Otro episodio más dentro de ese tóxico mundo llamado “farandulandia”, pero esta vez lleno de mentiras. En un directo de Instagram, Daniela Aránguiz en compañía y complicidad de Cecilia Gutiérrez dijo que la diputada Maite Orsini estaba emparejada con su ex, Jorge Valdivia. Sin embargo, se ausentaron una vez más cosas que son fundamentales a la hora de señalar graves acusaciones en contra de cualquiera: Una prueba tangible que así lo demuestre.
Lo peor es que esto afectó a la parlamentaria pues como Aránguiz tiene su fanaticada que le perdona y le cree absolutamente todo, fue duramente hostigada en redes sociales por lo que tuvo que sacar la voz. Asimismo ha recibido el respaldo del siempre criticado José Antonio Neme que la mandó a trabajar, cuando él como periodista que -suponemos- está debidamente informado debe saber que hay un periodo de receso por vacaciones que, de hecho, termina hoy.
Este es un caso patológico de obsesión enfermiza y psicopática de aparecer en los titulares a como de lugar para conseguir el fin que desde el año pasado varios “profesionales de las comunicaciones” quieren cumplir a como de lugar: El regreso en gloria y majestad de la farándula, en la peor forma y con los peores modales. En la peor forma en el sentido de que vuelven metiendo ruido y pateando la jaula, creyendo que hacer contenido en base a mentiras incomprobadas es hacer contenido de verdad. Y con los peores modales pues se emplea la mentira y la calumnia, armas absolutamente poco éticas pero que dentro de dicho mundo son una triste constante.
¿Pero de donde salió la necesidad de Daniela de mentir de esa lamentable manera? ¿Cómo nadie le dice que la piense bien antes de salir a la cámara? ¿No habrá sido aconsejada por su círculo más cercano, cosa de que no haga algo que pueda perjudicar su integridad? Obviamente la manía de querer salir en la pequeña pantalla -y de paso cumplir con la misión de los avezados del farandulismo- pudo más que la razón y la mesura, hizo lo que hizo y pasó lo que pasó en la mañana de ayer.
De esta manera, Daniela Aranguiz escribe otra página negra en la historia del espectáculo chileno, dando cuenta también que no va a ceder en sus actitudes ni en su forma de ser. Con una prensa descaradamente a su favor, ha llegado a la difamación atacando a una de las pocas parlamentarias que ha hecho su pega de forma responsable, a diferencia de otros personajes indeseables dentro del despectivamente llamado “hemicirco”. La demanda que le interpondrá por injurias y calumnias con publicidad es sumamente necesaria, pues tenemos un caso de violencia mediática que a su vez es digital. No se extraña, entonces, que en su desesperación por limpiar su imagen le haya pedido perdón a Karen Bejarano para ganar simpatía con el público que le tiene absoluto rechazo.
El poeta inglés Alexander Pope señaló que “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. En este caso, nadie sabe cuál es el rol del farandulismo para dar soporte a las mentiras de Daniela. Y puede seguir haciéndolo justamente para dar sustento a la primera creyendo que los mismos medios le darán la más absoluta impunidad y, con ello, licencia para hacer lo que quiera. Es ahí donde, en el desconocimiento del papel que ellos mismos juegan, aparece una vez más su irresponsabilidad de azuzar a los trolls y con ello encabezar una campaña de odio, desinformación y fake news.
Por lo mismo, es necesario que nosotros desde nuestra vereda legítimamente crítica pongamos la voz de alerta, porque ella claramente no está bien. No es normal consensuar un live con una periodista farandulera para ventilar falsedades sin nadie que pueda rebatirte, ni mucho menos con el único fin de querer dañar. Lamentablemente ella es capaz de todo pues tiene amigos dentro del medio y bastante prensa a su favor, por lo que si el día de mañana agarra un arma punzante para atacar a alguna de sus enemigas imaginarias lo hará y ellos le van a aplaudir.
A estas alturas, lo mejor para Daniela es que se aleje por completo de la televisión por un largo tiempo. Que se vaya lejos, a un campo, una casa en la playa, una finca en el sur o donde sea. No espere que colapse como lo hizo y termine internada en una clínica por una descompensación o se rehabilite a la fuerza. Por más que varios profesionales de la industria le digan que “voh dale”, una vez que queda la escoba nadie quiere hacer control de daños. Como decimos siempre, la farándula se equivocó una vez más, y lo peor es que seguirá haciéndolo.