Esta semana se supo del fallecimiento de Pat Robertson, uno de los líderes del fundamentalismo religioso en los Estados Unidos y creador del programa “Club 700”.
¿Por qué se llamó así el espacio que en los ochentas se vió por TVN, mientras los evangélicos le daban la sal y el agua al dictador? En 1960 compró la licencia para operar un canal de televisión en Portsmouth, estado de Virginia, que al año siguiente se enfocó en el contenido cristiano. Sin embargo, en 1962 vivió una seria crisis y estuvo a punto de cerrar, por lo que produjo una telemaratón para recaudar fondos y estableció la meta de 700 donantes.
El éxito fue tal que Robertson lo llamó como “El club de los 700”, y ese nombre fue tal que terminó siendo un programa, el mismo que se vió en el canal estatal, a partir de 1966 en diferentes estaciones locales y en la cadena de TV paga Freeform.
La astucia de los fundamentalistas hizo que la misma estación que antes era de su propiedad, antes de pasar a manos como FOX o Disney, dejó atado un contrato para poner el programa. En el canal no hallaron nada mejor que, al más puro estilo de Adult Swim, dejar un disclaimer antes y después del mismo.
Durante los años ochentas gozó de amplia popularidad en sectores conservadores, siendo precandidato republicano a la Casa Blanca en 1988, siendo derrotado por George H. W. Bush, para luego fundar la Coalición Cristiana en los noventas, una organización que asesoraba a ciertos parlamentarios de GOP en temas ultravalóricos.
Sin embargo, la historia de Robertson está ligada no solo a su imperio mediático conservador emplazado en el canal CBN, sino que también en sus innumerables salidas de libreto dentro del programa, que lo alejaban del supuesto espíritu cristiano que poseía.
Por ejemplo, poco después del ataque a las Torres Gemelas en 2001, el telepredicador culpó no precisamente a los terroristas ni a Osama Bin Laden, sino que a “los paganos, los abortistas, las feministas, los gays y las lesbianas”. Un año después dijo que los musulmanes eran peores que los nazis y en 2005 pidió asesinar al expresidente venezolano Hugo Chavez acusándolo de financiar al lider de Al Qaeda.
Así como también dentro de su “Club 700” dijo que el Huracán Katrina (uno de los momentos en donde el romance de los norteamericanos con George W. Bush comenzó a acabarse) era un castigo divino por la existencia del aborto.
En 2010, traspasando todos los límites, dijo que el Terremoto de Haití fue provocado por sus fundadores luego de declarar su independencia de Francia; así como también tras un tiroteo en Wisconsin, a pesar de que el poseedor del arma era un supremacista blanco con vínculos con neonazis, culpó “a los ateos y a las personas que odian a Dios”.
Pero eso no es todo, ya con Donald Trump en el poder luego de otro habitual tiroteo en Las Vegas en 2017, Pat Robertson comentó que los culpables fueron los jugadores de la NFL que se arrodillaron antes del partido y que, según él, le faltaron el respeto al magnate.
Otra polémica que debió enfrentar fue cuando un televidente llamó a su espacio preguntando qué debía hacer con su esposa, ya que sentía que “no lo amaba”. Robertson estimó que su mujer era “una niña rebelde que no se sometería a ninguna autoridad” y recomendó que se mudara a Arabia Saudita para poder “vencerla”.
Esta fue la historia de uno de los tantos teleevangelistas que inundaron la televisión chilena durante los ochentas, en las mañanas antes de ver los dibujos animados en un TVN dictatorial, como fruto de la ligazón del evangelismo con el régimen. Se suma también a Jimmy Swaggart, quien incluso llenó el Estadio Nacional a fines de la era ochentera, para luego ser pillado saliendo con una prostituta de un motel. Un hombre que dijo ser cristiano, pero que a juzgar por tamañas declaraciones, se alejaba del prospecto de los valores que decía defender.