Anoche arrancó (19) “The Voice Chile”, la segunda temporada del talent show de Chilevisión, completamente renovado. En cuanto a la conducción, Julian Elfembein ya no estará solo ya que lo acompañará Diana Bolocco, cuya inclusión causó opiniones divididas en las redes sociales.
Por el lado de los coaches, el único que quedó del ciclo anterior fue Beto Cuevas. El resto, todos nuevos: Francisca Valenzuela, uno de los nombres más importantes del pop chileno; Prince Royce, el llamado “principe de la bachata”; y José Luis Rodríguez, un “Puma” que ruge más fuerte que nunca. Quizás acá faltó una coach mujer que le diera paridad al buscatalentos.
La “prima serata” comenzó con un musical que dió cuenta del recorrido artístico de estos excepcionales cantantes, precisamente a la altura de los que le dan la bienvenida a un nuevo año de uno de los mejores productos del holandés John de Mol en gran parte del mundo.
Luego pudimos apreciar a la concursante que abrió los fuegos del espacio: La joven Catalina Campos Ramírez, quien vive la pasión por la música como pocos. Su buen desplante vocal provocó que al llegar a un excelente tono alto los cuatro coaches, casi al unísimo, apretaran ese bendito botón que la hizo clasificar a la siguiente instancia y vibraran con una voz excepcional, de esas que pueden caer redonditas en los recuentos del año.
Posteriormente vimos la historia de Ismael Nicolich, un hombre humilde como usted o como yo. De orígen gitano, vive con los prejuicios hacia su tribu, cantando “Ramito de violetas”. Su timbre de voz que nos hizo recordar al fallecido Claudio Valdés no convenció y no pasó a la siguiente ronda. Cosa distinta a la de Erin Rutledge, que en la nota previa a su actuación se propuso “visibilizar el arte que hago”. Cantando una de Adele, casi al final de su actuación y jugando los descuentos, una notable nota alta convenció a Francisca Valenzuela quien creyó que podía más a lo largo de su presentación. Nosotros también lo creemos.
La velada siguió con el arribo de Miguel Lara, un ranchero de corazón que necesitó algo más que la “grandeza mexicana” para seguir en carrera. El joven Marcelo Muñoz, cantando “Lloran las rosas” tuvo la bendición de su tía, una ferviente creyente del divino, pero también del jurado y sobre todo de Fran Valenzuela que apretó el botón de una de las novedades del programa: El “botón de bloqueo”. La intérprete de “Buen soldado” es una de las que genuinamente cree en las capacidades vocales de quienes logran traspasar la valla de las “audiciones a ciegas”.
Hadonais Nieves, una de las tantas venezolanas que llegaron a nuestro país y que suele cantar en el Metro de Santiago, fue otra de las que metió el golazo cuando faltaban segundos para terminar el encuentro. Su voz rasposa cantando “Él me mintió” fue suficiente para emocionar a un jurado que en un principio estuvo dubitativo, pero que igualmente confió en que puede demostrar que el talento, ese que en este humilde portal defendemos, traspasa no solo las fronteras de los países sino que también la pantalla al receptor.
Natalia de Triana, viñamarina y cantaora de flamenco, también recibió la venia de los coaches. Fue como escuchar a Lola Flores, una de las leyendas de la copla española, motivo necesario para llegar a la siguiente instancia mientras el público gritaba “¡Ole!”.
Un momento muy especial fue cuando Dany Álvarez Lagos, un hombre que nació en la calle que fue a dar a la cárcel durante largos años. Luego de dicha instancia privado de libertad, agradeció a la música por darle la reinserción que la sociedad chilena lamentablemente le niega tanto a él como a varios que buscan volver a vivir dignamente, olvidándose de los errores de otrora. Con una canción de Vicente Fernández, el jurado consideró que debía romper cadenas y ser libre en la próxima ronda.
Siguió el turno de Daniska Rodríguez, una camionera de profesión que quiso seguir en ruta, pero que no convenció para pasar el peaje. Otro llanero, Jeremy Romero, cantante e intérprete de lengua de señas, cuyos agudos le hicieron meter la pelota en el arco también en el tiempo complementario.
En definitiva, el inicio fue redondo: Un buen rendimiento vocal, historias de esfuerzo y de superación, y gente que vibra con ese bello arte del cual muchas veces no tiene la cabida o la atención que realmente merecen. Por cierto, ¿alguien extraña a Yuri?