Durante los últimos años, y sobre todo a partir del Estallido Social de 2019, los medios de comunicación tradicionales (sobre todo los diarios y la televisión) han estado en boga pública por una serie de errores y determinaciones editoriales que habrían de causar serias malas interpretaciones en relación a importantes sucesos transcurridos en estos últimos tiempos.
En las últimas semanas esta discusión se ha trasladado al ámbito de la seguridad pública, donde una serie de sondeos internacionales registran que Chile es el país de Latinoamérica con mayor percepción de inseguridad, siendo que nuestro país es la segunda o tercera nación con menor número de muertes violentas en todo el continente, incluyendo la América Anglosajona. Lo primero que se nos ocurre es lanzar el dardo a los medios locales por tenernos en una psicosis colectiva por los hechos delictuales, en ésta página hemos levantado este discurso, pero más allá de un hecho cierto de la alta cobertura a hechos sangrientos, estos obedecen también a una percepción pública que nace de las vivencias propias de los ciudadanos.
No podemos asociar exclusivamente la responsabilidad a los medios de comunicación de alto temor ciudadano a la inseguridad. Son los propios ciudadanos quienes perciben a través de su entorno más cercano y de su núcleo familiar más íntimo situaciones que ponen en amenaza la seguridad de sus seres queridos. Además, la gravedad de los hechos delictuales ha ganado mayor fuerza, lo que genera una percepción todavía más grande de falta de protección. El relato ofrecido por los medios de comunicación por tanto encaja con el diario vivir de nuestros compatriotas.
Esto pone en evidencia que los medios no siempre logran engranar sus relatos editoriales con un correlato social, así lo fue durante el Estallido Social, donde la televisión enfocó en los primeros días los saqueos y hechos violentos y no tomaron en cuenta las demandas ciudadanas, solo con el paso de los días pudieron tomar el correlato sobre el abuso y los cambios, pero fue demasiado tarde para cambiar la percepción del público hacia la televisión. La falta de una relación entre lo ofrecido en los medios en contraste con la percepción pública también quedó graficada en las últimas elecciones presidenciales, si la sociedad solo se quedara guiada por los mensajes de los medios, Joaquín Lavín o Sebastián Sichel hubiesen sido electos presidentes debido a que ellos tuvieron una presencia superior a otros contrincantes, sobre todo en medios como Canal 13.
Por último queda para el final la percepción negativa que tienen los ciudadanos de la televisión y los diarios ¿A qué se debe que algunos grupos tratan de culpar a los medios de “alienar”a la gente si estos gozan de baja credibilidad? ¿No será que muchas de las decisiones tomadas por el pueblo en estos años se basan de su propia experiencia y no de los relatos de ciertos grupos interesados? Es hora también de no tomar a la gente por tonta, el pueblo sabe bien que los medios no hacen bien su trabajo, y ya no los toma como referencia primordial. Son otros factores los que terminan moviendo la aguja a los ciudadanos, factores muy cercanos a su cotidianidad y que solo a veces los medios terminan encajando con aquella realidad.