No es de la época más reciente el hecho de que los Grammys sean motivos de cuestionamientos por parte de la cultura pop norteamericana. Sino que viene desde mucho antes, sobre todo en la época en que los Simpsons nos hacían reir a carcajadas y la genialidad de su crítica social nos hacía cuestionar muchas cosas.
Esto lo escribo apenas volví de mis vacaciones, enterándome de los ganadores pues honestamente la ceremonia no la ví. Y no es algo contra TNT ni HBO Max pues ellos hacen una excelente labor tanto con su narración como de sus encuestas en línea, sino que por cuan corrompida está dicha entrega.
En 2014, cuando para la Academia se le ocurrió la lamentable idea de otorgar el premio a Canción del Año a “Royals” de Lorde por sobre “Roar” de Katy Perry, mi amor por los Grammofonos se fue de vacaciones permanentes a quién sabe donde. Quizás sea más fanático que alguien profesional, pero es una verdad incómoda.
Hoy, conociendo el hecho de que a pesar de lo que significó el huracán Beyoncé (nadie puede negar el impacto y el talento de una de las divas más reconocidas del pop anglo) resolvieron darle el premio de Álbum del Año a Harry Styles, por sobre la ex Destiny’s Child e incluso Kendrick Lamar, queda de manifiesto que nada puede sacar del despeñadero unos premios que hoy por hoy tienen menos credibilidad que el actual congreso.
Y no lo digo yo como simple fan del pop femenino. Lo dicen medios que reaccionaron impávidos ante un nuevo despropósito de los Grammys. Para Rolling Stone por ejemplo, el premio “tuvo dos oportunidades de hacer historia en la categoría, pero optó por mantener a dos artistas importantes para la generación en las categorías de género. Fue un momento decepcionante que puso fin a una noche espectacular con una nota amarga”.
USA Today, por su parte lo calificó de “vergonzoso”, pues recalcaron que “la industria todavía no lo está reconociendo adecuadamente por esto”.
¡Cómo una cantante de nicho como Samara Joy puede ser Artista Revelación por sobre Anitta, quien era fija favorita por los pronósticos de importantes publicaciones enfocadas en música, o incluso Maneskin que representaban la potencia del rock italiano!
¡Canción del año para Bonnie Ratt! Ni ella misma se la creía pues la prensa apostaba por Adele, Taylor Swift y la misma Beyoncé. Tal fue la sorpresa que por lo que ví en redes sociales, la reacción fue la misma que cuando la Teletón sufre un bajón en sus donaciones:_ Nadie aplaudía.
La ausencia de los nombres “clase A” de la música pueden ser apenas una causa, pero no es la determinante para que la gala que se vió anoche probablemente sea la menos vista en años, a reserva de lo que comunique Nielsen en Estados Unidos. A estas alturas, hay algo peor que el hecho mismo de perder audiencia, y es el de perder credibilidad y prestigio. Eso le ha pasado inevitablemente a los Grammys que van cuesta abajo en la rodada precisamente desde 2014, en donde todavía nadie puede creer que la neozelandesa se imponga por sobre la californiana.
Al paso que vamos, nada puede hacer cambiar el rumbo de una entrega en donde no son noticia los nominados ni los que ganan, sino que los ignorados y los que pierden.