Ha pasado una semana desde que Viña 2023 sorprendió al anunciar a Christina Aguilera como su gran número anglo, y ya podemos sacar conclusiones como, por ejemplo, que el solo anuncio de la estrella norteamericana de origen latino ha significado que el resto de los canales se manifiesten con el hype por las nubes. Y no solamente los canales organizadores, sino los que están fuera de los derechos pero con las mismas ganas de ser parte de la fiesta como La Red y Mega.
Irónicamente, el primero que vendiera en 2013 el humo más grande de la historia al dar por hecho que venía al año siguiente cuando la realidad golpeó tan fuerte como Gonzalo de la Carrera a los diputados en el hemiciclo: Rod Stewart sería la carta de aquella versión del certamen, la cual sería recordada por el arrase de Laura Pausini, la silbatina ensordecedora hacia Ruddy Rey y el papelón de los “pajaritos en el aire”.
Y el segundo que tiene una relación bastante rara con Ripamonti, por lo menos el acercamiento que han tenido hacia la figura política de mayor credibilidad en la Región de Valparaíso. Desde el reportaje hacia los hoteles en abandono y los planes para recuperar el Hotel O’Higgins, hasta el enlace en directo con la misma edil encabezado por José Antonio Neme. Una relación rara, tomando en cuenta que minutos después Olivarí hablaría desde su resentimiento contra ella, al haber perdido la elección municipal con toda una prensa farandulera a favor tanto de ella como de Andrea Molina.
Sin embargo, quienes han guardado un estruendoso silencio han sido dos estamentos. El primero, como era de suponerse, los programas faranduleros para los cuales no existió tal anuncio y se dedicaron a lo suyo. Un Mauricio Israel tan necesitado de pantalla como de plata acaparó la atención en “Sígueme y te sigo” de TV+ con sus consabidos shows al aire, y los dichos homofóbicos dentro del espacio que recalcan el ambiente tóxico que ha fomentado dicho género televisivo con las minorías.
Y por otro lado, un “Zona de estrellas” cuya única referencia al futuro Festival ha sido buitrear a los conductores, como lo hizo el señor Hugo Valencia no solo contra María Luisa y Martín, sino contra Josefina Valenzuela y Francesco Gazzella, los encargados del backstage, ninguneándolos porque no hacen entretención. Lo más chistoso e increíble es que el mismo opinólogo estuvo el pasado lunes en el mismo “Buenos dias a todos”, que fue conducido por la misma “Pitu”. Durante la semana hemos recibido un comentario de que el motivo de sencillamente no tocar el tema de Xtina es uno solo: No tienen por donde atacar.
Quizás, con esta omisión digna del “60 Minutos” ochentero, hay una declaración de principios que nuevamente nos da la razón: La farándula nunca quiso que la música entrara a reclamar su espacio en igualdad de condiciones en la televisión. Era visto por todos durante los quince años que tuvo el inmenso poderío que ostentó, y que perdió a punta de malas decisiones y una quiebra de la industria.
¿Pero sabe? Hay otros que todavía están silenciosos al respecto, y son los habituales opinantes sobre la mala calidad de la televisión chilena. Los que todos los días, mediante memes, pantallazos y videos varios, nos dicen que la pequeña pantalla pasa por un mal momento, que menosprecian todo lo que ocurre dentro de la industria, sin importar si la noticia es buena, y que a diario despotrican contra los matinales y los mismos espacios funables del 5.1.
La misma pequeña pantalla que les gusta criticar les dió una noticia positiva que puede cambiar significativamente el rumbo de la misma, Dios y televidentes mediante, y lo que menos han hecho es hablar de aquello. Muy por el contrario, decidieron también ignorarlo por acción u omisión. ¿Será que les conviene en el fondo que nuestra tele sea mala para que puedan seguir criticando a destajo?
No importa, en mi caso he esperado diez largos años este momento y ya estoy más que satisfecho con los anuncios viñamarinos. Los que decían que no era posible ver divas pop en nuestra TV hoy tienen que tragarse sus palabras, porque sí era perfectamente posible no solo recuperando el valor humano y el sentido del espectáculo, sino que cambiando a quienes están arriba. Quizás las señales desde la Quinta Vergara le hagan decir a la industria que el rumbo es ese, y el éxito en la venta de entradas así lo demuestra.