En el momento que se escribe esta editorial, TVN está emitiendo una maratón nocturna de lo que nos legó el gran Augusto Góngora: Su pasión por la cultura. Hablamos de los tiempos en que lo que se veía era mucho más que viajes, comida y cuicos haciendo ambas cosas.
No deja de ser cierto que ya están en la eternidad dos de los más grandes símbolos culturales de la televisión pública tras el retorno a la democracia, junto con Patricio Bañados. Y no menor, el mismo día en que se cumplían 30 años de la desaparición física de Nemesio Antúnez, otrora conductor de “Ojo con el arte” que tuvo su primer tiempo en UCTV en la televisión pre-golpe de estado, pero que volvió a un reconstruido canal estatal en 1990 con dos exitosas temporadas.
Tampoco deja de ser un hecho de la causa que ambos fueron caracterizados por dos de sus ideales más grandes: La cultura y la democracia. Bañados arriesgó su vida y fue marginado por negarse a leer una nota sesgada en “Teleonce Noticias” respecto al caupolicanazo de Frei Montalva; mientras que Góngora hizo lo suyo en Teleanálisis, el reconocido noticiero de oposición a la dictadura de Pinochet que se repartía en la clandestinidad, y que mostraba lo que omitían los noticieros.
Los maravillosos especiales que TVN hizo en su honor me recordaron mucho al “Mentiras verdaderas” de 2021, uno de los aciertos de una etapa de La Red exitosa en lo editorial pero complicada en lo comercial: Testimonios de lo duro que era enfrentar a un enemigo poderoso, un goliat que podía quitarte tu trabajo y hasta tu propia vida. Muchos no le supimos reconocer mientras estaban en este mundo, como si fuese un mal endémico que -siendo justos- no solo acá padecemos, el de homenajear solo cuando parten.
Todos ellos tenían una virtud que desde esta humilde tribuna defendemos a capa y espada: Eran inteligentes, virtuosos y apasionados en todos sus conocimientos. Eso es lo que le falta al medio hoy en la actualidad. Valorar y compensar a la gente que piensa. En la tele, en el espectáculo, o en algo mucho más complejo como la política. Mientras los espacios de Bañados y Gongora desaparecieron, su espacio era ocupado por una televisión demasiado chabacana, vulgar y que representaba lo peor del ser humano. Curiosamente de parte del mismo que lo impulsó trabajando en TVN, y que hoy es Ministro de Cultura. Las vueltas de la vida.
Y no es por romantizar la TV de antes, pero la industria sabía hacer convivir alta cultura con entretenimiento. Los malabaristas de Martes 13 o las primeras figuras de Viva el Lunes podían compartir con Al Sur del Mundo y Contacto; los programas de Camiroaga o de Jorge Hevia junto con los ya citados Patricio y Augusto; en Mega había una mimetización entre los estelares de Vodanovic o Julio Videla con espacios como “Momix” o ciertos espectáculos de opera que eran auspiciados por las empresas de Ricardo Claro Valdés.
En fin, se nos van referentes de la programación cultural con la que muchos nos formamos en los noventas. Pero nos queda resistir ante una pequeña pantalla cuyas figuras reconocidas son las que hacen gaslighting a más no poder e intentan atacar a otras e inventarles amoríos solo con fines ideológicos y psicosociales, dejando de lado la dignidad de las personas. Por supuesto que nosotros nos mantenemos críticos y defendiendo a la gente buena, esa que no solo vale la pena sino que debemos saber valorar.