La actriz Meryl Streep decía en una de sus célebres frases que “El gran regalo de los seres humanos es que tenemos el poder de la empatía”. Quienes miramos la televisión pareciera que se nos obliga a ver con desdén a cierta clase de personas, y muchas veces no hacemos distinción entre los nefastos y quienes realmente valen la pena y pueden aportar dentro del medio.
La noche del martes, gran parte de los argentinos se fueron a dormir con preocupación, y no solamente por el valor del dolar, el futuro de Lionel Messi en el Inter FC de Miami o por las internas de algunas coaliciones de cara a las próximas presidenciales, sino por la salud de una figura ligada al entretenimiento. La modelo, presentadora y actriz Silvina Luna estaba internada en estado grave, en la UTI del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Desde el otro lado del Paso Los Libertadores me atrevería a decir que la cobertura en torno a su caso y las implicancias que tuvo no se han visto ni en este ni en aquel país, al menos dentro de los últimos veinte años. Era una situación excepcional, desde luego, que motivó la movilización de toda la gente del espectáculo y de periodistas que estaban a las afueras del recinto hospitalario encabezando las maratónicas transmisiones, mientras las notas de los franjeados e informativos mostraban su vida y obra y cómo fue que cayó en dicha desgracia.
La historia de Silvina, quien acá en Chile se lució en la Teletón 2004 y que luego desfiló por los estelares de Rafael Araneda y Felipe Camiroaga en TVN, es digna de una serie de Netflix: Según contó a una emotiva entrevista en Infobae, vivió siempre en un entorno familiarmente violento, aunque destacó siempre por excelentes notas en la escuela. Viajó desde su natal Rosario a Buenos Aires buscando entrar a la televisión, y lo hizo a través de “Gran Hermano” en Telefe.
De ahí en más fue modelo publicitaria en varios comerciales, actuaciones en telenovelas y en eso vino la venida a la Vedetón y sus participaciones en programas locales. Tenía belleza, talento y simpatía. Pero por sobre todo corazón. Quizás eso hizo que destacara en un ambiente donde lo más habitual era ver escándalos de todo tipo, y ni la filtración de un video prohibido en 2008 le hizo bajar los brazos.
Fue en 2011 cuando decidió someterse a una operación de la mano del cuestionado Doctor Anibal Lotocki, el mismo que acá en nuestro país le complicó la vida a varias faranduleras, que después de vanagloriaron de aquello sin tener conciencia de que su vida corrió peligro mediante una revista, junto con el mal trato que le dieron los paneles faranduleros de finales de los dosmiles. Sin embargo, todo comenzó a complicarse con el tiempo: En 2016, en entrevista en el estelar de Susana Giménez, confesó que sufrió complicaciones en su cuerpo debido a la mala praxis del quien es conocido en su país de orígen como “el carnicero”.
Las complicaciones las siguió sufriendo e hicieron que abandonara la competencia de “El hotel de los famosos” de El Trece, donde no lo pasó muy bien tampoco. A eso se le suman innumerables desilusiones amorosas. De su círculo familiar solo quedó Exequiel, su hermano y confidente, junto con varias amistades dentro del medio argentino.
Su situación se agravó más y más cuando comentó en sus redes sociales que debía someterse a una diálisis tres veces a la semana, y que está a la espera de un transplante de riñón. En eso se internó en el Hospital Italiano y como es de conocimiento, estuvo internada en estado crítico. Las maratónicas transmisiones de los canales de aire y de noticias denotaban un estado de preocupación dentro del ambiente, que se sumaron a los pedidos de dadores de sangre y de cadenas de oración. Lógicamente vinieron en su mayoría mensajes de apoyo y fuerza en redes sociales, denotando lo amada que era por el público argento.
Los anclas de todos los noticieros se cuestionaban por qué el señor Lotocki, del que ya se conocían denuncias de cirugías negligentes, seguía ejerciendo a pesar de una condena en su contra por una muerte durante sus operaciones. Todos explicaban que no se le había caducado su licencia y se trataba de otro error más de la justicia argentina, sin embargo en “Telenoche” (El Trece) no se les ocurrió la genial idea de entrevistarlo justo cuando Luna se debate entre la vida y la muerte, enfrentándolo con varios comentaristas e incluso con su exesposa, la modelo Pamela Sosa, de quien no aguantó sus preguntas y huyó como las ratas del estudio.
Pero por sobre todo floreció buena energía, buenos deseos. Un usuario recordaba que apoyó la promoción de una aplicación para localizar clínicas donde se realizaban diálisis, otros posteaban sus fotos personales con Silvina, recordaban sus momentos televisivos y su amor por Rosario Central. Asi como sus entrevistas que dió antes de su internación como en medios digitales como Infobae.
Y es que por mucho que la farándula argentina tuviese sus dosis de cringe, violencia y peleas televisadas, aún había buena gente. Silvina Luna no tenía nexos oscuros, ni mucho menos besaba las manos de quienes se ufanan abiertamente de defender a narcotraficantes. Tampoco usaba la televisión ni sus redes sociales para ventilar fotos íntimas de enemigas inventadas ayer, ni inventaba rivalidades con políticas del Kirchnerismo, del Macrismo o del Mileismo. Luna era buenrollismo en medio de un mundo de luces y sombras, y por eso era tan amada y muchos hacen votos por su pronta recuperación.