Ustedes bien saben que en este portal la farándula no es bien vista, y no es para nada algo clasista ni moralista, sino que hay evidencias que demuestran los graves errores en los que ha incurrido. Hoy quieren repetir esos vicios difundiendo una guerra de pandillas entre dos personas que lo único que hacen es pelearse, sin hacer nada propositivo ni positivo. Y si hoy por primera vez lo tocamos es enfocado netamente en el rol que dicho periodismo hoy cumple, que es el de azuzar la rivalidad.
Lo decimos porque nos preocupan diferentes factores. El primero es que a pesar de que hay datos que lo comprueban, el género no es capaz de reconocer que están obrando mal. Difundir un enfrentamiento tóxico en un momento en que la violencia ha ganado terreno, principalmente en la politiquería, es sumamente peligroso ya que al mismo tiempo, y vaya paradoja, se termina desfocalizando en lo importante que es el bajo nivel de nuestros representantes.
Todo lo que vemos en ellas lo vemos a su vez representado en cuestionables nombres como Gonzalo de la Carrera (primera mayoría en el distrito más adinerado del país, el que supuestamente recibió una mejor educación y la buena calidad de vida que no tiene el sector poniente de la capital), Johannes Kaiser, Cristian Araya, Chiara Barchiesi, Pamela Jiles y tantos otros. Peleas dignas de un set de “Primer Plano” y persecuciones traducidas en acusaciones constitucionales e intentos de mociones de censura que, cuando no llegan a puerto, no les queda otra opción que bravuconear.
El segundo, nos preocupa demasiado que “Buenas noches a todos” de TVN se haya prestado para darle tribuna a una de las señoritas. ¿Puede la televisión pública, más aún de un gobierno progresista que busca el bien común, la paz y el entendimiento entre los ciudadanos de nuestro país, fomentar la violencia a través de esto? ¿Eduardo Fuentes estará en conciencia de que lo que hizo en su minuto no es bueno ni contribuye a la misión y visión de un canal de gran importancia como el 7.1?
Y el más importante y que a la vez es el que más da lata, a mí en lo personal, es que estos vicios en los que incurre el farandulismo solo se ven en Chile. Ni en Argentina ni en Perú, países que tienen una farándula peor que la nuestra, podrían acoger a personajes tan deplorables, vinculados a nexos oscuros que son bien sabidos por todos, pero que el mismo periodismo del género prefiere ignorar.
Nos atrevemos a asegurar que ni en Estados Unidos ni en Europa, países que tienen una industria televisiva muy avanzada, se atreverían -por mucho que sea entretenimiento- a fomentar un enfrentamiento que da todas las señales de que puede terminar muy mal. Partamos porque quienes forman parte del espectáculo son personas respetables, con trayectoria, prestigio, talento y sobre todo algo que por este lado del mundo está cada vez más ausente: Respeto. Por algo USA es USA, Inglaterra es Inglaterra, Francia es Francia y Chile es Chile.
Como única conclusión al respecto es que, en un acto de lealtad y transparencia, ustedes deben saber que ese tema no se ha tocado ni se tocará más allá de cuestionar al rol de los medios faranduleros. Hoy solo son lives e indirectas en Instagram y diversos programas. Mañana pueden llegar a las manos. ¿Y si -ni Dios lo quiera- llegasen incluso a ocupar armas más brutales? Pueden ser perfectamente capaces, pero ni aun así ellos reconocerán que obran mal y con dolo. La farándula se equivocó, se equivoca, ha construido carrera e impulsando cuestionables figuras equivocándose y lo peor es que se van a seguir equivocando mientras hayan famosos y consumidores que, ignorando los nexos oscurantistas de los cuales incluso se ufanan, les siguen llevando el amén.