Me disculparán los lectores de esta página por retomar un tema de la cual ya había hablado en su momento, pero creo que es una nueva oportunidad para referirnos a este tema: que los famosos aparezcan de manera tan frecuentes en los espacios televisivos, lo que motiva una discusión sobre el abuso que presenciamos en nuestras pantallas de estas figuras.
Partamos por algo positivo, esta presencia tan constante obedece a un factor que es positivo para nuestra industria y esta se refiere a la necesidad de la televisión de generar contenido local propio, algo que siempre aplaudiremos desde esta tribuna. Nada mejor que ayudar a la televisión que potenciar programas hechos en el país. También podríamos esgrimir que la situación económica de las estaciones locales todavía no es la mejor para emprender proyectos más ambiciosos, por lo que se recurre a formatos menos onerosos y dentro de estos se encuentran los espacios de entrevistas.
Y es así como vemos a una ronda de rostros peregrinando una serie de espacios, específicamente en la noche, tanto en estelares como late shows, así estamos acostumbrados a ver a los mismos famosos siendo entrevistados en sus casas, luego entrevistados por un grupo de mujeres con un alto grado de curiosidad, nuevamente lo vemos en el ambiente íntimo de un hogar con la presencia de su madre y para cerrar, en compañía de unos parrilleros buenos para la talla. Como se habrá dado cuenta, todos estos espacios son transmitidos en un solo canal de televisión. Me hace falta mencionar otros programas, ya bien establecidos en el ecosistema televisivo nacional, en donde su mayor finalidad es demostrar las cualidades culinarias de los participantes.
El problema no es tanto que existan este tipo de programas, sino una excesiva dependencia de una clase de invitados, que van rotando permanentemente en estos franjeados. Eso también genera una pérdida de originalidad por parte de los televidentes que ya saben cómo reaccionan estos rostros al momentos de ser interrogados de ciertos episodios que ya mencionaron en otras oportunidades, incluso me atrevo a decir que repiten las mismas experiencias ya dichas con anterioridad. Otro factor clave es que esta rotación de rostros en diferentes programas se da de una manera muy frecuente, en solo cosa de semanas un mismo rostro puede aparecer en varios de estos programas.
Desde acá siempre buscamos proponer un camino que puede ser diferente para nuestra televisión, y la respuesta para este tema se dirige a una pregunta que deberíamos hacernos ¿Donde está la gente común y corriente en nuestra televisión? Más allá de ser entrevistados en noticieros y matinales (donde se exponen a situaciones humillantes) o en algunos programas de turismo, no vemos en los horarios más estelares instancias en donde la gente común y corriente se pueda identificar como sí mismo y que los millones de anónimos para la televisión también podemos protagonizar momentos interesantes, y que a través del todavía poderoso instrumento de la caja chica se puedan visibilizar historias y vidas ejemplares (y otras que no tanto) que puedan estimular al público. A veces la vida del ciudadano anónimo puede ser motivo de una vida que merece ser contada, solamente hay que buscar esas historias.