Hoy nos toca una columna especial, hoy celebramos los cinco años de este sitio. De los cinco años que lleva este portal, he participado en cuatro de ellos, colaborando en esta tribuna así como en el espacio La Cajita. En medio de estos años he observado una serie de eventos que han moldeado nuestras vidas así como la forma de cómo vemos los medios de comunicación. Siempre me he presentado como un televidente atípico, quien no ve mucha televisión en general, pero que con el poco tiempo que lo hago me he podido formar una visión contundente sobre nuestra pantalla chica. Además procuro aportar una visión desde la historia para poder complementar mi comprensión sobre la televisión chilena.
Ahora corresponde responder la pregunta señalada en el título, ¿Por qué sigo aquí? La pregunta suena como una resistencia, como un peso en contra la tarea de analizar la televisión hecha en Chile. Y claro que a veces me pasa que el esfuerzo por dotar una mejor televisión (y un mejor sistema de medios) queda en vano. Hay semanas en que uno piensa con optimismo el futuro, pero ya a la otra semana esas esperanzas son frustradas por decisiones aquí calificadas como erróneas. En ese limbo nos hemos llevado por estos ya largos cinco años. Es fácil perder las esperanzas y en definitiva claudicar de este medio de comunicación y plegarnos al inevitable tránsito a otras plataformas e instrumentos considerando el asunto como perdido.
Sigo sin responder ¿por qué sigo escribiendo de televisión chilena, si es tan poco atractiva y no genera estímulo verla? Puede resultar onírico este pensamiento al día de hoy, casi movido por un instinto idealista,pero sigo creyendo en la televisión local porque todavía creo que existe un medio de comunicación lo suficientemente masivo para poder aglutinar a una gran proporción de la población, y así generar un relato cohesionador, capaz de unir y distinguirnos a todos de alguna forma. Creo que en un mundo de creciente segmentación y acentuación de las diferencias, es necesario un punto de referencia entre una comunidad nacional que necesita encontrarse para solucionar sus problemas, tanto inmediatos como los de largo plazo.
Sigo creyendo en la televisión porque creo que podemos encontrar un lugar donde se pueda reflejar los talentos y los saberes de nuestros compatriotas, no mirarlos como unos menores de edad o uno seres ignorantes, incapaces de tener opinión crítica ni de apreciar la belleza, incluso las más complejas. Creo en la televisión porque necesitamos instrumentos que expandan la cultura y el conocimiento a grandes espacios y segmentos, que sean claros y contundentes, que tengan cariño y respeto al televidente. Necesitamos más que nunca un reflejo de que todavía somos capaces de hacer cosas grandes y a partir de eso poder solucionar los problemas que hoy vivimos y que nos dividen.
Son esos los motivos por el cual sigo creyendo en el poder masivo y convocador de la televisión, porque todavía en nuestros hogares el televisor está instalado donde se congrega toda la familia, independiente de los géneros y las edades. Todavía es un punto de unión y de interacción, y eso más que nunca es lo que necesitamos como sociedad, poder a pesar de nuestras diferencias es necesario (y hasta urgente) establecer un lugar de común acuerdo.
Sigo creyendo en la televisión porque aún sigo creyendo en la gente, sigo creyendo en este proyecto de país llamado Chile, sigo creyendo que todavía se pueden hacer cosas positivas para el provecho de todos.