En las últimas semanas la ministra del SEGOB Camila Vallejo ha anunciado a la opinión pública una serie de acciones dirigida a analizar el impacto de las llamadas noticias falsas en el ambiente público, para orientar tales acciones, el ministerio busca abrir mesas de diálogo con (algunas) escuelas de periodismo y (algunos) grupos de periodistas en las cuales se busca tomar acciones concretas para frenar la influencia que la información mal dirigida puede tener dentro de las decisiones que toman habitualmente los ciudadanos.
Como era de esperar, diversos sectores han puesto objeciones a la acción, muchos con la intuición que este sería el primer paso para establecer alguna ley de medios que podría afectar la libre propiedad de los medios de comunicación. Otros simplemente ven que estas mesas de diálogo no son lo completamente constituidas porque faltarían los dueños de medios y otros grupos de presión importante para tomar ciertas medidas. En torno a todas estas aseveraciones descansa una tremenda desconfianza hacia la acción que podría ejecutar una ministra que pertenece al Partido Comunista. No quepa dudas que para muchos el temor justamente radica en que una pequeña discusión pueda terminar siendo en una búsqueda del gobierno en obtener el control mediático de alguna u otra forma, pero hasta este momento esto es solo una afirmación exagerada.
Además, es necesario que el Estado (más allá del gobierno) ponga en el tapete estos hechos. Las noticias falsas han ocasionado tanto la confusión como la polarización social en diversas latitudes. Y no solamente esta proliferación de información implica consecuencias electorales, sino incluso en situaciones que alteran la salubridad pública como las informaciones referidas a las vacunas contra el COVID 19. Las noticias falsas han desafiado al objetivo primordial de los estados que constituye en mantener de manera pacífica el bien común, y ante esta amenaza tan latente, los estados no pueden quedarse de manos cruzadas, pero esto no significa que tengan que intervenir medios ni menos crear leyes adicionales, sino que simplemente busquen crear canales de acción con los medios de comunicación para hacer frente común en contra de un elemento cuyos efectos son elementos altamente perniciosos dentro de la sociedad.
Ante la información falsa se tiene que construir un frente unido que va más allá de lo medios, lo periodistas y los gobiernos nacionales, este es un asunto global y por lo cual deben estar presentes tanto las organizaciones supranacionales así como una serie de actores tecnológicos que median en la transmisión de información, me refiero específicamente a páginas de búsqueda y redes sociales. El efecto de crear mesas solo con una parcialidad de participantes es insuficiente en medio de una divulgación que tiene orígenes desconocidos, que no conoce las fronteras nacionales. Si bien el desarrollo de los diálogos fomentados por la ministra Vallejo son necesarios, estos deben ser más completos y deben acompañarse por una iniciativa global al respecto. El problema es demasiado grande para solo ser tratado de manera local.