La fotografía que Daniela Aranguiz se tomó junto al expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, demuestra con pruebas otro hecho de la causa: La farándula chilena, esa que muchos incluso rostros imploran su regreso, tiene muchísimos nexos oscuros con fuerzas antidemocráticas.
Para entender por qué la gravedad del asunto: El otrora mandatario ultraderechista se resistió desde el primer minuto a reconocer que Lula da Silva le había ganado, y heredó un país absolutamente fracturado socialmente. Al igual que los Estados Unidos post mandato de Donald Trump, la irrupción de la “antipolítica” solo trajo un estado de intemperancia mental dentro de sus adherentes.
Es cosa de recordar que luego de que se consumara el triunfo por tercera vez del exlíder sindicalista, muchos actos golpistas sucedieron por parte de su fanaticada: El corte de algunas rutas por parte de los camioneros locales, seguidilla de acosos contra los periodistas incluso de canales adherentes como RecordTV, líderes de su sector que le quitaron el piso por no querer entregar la banda presidencial el pasado 1 de enero, coche bomba que grupos afines colocaron en Brasilia en las cercanías del Palacio de Gobierno y mitines que no hacen más que certificar el grave daño que le hizo a la hermana nación y al continente.
Curiosamente, quien envalentonó a las fuerzas conservadoras de Latinoamérica, no se envalentonó a sí mismo y en vez de entregar el poder en persona como todo líder democrático, optó por huir del país y avecindarse en Florida, donde precisamente la farandulera se fue de viaje.
Durante su mandato presidencial se burló de líderes sociales, amenazó con censurar el documental de Netflix que retrataba su ascenso al poder ganando la elección de 2018, en la pandemia negó el COVID-19 incluso habiendo padecido el mal, dijo frases aberrantes para sostener sus negacionistas ideas e inclusive simuló ahogarse en señal de burla abierta para con quienes perdieron la vida.
Sus adherentes no solo apoyaron sus amenazas al Supremo Tribunal Federal y al Tribunal Superior de Elecciones, sino que también incitaron en medios afines como Jovem Pan News a una guerra civil y a invocar el articulo 142 de la Constitución brasileña, que señala el actuar de las fuerzas armadas por sobre todos los poderes.
Con un tipo de esa calaña, Daniela Aranguiz se sacó orgullosa una fotografía.
Esto señala varias conclusiones. La primera: En el programa “Vértigo” en 2017, ella dijo que con Piñera había mucha más seguridad. Lo cierto es que Boric heredó la llegada del narcotráfico -que bien defiende el farandulismo a través de su promoción hacia la señorita Helhue Sukni- y los carteles como el famoso Tren de Aragua que llegó junto con la invitación del magnate a los venezolanos a llegar a nuestro país. El Gobierno hace lo mejor que puede y la batalla la están ganando, pues se han desbaratado miles de bandas criminales.
Es ahí donde recuerdo mi conversación con un amigo en la tarde del pasado sábado (07/01). El me decía que “los noticieros dan la sensación de que todo está malo y que nadie está haciendo nada”, así como también que “los medios masivos actúan favoreciendo a una opción”. Yo le comenté desde luego que mucha gente por eso mismo dejó de ver informativos, así como también que muchos especialistas en salud mental recomendaban derechamente no ver noticieros.
Y en segunda, y tomando en cuenta lo primero: Nada distinto se puede esperar de alguien que se burla de las depresiones como lo hizo con Karen Bejarano y que incluso la hostigó luego de que esta última ganara “El discípulo del chef”, incluso llamándola de “perra” en “Zona de estrellas”. Y vuelvo a la conversa con mi amigo, perteneciente a la Comunidad LGBTQ+: Le comenté que los parlamentarios que hoy están en el Congreso que adhieren a Kast y por ende a Bolsonaro siguen lo que yo denominé “la lógica de la diva farandulera”, que es conseguir que hablen de ellos sea que fuere lo que hagan. Si hacen shows, es un negocio redondo para los mismos medios, aún si eso implica la burla constante hacia las tragedias o vivencias personales de cada quién, cosa que hacen tanto parlamentarios como Pamela Jiles o Gonzalo de la Carrera, como faranduleras como ella misma.
El problema es que cuando alguien del mundo farandulero anda en malos pasos, nadie quiere hacerse cargo, ni siquiera los mismos medios que blanquean sus hostigamientos inventando eufemismos como “barrió sin filtro…”, que es lo mismo que evitar decir lo concreto: Que hostigó. Hostiga y seguirá hostilizando con el beneplácito de la sumisidad de los portales que hoy en su mayoría callan.
Y si el día de mañana Aranguiz se junta con un hostigador, violentista y lumpen como Francisco Muñoz, alias Pancho Malo… ¿De qué lado van a estar? Un dilema moral y ético que nosotros al menos desde nuestra vereda vamos a señalar con lealtad y transparencia: Siempre vamos a ir por la paz, el entendimiento y la sana convivencia cívica. Así como apoyamos a líderes de izquierda (Gabriel Boric, Macarena Ripamonti, Carla Amtmann, Maite Orsini, Catalina Pérez) como de derecha (Marcela Sabat, Lily Pérez, Javier Macaya, María José Gatica) que apuestan por un país mejor sea cual fuere su credo político y su visión de país; hacemos lo mismo con los famosos de la televisión que aboguen por lo mismo.
No se trata de adherir a un color político o por un reproche a la susodicha solo por la foto con “Bozo”, se trata del manoseado concepto de sentido común. Y eso involucra tanto a izquierdas como derechas.
Si había alguna remota esperanza para los fans de la farándula de que esta vuelva a la televisión abierta, ellas se apagaron. Entre eso y el respaldo de Marlén Olivarí a Giorgia Meloni con un insólito justificativo, el género que para muchos es imprescindible para la televisión mostró su cara más antidemocrática.