecho durante todo el mes, esta ocasión es bien diferente, no solo porque el mundial se realizará en el otoño del hemisferio norte, sino porque sinceramente, al menos en Chile, este hecho no tiene la relevancia que siempre ha tenido para la vida pública.
Razones, muchas. Dirán muchos que este es parte de una reacción más bien global en torno a una competición obtenida a base de sobornos y donde una monarquía casi absoluta, en donde no se respetan una serie de derechos fundamentales, no merece el respeto que tendrían que tener estos magnos eventos. También podemos incluir a estas causas el hecho que Qatar es un país escasamente futbolizado, lo que genera hechos insólitos como hinchas venidos de otras latitudes pagados para asistir a los encuentros y apoyar a selecciones. Pero un factor bien grande radica en el hecho que Chile se quedó con el gustito del “país protagonista”, campeón de dos Copas América y con una generación descollante de jugadores. El síndrome de ausencia ha pesado mucho, e infelizmente la televisión transmite tal sensación.
El mundial de fútbol es un factor determinante para la masividad de la industria televisiva chilena, la copa del mundo realizada en nuestras tierras en 1962 es sin duda el mejor ejemplo de aquello, a partir de este hecho podemos definir a la televisión como un objeto de masas y por ende adquiere relevancia pública. El transcurso de los posteriores mundiales reforzarán la importancia que estos eventos tienen para cimentar innovaciones técnicas o aprovechar una gran instancia para demostrar la capacidad de la industria nacional para acometer grandes coberturas, con o sin la presencia de Chile entre los competidores de la justa deportiva.
Es así como la televisión era la que imponía el tono público para invitarnos a presenciar el mundial, era el compás definido por nuestra tele la que instauraba el llamado “modo mundial” en la sociedad. Todo comenzaba unos seis meses antes, con el sorteo de los grupos, era la primera ocasión donde las estaciones llamaban a sintonizar las transmisiones mundialistas, desde ahí, se generaba una intensa promoción que incluía microprogramas relativos a la historia de los mundiales o las sedes del evento, como la auspicio de productos vinculados al mundial (que iban desde los álbumes hasta la realización de sorteos). Hay casos en que se llegó a promocionar hasta con un año de antelación la transmisión de la copa del mundo por parte de los canales, como por ejemplo fueron los casos de los mundiales de 1982 y 1994, esta última fecha la tomamos de una manera destacada ya que la selección chilena ni siquiera estaba habilitada de participar en las clasificatorias, aún así la televisión chilena hizo una cobertura encomiable, al nivel de un país que sí alcanzó la clasificación.
Hoy las cosas son diferentes, hace apenas un mes que se conocieron los canales que transmitirán el mundial, recién esta semana han hecho un mayor énfasis a la promoción del evento, destacándose Canal 13, que apelando a su vasta historia transmitiendo mundiales trata de convencer al público de sintonizar sus coberturas. Pero aún así no acompaña el ambiente público, no se transmiten los clásicos comerciales mundialistas de diversas marcas (por lo menos en Chile), ni las clásicas noticias de las ofertas de televisores, todos hitos que encendían el ambiente las semanas previas a la copa del mundo.
¿Está Chile completamente desconectado del ambiente mundialero? No, es arriesgado decir que no lo estamos. Se hacen grandes grupos para rellenar las figuritas del álbum de la copa, se han hecho juntas masivas al respecto, con miles de participantes. Se abren grupos de discusión en redes sociales al respecto de la capacidad de las selecciones que serán las favoritas. Pero la televisión no refleja esto, se ha quedado ensimismada en una sensación de negación, ambientando una supuesta apatía general en torno a esta competición por el sólo hecho de que La Roja, como ha sucedido en la mayoría de los mundiales, no está presente. Se puede considerar este ambiente como una claudicación de la televisión de reflejar los acontecimientos que están en boga y un abandono de un papel fundamental que este medio tuvo por décadas, la de fijar y promover los grandes eventos públicos, sean nacionales o internacionales, sean políticos, científicos, Reales y en este caso los deportivos.
Este hecho solo es otro gran síntoma de la pérdida de identidad, de tacto social y de intención de convocar a las grandes masas que históricamente ha ofrecido la televisión a la comunidad. Esperemos que durante el transcurso de las semanas venideras esta situación pueda revertirse. Al fin y al cabo, la pelota solo comienza a rodar hoy.