Por estas semanas proliferan los comentarios en torno a las nuevas teleseries de Mega Como la vida misma y Generación ’98 en torno a sus contenidos repetitivos y probados como son familias ABC1 con problemas de convivencia, a la vez de parejas con disfunciones afectivas, entre otras temáticas que al parecer solo viven los sectores más acomodados del país. En fin, una extensión ya muy alargada de la exitosa fórmula que TVN mostró en 2005 con Los Treinta.
Y justamente delimitamos esa telenovela, ese canal y ese año para fijar el momento en que a la televisión se le perdió la imaginación, al menos en su área dramática. Como verán, mucho antes de que Mega iniciara su formato de “teleseries salchichas” en 2014. Ese año marcó la derrota de una concepción de producciones dramáticas en desmedro de otras, más livianas y de menor complejidad.
El primer semestre de 2005 tuvo como gran protagonista la telenovela Brujas de Canal 13, pero no nos detendremos en aquella producción, sino que en la gran derrotada, Los Capo de TVN. Vicente Sabatini rememoró sus raíces italianas y tratando de emular las exitosas producciones históricas de Benedito Ruy Barbosa en Rede Globo sobre las comunidades italianas en Brasil a principios del Siglo XX, pensó que hacer una producción sobre los colonos de Almirante Pastene tendría los exitosos efectos de telenovelas como El rey del ganado y Terra Nostra, craso error, fue la producción de menor sintonía de la televisora pública desde que se mide a través del people meter, pero sobre todo, eliminó la iniciativa de las televisoras, al menos hasta 2010 y solo por ser el año del Bicentenario, de realizar grandes producciones de época en horario vespertino.
Pero esta producción también venía con la secuela de otra “derrota” de Sabatini, Puertas Adentro, derrota entre comillas porque marcó los nada despreciables 30 puntos de sintonía en promedio, pero fue derrotado por el fenómeno Machos de Canal 13. Si pongo énfasis en en la vespertina del primer semestre de 2003 radica en que esta telenovela abordó temas vinculados con la pobreza y la marginalidad del tiempo contemporáneo, no de un tiempo pasado como Pampa Ilusión, sino de lo que en ese entonces era lo actual. Puertas Adentro tuvo la valentía de colocar temáticas muy serias y controversiales ya no bajo el pretexto de pertenecer a grupos minoritarios como gitanos o artistas circenses, sino de una realidad palpable como la pobreza. Aún con los ratings alcanzados, se consideró no volver a tocar los temas planteados por Puertas Adentro con la franqueza que se presentó, no es que se hayan borrado a los pobres en las producciones dramáticas, pero nuevamente pasaron a ser vistos como una caricatura, el “prototipo Peyuco”.
Volviendo a 2005, el otro fenómeno de las producciones dramáticas fue Los Treinta, era un cóctel perfecto de sexo, buena música y temas punzntes, pero suavizado con bonitas casas, bonitos rostros y situaciones hilarantes, bastante alejados a la realidad bien que convengamos. Pero le fue bien, tan bien que fue la punta de lanza para que TVN lance y priorice las telenovelas nocturnas sobre las vespertinas, y sobre todo, establecer un cánon que sería replicado en otras producciones en el tiempo, llegando a las teleseries que hoy emite la señal de Bethia en la tarde noche y después de las noticias.
Pues bien, hemos establecido cuales son los puntos de inflección que cambiaron la forma de percibir las producciones dramáticas en Chile, si bien hubieron algunas excepciones que rompieron la regla, la secuencia de telenovelas chilenas, sobre todo vespertinas y nocturnas, han quedado encasilladas en temáticas y ambientes que son acomodaticias y rentables, pero que han perdido el sentido de tocar temas punzantes con la franqueza que en algún minuto quisieron ser planteadas. Aquí quepan las responsabilidades no solo de guionistas, productores y ejecutivos, sino del público en general que ve a la televisión como un mero elemento de entretención y no como un instrumento que refleje nuestros problemas como sociedad de una manera directa y sin alegorías.