En la edición de hoy de La Segunda, venía una bomba: Faride Zerán anunció mediante el vespertino que renunció tras once meses a la presidencia del Consejo Nacional de Televisión.
Bajo su gestión se tuvo entre ceja y ceja a programas como “Mucho Gusto” y “Contigo en la mañana” por su contundencia en cuanto a crónica roja junto al impulso de los medios comunitarios, sin embargo también debió enfrentar polémicas como la no-sanción a Canal 13 por la noticia falsa que difundió Mónica Pérez.
Según comentó al citado medio, “decidí presentar mi renuncia indeclinable al Presidente, porque en las condiciones actuales mi contribución al organismo resulta muy limitada”.
Al mismo tiempo, hizo un balance sobre cómo fue dirigir una entidad muy importante en un tiempo complejo en que la desinformación y la contundencia respecto a casos policiales se tomaron la pantalla chica. Al respecto señaló que “no fue fácil dirigir el CNTV en un clima de polarización, de sospechas. Soy una persona que cree en el valor de la diversidad, de la libertad de expresión, en el aporte de los medios en tanto su adhesión a la democracia, los DD.HH., la ética periodística y otros principios puestos a prueba en estos tiempos de crispación y de verdades a medias”.
“He perdido muchas veces en el consejo, pero es parte de la democracia, y no es un problema para mí. Es importante plantear ciertos temas, aunque seas derrotado. El debate es inherente a una democracia y no le temo al voto de minoría, aunque sea el único. Sin embargo, estas ‘derrotas’ no tienen que ver con mi decisión de renunciar. El tema es cuánto puedo o no aportar en este espacio”, sentenció.
Juntamente cuestionó el esquema con el que se rige el Consejo, en donde se preguntó “si es lógico que a estas alturas sigamos hablando del CNTV, en tanto un organismo autónomo del Estado, integrado por diez consejeros elegidos por el Senado en la lógica de un sistema binominal, y encabezado por una presidenta nombrada directamente por el Presidente de la República. Este esquema es anacrónico porque un organismo como éste debe tener un consejo profesionalizado, capaz de enfrentar los desafíos actuales con lógicas que no tienen que ver con el binominal de los 90, sino con una dimensión de pluralismo, diversidad y pertinencia profesional propios del siglo 21”.