Yamila Reyna fue victima el pasado fin de semana de un ataque que no pidió y de una pelea de la cual no es un agrado que forme parte, porque su parada no es la confrontacional sino que a diario sabe ser el ameno rostro familiar que vemos en las tardes en el excelente “Hoy se habla”. En el programa “Tal Cual” de TV+, Raquel Argandoña dijo que había llegado al canal estatal por un pituto y hasta por un amorío, desconociendo su trayectoria de más de quince años como actriz y ahora como presentadora en alza dentro de una estación revalorizada.
En su respuesta en Instagram, me quedo personalmente con una frase: “Esta no es la televisión que queremos tener”.
Cierto, a nadie le agrada que alguien que no conoces o que solo ubicas de nombre te acuse de algo que no eres. Sobre todo si el remitente es alguien quien se benefició de ser un rostro bonito durante la dictadura, de la cual se cuentan demasiados mitos como el de la llamada “Brigada Rosa”, que según un reportaje de Ciper en 2015 fue parte de las fiestas de Álvaro Corbalán con Patricia Maldonado y que según la memoria “El canal de la Chile” llegó a Canal 11 a leer las noticias de “Panorama” en 1985 solo por ser bonita para los ojos de Sergio Melnick.
Una persona que desde siempre estuvo vinculada a la polémica es la que quiere involucrar a otras en una enemistad generada de la noche a la mañana en las reuniones de pauta de Avenida Kennedy, allá a la altura del Alto Las Condes. Que reunió a la liga de los supervillanos de la televisión de hace veinte años, entre los que se cuentan deudores del fisco, personas con causas con la justicia y amigos de criminales de lesa humanidad. Todo lo lejano a ese canal que naciera en 2018 con un propósito de entretener, pero que tenía un ambiente mucho más familiar que ese espacio desvirtuado que es hoy y del cual solo se salva “Somos un plato” y el bloque “Retro y más”, junto con su bloque cultural de los domingos y el excelente espacio de conversación “Sin culpa”.
Claramente a la cordobesa no le falta razón cuando dice que esta televisión no es la que queremos tener. Aquella que alcanza niveles que rayan en el ciberacoso y hasta en la psicopatía. Lo emplea Daniela Aránguiz cada vez que acusa de brujería a sus enemigos y celebra las amenazas de muerte hacia Maite Orsini y su familia. Claro, teniendo amigos en el medio que están con ella con la parada de “amiga eri seka” cualquiera cree que se puede convertir en lider de opìnión. Tampoco queremos tener una tele en donde Adriana Barrientos apoya a Raquel ciegamente y nos explica qué quiso decir. ¡Oh, pero qué fariseos somos todos! ¿No ven que ella dijo algo que nosotros no entendimos bien porque nuestras mentes chaqueteras con todo lo que huela a farándula no logramos concebir porque somos presos de un sesgo?
Mucho se habla de cómo la violencia se ha tomado el debate público en un desprestigiado e ilegítimo Congreso Nacional y en la política en general. Sin embargo los medios también deben hacerse una seria autocrítica de por qué también la legitiman cuando se trata de levantar a un opinólogo o a una farandulera. No se dice “respuesta sin filtro”, se dice insulto. Al pan pan, y al vino Toro. No busquemos un eufemismo para hacer feliz algo que es horrible.
Hasta Daniel Fuenzalida salió a defender a Reyna y cuestionó a su excasa televisiva, y para que uno esté de acuerdo con el “Ex Huevo” ya es mucho.
Esta no es la televisión que queremos tener. Ni a Yamila Reyna ni a nosotros como portal nos gustaría la psicopatía con la que la farándula actúa a diario. Porque pueden perdonar la vulgaridad, la toxicidad, los nexos oscuros, las polémicas (por muy sinsentidos que puedan ser) y las palabras ofensivas. Pero si hay algo que no perdonan es el éxito, sobre todo si se trata de alguien que no busca dañar a nadie. Por eso actúan con sesgos, personalismos y en donde coordinaditos siguen un “Nado Sincronizado Independiente” en la cual se coluden para hacer bajar a alguien. ¿Será la actriz la próxima? Dios quiera que no.
Y es que las mafias dejémoslas a las películas de Marlon Brando o a las narconovelas de Telemundo, y no a géneros televisivos que se proponen divertir. ¿Hacerlo con insultos y dañando a propósito la honra de las personas? No, esta no es la televisión que queremos tener.