Si hay algo que caracteriza al ecosistema farandulero es que jamás nunca se han hecho cargo de los monstruos que crean hasta que caen por errores propios, es ahí donde se ve quién es quién: Los que dicen que esto tiene que parar de alguna manera, como también los que prefieren mantener la lealtad a rajatabla y apoyar pase lo que pase.
Las recientes actitudes de Daniela Aránguiz contra Maite Orsini por algo que la primera se inventó de la noche a la mañana nuevamente dejaron en evidencia algo que se venía anunciando con letras de estreno: Solo unos pocos se responsabilizan de que esto puede terminar mal. De hecho, ya acabó peor.
Hemos visto como los mismos promovían la figura de la farandulera con todo: Sus ataques con toque de gaslighting eran ocultados por una muletilla buenista, se promovían sus candentes fotos en redes sociales y hasta sus secretos de belleza con un toque de supremacismo blanco. Con esa aprobación que ostentaba, lógicamente iba a pensar que tenía carta blanca para hacer sencillamente lo que fuere, y el panorama era alentador para ella pues hasta compartían su credo político.
No obstante, lo que pasó hace una semana le terminó por jugar en contra. En redes sociales quedó sin ningún tipo de respaldo, reflejada como una tóxica y despechada que es capaz de manejar las pautas de canales y portales digitales a su antojo. Cuando M360 de Radio Cooperativa decidió solucionar el problema por el hilo más delgado, ya fue el indicio de que esto terminó mal. Ahí solo quedaron unos pocos que juraron lealtad a Aránguiz, como fueron los casos de La Hora y La Cuarta.
Es algo que veníamos alertando desde que comenzó esta pelea estéril, una de las tantas que crea el farandulismo con más intereses que un televisor comprado en 24 cuotas con tres meses de postergación de pago: Le fomentaron tanto la actitud tóxica hasta que pasó lo que tenía que pasar.
Se puede divisar que la actitud tomada por Daniela ha sido de ataques, hostigamientos en redes sociales -la cual, como se ha visto en otro reportaje, ha sido una triste constante de la farándula-, gaslighting y burlas psíquicas y psicopáticas que traspasaron todos los límites no solo del buen gusto, sino que también de la dignidad de cada uno de nosotros.
No por nada esta semana Orsini recibió el apoyo de la Bancada Feminista Julieta Kirkwood, como también de la de su partido, Revolución Democrática. En ambos casos se exigió a los medios de comunicación rigurosidad y mayor contraste de la información que difunden sobre la abogada. O sea, la narrativa de que ella es la mala y Aránguiz solo es una indefensa que busca justicia a través de las redes sociales cae como castillo de naipes.
Y es que uno de los pecados que han cometido todos los medios ha sido el de quedarse solamente con la versión de la panelista de “Zona de estrellas”, del cual fuentes nos han dicho que a los cámaras ya les acompleja grabar con ella estando en el mismo pues su comportamiento es irritante. No han acudido a otras fuentes, ni siquiera han consultado la versión de Maite, lo que significó desastrozas consecuencias como las amenazas de muerte que la misma villana de esta teleserie celebró ante las cámaras del canal de cable.
A eso sumemos que el género de marras se encontró con otro elemento en contra: La diferencia generacional. Hace diez años, un insulto en televisión o una actitud tóxica era celebrada y venerada a tal punto que una modelo argentina podía hacer carrera en Chile luego de burlarse del peso de una mujer. Hoy, con un ambiente extremadamente sensible con los lamentables casos de funas cibernéticas que terminaron en una tragedia, como es el caso de Galee Galee, acosar en redes sociales es muy mal visto e incluso habla de rasgos psicopáticos de la misma involucrada.
Han habido casos muy terribles en redes sociales de gente amenazada de muerte, como son Dua Lipa, Emilia, Katy Perry, Tini Stoessel, Gonzalo Valenzuela (recibió mensajes muy violentos luego de que oficializara su romance con Kika Silva), Demi Lovato, Miley Cyrus y tantos otros. El hecho de que la susodicha celebre las amenazas de muerte que le llegaron a Orsini habla de que está detrás de una granja de trolls y que es claramente responsable de estos ataques digitales.
Por lo mismo, hoy cabe preguntarle a cada uno de los que se camisetearon contra la erredista y se quedaron de buenas a primeras con la primera opción para sacar una ventaja política, y de esta manera hacerle un examen de conciencia: ¿Qué dirá José Antonio Neme, que mandó a Orsini a legislar, ahora que la dignidad de la misma corre peligro? ¿Qué piensa José Luis Reppening, quien incluso hizo una imitación grotesca de la diputada, de que la integridad psicológica de Maite esté seriamente comprometida? ¿Qué cree María José Quintanilla, quien en “La Hora de Jugar” pidió el regreso de la farándula? ¿Y qué dice el comité editorial de La Segunda, un diario experto en titulares de mal gusto, así como también el hoy tan vilipendiado equipo de reportajes de La Tercera?
A ellos les exigimos responsabilidades, no a los que forman parte del género porque sabemos de antemano que no serán capaces de expiar culpas.
Negarse completamente a contrastar la información para pegarle al gobierno, ser parte inconscientemente de una cortina de humo y organizar un complot contra una de las pocas que mantiene cierta rectitud en un desprestigiado congreso nacional tiene sus consecuencias. Hoy lamentablemente le tocó a Maite Orsini, ¿y mañana a quién? ¿Con qué irá a salir la farándula para intentar revivir por unos días o unos cuantos largos meses, para luego autoenterrarse nuevamente por errores propios que ya se acostumbraron a cometer?
Y es que acá no se trata de defender a la abogada por ser de izquierda o parte de un partido fundamental para el oficialismo y los cambios sociales como Revolución Democrática. Tampoco de estar en contra de la misma Aránguiz por ser de la farándula, de derecha o por la tristemente célebre foto con Bolsonaro a horas del intento de golpe en Brasilia. Se trata de algo mucho más importante: El valor humano y ético de cada uno de nosotros.