Hay cosas que cada vez tolero menos en televisión, la mayoría ya han sido expresadas en esta tribuna, pero hemos olvidado algunos detalles o principios más pequeños o insignificantes que también generan una discusión interesante dentro de la composición actual de la industria. Hoy me dedicaré a los generadores de carácter, cada vez más indispensables en los programas en vivo.
Los GC aparecieron cuando la disponibilidad técnica de los canales lo pudieron hacer posible, al menos en Chile aparecieron en los fines de los setenta, pero fueron en los años ochenta donde su presencia fue más destacada, sobre todo en el soporte que podía ayudar en la entrega de información relativa a personajes o resúmenes de alguna noticia, por tanto este instrumento estuvo prácticamente relegado hacia los servicios informativos o deportivos.
Pero fue el surgimiento de las estaciones dedicadas ciento por ciento a la información hicieron que los GCs ganaran mayor preponderancia, así como un carácter distintivo de estos canales. Tal vez la confirmación de este hecho constituye la cobertura de las grandes cadenas estadounidenses del atentado a las Torres Gemelas en 2001, es aquí donde CNN se anota una nueva innovación, la banda inferior de noticias rotativas. Muy pronto no solo las cadenas de noticias comenzaron a usufructuar de estos instrumentos, aunque todavía como elemento exclusivo de formatos informativos.
Pero desde unos diez a quince años estos generadores comenzaron a ganar un espacio permanente en prácticamente todos los programas en vivo que ofrecen las estaciones. Y su finalidad, aunque bien intencionada, ha terminado siendo molesta para el televidente. Molesta porque la banda está presente en todo el espacio televisivo, con muy pocas alteraciones en el desarrollo del tema, pero sobre todo el hastío se produce cuando existen fallas de ortografía por parte de quienes debería tener preparación profesional para no equivocarse en los asuntos vinculados a la escritura. Por último, y asociado al primer elemento relatado, hemos perdido el agrado de recibir una imagen limpia, libre de contaminación visual y en donde el objetivo más importante del televidente es observar la imágen lo más verídica posible.
En Chile hemos llegado al paroxismo de que transmisiones que usualmente no tienen estos generadores permanentes se utilizan, como son algunas transmisiones deportivas e incluso en los premios Pulsar de la semana pasada se usaron de manera abusiva. Y el tema no es sólo la ya descrita contaminación en la imágen, sino que también en el poco aporte que genera la información que estos caracteres entregan. Es así como en la última Maratón de Santiago se centran en describir el tramo en que se encontraba la competencia, pero ese mismo espacio podría entregar información más esencial como la distancia entre los competidores, como es la tónica en las principales competencias internacionales.
Hace unas semanas atrás pinché las transmisiones de la coronación del Rey Carlos III en la cadena pública española RTVE, la transmisión fue impecable, ya que la intervención de los presentadores era mínima y no llegaba a interferir la solemnidad de este evento (y así apreciar los coros y canciones de la ceremonia), a la vez que la imágen llegaba limpia de caracteres innecesarios. Todo lo contrario a las transmisiones chilenas, donde la lógica del chisme impera por sobre una emisión lo más precisa del evento posible. Agrego esta anécdota porque si es posible poder hacer coberturas sin necesitar de una manera abusiva los generadores de carácter, sin perder los objetivos de entregar información clara y precisa al televidente. Nuevamente, reitero que una televisión un poquito más diferente es posible de hacer y sin perder los objetivos centrales de las grandes coberturas informativas.