“Buenas noches. ¿Se ha preguntado usted qué hace una persona un lunes 6 de junio a las 21:30 horas?”. Así comenzaba Antonio Vodanovic la primera temporada de “Siempre Lunes” a través de Televisión Nacional de Chile. Acto seguido se mostraron las cotidianeidades nocturnas de varias gentes, entre quienes van camino a cumplir su labor en el aeropuerto, los que trabajan en un peaje, quienes están en la imprenta de un diario y hasta una niña que duerme plácidamente en una cuna.
Luego, se proyecta la sintonía del programa creada por el Maestro Horacio Saavedra quien también fue el director de orquesta de ese naciente estelar, el cual fue uno de los únicos estrenos del 7 durante el ambicioso pero deficiente “Proyecto 88”. Vodanovic, junto a Susana Palomino (proveniente de “Canal 11 al Despertar” donde tenía una sesión de moda), le daban la bienvenida a los televidentes y al público del “estudio espectáculo” del canal, entre ellos las autoridades y rostros de la época que estuvieron en primera fila.
Ese fue el inicio del llamado “Estelar diferente”, y claramente tuvo los elementos para diferenciarse de los anteriores y de su más cercana competencia “Martes 13”: Además de los shows musicales de rigor, tenía notas periodísticas y un concurso llamado “El ABC”, junto con el número de ballet de Sancha Heddon, quien vino del extranjero y se quedó para ser parte del ballet del Teatro Municipal. Fue el programa que mostró a un “Anthony” mucho más relajado y suelto que en sus otros empaquetados roles.
En aquel primer programa, la cuota musical fue inaugurada con un musical de “Bellas y audaces” junto a Myriam Hernández, quien iba camino a convertirse en un fenómeno musical de masas tanto en Chile como en Latinoamérica; y Eduardo Valenzuela, intérprete de su bien radiado tema central; para después mostrar un enlace desde los estudios donde se rodaba la exitosa novela.
Luego Richard Anthony, directamente desde el Olimpia de París, ofreció un show sencillamente notable, a la altura de una leyenda de la canción europea. El primer “ABC” tuvo como temática la publicidad en donde Checho Hirane, Loreto Valenzuela y Miguel Angel Bravo hicieron un musical temático y también el hoy polémico locutor se dedicó a contar chistes. Las pruebas eran desde la emulación de comerciales con mímica hasta la proyección de pequeños extractos, como si fuese esas tandas que usted ha visto en YouTube, en donde los participantes (gente ligada a la publicidad, entre ellos Enrique Tagle, quien entonces tenía una sección también en el matinal del canal laico para luego ser uno de los conductores revelación de La Red) debían memorizar y contar cuantas vieron.
La cuota particular la mostró Francisco del Rey, uno de los rostros publicitarios de entonces, quien aparecía en reclames como el de Free con Tapa Rosca o “Los Mañosos” de Hellmann’s, que lanzó su carrera como cantante; junto con una entrevista a la cantante venezolana María Conchita Alonso en donde desmintió tajantemente que tenía SIDA. El fin de fiesta lo puso el grupo trasandino Duna, haciendo rockear a todos con su one hit wonder “Final Marruecos”.
La prensa se llenó de elogios: Juan Luis Castillo de Las Últimas Noticias lo calificó como “grato y diferente” y estimó que mostró “un esquema distinto a lo habitual en estelares nocturnos”.
Durante ese primer año del estelar que estuvo vigente hasta 1993 (más específicamente, cuando Vodanovic se va a Megavisión junto con el Festival de Viña): Artistas internacionales de la talla de Hervé Vilard, Daniela Romo, Leonardo Favio, Armando Manzanero y el debut en nuestro país de Los Fabulosos Cadillacs. Hubo ediciones temáticas como capítulos dedicados al bolero o a la Nueva Ola argentina, esa donde estuvieron leyendas como la bella Tormenta, Barbara y Dick, Leo Dan, Donald y Yaco Monti.
¿Se han fijado que la gran mayoría de artistas que vinieron a Siempre Lunes en ese año eran argentinos? Vamos, también aterrizó el grupo Fricción, Maria Martha Serra Lima, la siempre hermosa diva del rockpop Fabiana Cantilo, y otra diva como Patricia Sosa y su grupo “La Torre”.
También hubo una extraordinaria vitrina para los artistas nacionales: Fue el escenario donde debutó Alejandro de Rosas con su cover de “Porque te quiero” de Los Ángeles Negros, donde Álvaro Scaramelli se mostró que se la podía como solista, donde Alberto Plaza cantaba y no hacía politiquería barata, donde el grupo Viena podía vestirse como quisiera sin el temor de un veto impuesto por la dirección del canal, y en donde “UPA” podía cantar una canción que retrataba a una mujer que sufría con el “guanaco” policial de las protestas contra la dictadura en pleno “canal de los milicos”.
Pero hubo notas interesantes sobre las aficiones de los chilenos, sin embargo había una particularidad: Cuando reseñaron los libros más leidos, mencionaron a “Chile, una revolución silenciosa” de Joaquín Lavín, en donde aclamaba los logros económicos de la dictadura. Obvio, había que mostrar al “país ganador” y si se tenía que hacer proseletismo, en el TVN de la época sencillamente hubo de todo.
Ese fue el debut de “el estelar diferente” en donde ocurrió sencillamente de todo, y pasó de todo. Uno de los programas recordados del canal estatal y en donde Vodanovic se reivindicó en un año en que le cancelaron el reboot de “Sabor latino”, se creó un nuevo programa de pisa y corre para volver con una minitemporada de “En vivo”.
Un debut que inició proponiendo un esquema diferencial a programas de su tipo, y cuyo éxito hizo que inmediatamente después del último capítulo el equipo se fuera directo al Restaurante Doña Flor de El Bosque, en el corazón de Las Condes, en donde realizaron una cena de camaradería al ritmo del tango de Roberto Pansera (el último nombre internacional de aquel año). Y es que habían motivos para celebrar y tirar la casa por la ventana luego de la satisfacción del deber cumplido: En julio se reportó que el programa promediaba 46 puntos promedio.
Eran otros tiempos, sencillamente. Aunque no todos podían llegar a cantar al estudio de “Siempre lunes”, menos en un periodo en que el gobierno de facto hizo de todo con sus medios para lograr una victoria que nunca llegó.