El mejor barómetro de lo que uno siente de la televisión y la descomposición de las areas de prensa es la conversación familiar. En mi último viaje a Concepción, mi familia me comentaba sobre que ellos veían las novelas de Mega, pero no su noticiero. “Es pesado el Neme”, me dijo una tía. Sin embargo, mi mamá apuntó a Rodrigo Sepúlveda: “Antes no era así de sobreactuado, al menos no cuando estaba en ADN”, me comentó.
Sin duda desde que entró Gianfranco Dazzarolla en la dirección de prensa del canal privado hubo un endurecimiento en el tono crítico hacia el Gobierno de Gabriel Boric, el mismo que según un reportaje de Interferencia es resistido por una gran parte de periodistas. Su punto de climax fue en abril pasado, en la cobertura de los asesinatos a Carabineros, en donde tomaron testimonio a una señora que pedía salir de los derechos humanos. No hubo contraste ni contrarrespuesta por parte ni del periodista ni de los conductores en el estudio de redacción.
El ex TVN puede decir que sus noticieros son los más vistos, pero no los más creíbles: A pesar de que son los líderes, hay un valor mucho más importante que diez o quince puntos de rating, y es la confiabilidad. Y ella sigue favoreciendo a Chilevisión en abierto y a CNN Chile en el cable. Mega recién está en el tercer puesto dentro de la industria televisiva.
Si hay una fatiga informativa, como la definió el mismo Digital News Report 2023, el responsable es únicamente el señor Dazzarolla. Hoy la gente está menos dispuesta a ver noticieros, pero el punto de preocupación es cuando la gente se informa con TikTok, considerado por muchos gobiernos como un peligro para la vida política de cada territorio.
No hay duda de que las cosas en el canal del Grupo Bethia van a peor y no dudamos tampoco que la errática gestión del periodista sea el detonante de que la estación cierre el primer semestre con pérdidas. En consecuencia, además, con la lamentable situación que hoy vive el mismo grupo de Carlos Heller y que tiene a su mayor empresa, Falabella, también en una situación complicada.
Historicamente a Mega se le ha vinculado a una fuerte ligazón al mundo más conservador y empresarial. Hablamos de una televisora manejada por Ricardo Claro Valdés, fanático religioso y devoto y financista de Teresa de Los Andes, que tuvo entre sus filas a inicios de los noventas a Hermógenes Pérez de Arce y a cuestionados periodistas como Claudio Sánchez y Julio López Blanco. La que tenía en pantalla a John O’Reilly (cabecilla de los Legionarios de Cristo en Chile y que posteriormente sería vinculado a escándalos de pedofilia, uno de los tantos dentro de la Iglesia Católica) y al Cura Hasbún hablando de castidad, en el mismo canal de “Mekano” y “Morandé con Compañía”.
Un reportaje de La Nación Domingo en 2004 hablaba de la campaña que le hacían a Lavín a un año de la elección presidencial, en la cual incluso apareció en el mismo “estelar del pueblo” y se mostró como un ejemplo de gestión alcaldicia el polémico viaje que hizo el entonces edil de Santiago junto a Marlén Olivarí (rostro del canal para aquella época) a la misión chilena en Haití.
Pero ahora pareciera que en el 9.1 se desmadró todo. Neme está cada día más intratable y Sepúlveda más sobreactuado. Y es que la evaluación que hacemos en este portal es que cada quién tiene derecho a expresar su opinión, pero el problema es que ellos solo dan guiones. Y cuando alguien los cuestiona, optan por el bravuconeo y por creerse los dueños de la verdad absoluta. A juzgar por los reportes financieros ante la CMF, el esquema no está resultando en lo monetario.
Hoy solo ver un minuto de Meganoticias es ganarse una depresión segura, muchos cuestionan la falta de noticias positivas dentro de la pauta de su informativo central. Apuestan al desánimo y a la “fatiga informativa”, a la cual redoblan la apuesta dándole al comentarista deportivo el noticiero diario del mediodía, aun con criticas desfavorables.
Esta semana salieron dos denuncias que acusan falta de rigor y contraste de la información en sus reportajes. Uno de la familia de un asesinado por Carabineros durante el estallido social, al cual la estación relacionó con los llamados “mausoleos narcos”; y otro de parte del psiquiatra Alberto Larraín, aclarando los vínculos de la Fundación Procultura con la Seremi de Antofagasta, de que estos vienen desde 2020, mucho antes de todo el escándalo pobre que involucra a la pareja de Catalina Pérez.
Por esto, con todo el respeto que siempre nos ha caracterizado, hoy debemos decirle al señor Dazzarolla: Basta. Está inoculando el odio no solo hacia las minorías, sino que también a los pobres, a las luchas sociales, a los intentos de hacer de este país uno más decente. Usted solo está introduciendo el desánimo y el prejuicio en las poblaciones, los cuales después lamentan un mal voto a base de las mismas mentiras que promueve en su equipo de prensa.
Basta. Está siendo la marioneta de un juego de poder en el que los únicos que perdemos somos nosotros, los chilenos que anhelamos un futuro mejor porque este es el país que queremos que nuestros hijos progresen. Los que buscamos que las instituciones funcionen y que sean ocupadas por gente honesta, capacitada y que actúe de buena fe, sea cual sea su color político.
Basta. En nombre de quienes creemos en que se puede hacer periodismo de oposición sin perder la compostura ni inculcarle la desmezura a su enorme audiencia. El pecado de Meganoticias no es que sean críticos, sino que nunca se apeguen a la verdad ni que sean hijos del rigor.
Basta. Pero en este momento o son sus ambiciones o es la democracia y la estabilidad política y emocional de un país. Si no lo puede entender, renuncie.