Hemos sido muy críticos y duros con Mega en este último tiempo, razones sobran, pero al menos tenemos la capacidad de separar la paja del trigo y aplaudimos lo que es valorable, y en eso nos enfocaremos hoy, en el fenómeno que se ha convertido en estas últimas semanas la telenovela La Ley de Baltazar que vive su recta final.
En años en que la sintonía se ha reducido y donde los espacios más vistos apenas alcanzan los 15 puntos, es realmente valorable que una producción chilena llegue a marcar la nada despreciable cifra de 25 puntos como los alcanzados en esta semana. Sinceramente esto es doblemente meritorio, ya que conseguir tan altos ratings en tiempos de múltiples plataformas y pantallas es un desafío doble.
Si bien la telenovela protagonizada por Amparo Noguera, Francisca Imboden y Francisco Reyes mantiene algunos de los clichés de las telenovelas de la señal de Bethia, esta ha incorporado temáticas mucho más realistas, lo cual nos hace acercar más a los guiones exitosos de TVN en décadas anteriores, evidentemente falta mucho para alcanzar el nivel de esas teleseries, pero el que se hablen de temas como el sufrimiento familiar por el cáncer de uno de sus miembros o los dilemas de salir del closet habiendo formado una familia previa son avances que se agradecen.
Y no digamos que los clichés hablados en el párrafo anterior sean externalidades negativas, por el contrario, estos son buenos aciertos del área dramática de Mega, elegir hasta la saciedad ambientes localizados en el sur de Chile más que ser un disco rayado termina formando parte del imaginario ideal de la mayoría de nuestros compatriotas, una vida solaz, placentera y libre de las presiones de la ciudad se vuelven carne en los minutos que está al aire la teleserie. Al final mucho de lo que se muestra en las teleseries de Mega, sobre todo en ambientación, forma parte de las aspiraciones mas hondad de los chilenos, vivir tranquilos y sin grandes aspavientos.
Al final y al cabo, La Ley de Baltazar ha pasado a ser una válvula de escape de los problemas que hemos vivido los chilenos en el último tiempo. Es ver una historia agradable, con sus toques necesarios de drama, pero al final engancha por sus poderosos parajes y una argumentación sólida. Lástima que cada vez los capítulos sean cada vez más cortos y que inmediatamente vengan las noticias porque el ánimo desaparece en cosa de minutos…es tan difícil a veces volver a la dura realidad.