Al momento de publicarse esta columna llevaremos dos semanas desde el estreno del reality show Gran Hermano Chile, programa producido y trasmitido por Chilevisión y realizado en los estudio de su cadena hermana Telefé en Argentina. Este programa venía con el precedente exitoso en aquel país luego de varios años de ausencia de espacios de telerrealidad. Se esperaba una atención similar en Chile, pero algo ha estado fallando.
El reality comenzó con buenos augurios el primer día de transmisión igualando el nivel de sintonía de su principal competidor, Mega, marcó unos respetables 16 puntos, lo que indicaba tener una base importante de rating a la cual se podía acudir. Pero con el paso de los días la sintonia medible a través del people meter demostró una caída importante, llegando a niveles inferiores a los dos dígitos y el espacio sin siquiera figurar dentro de los diez programas más vistos en el día.
Pero esa es solo una forma de interpretar lo sucedido con el programa. Gran Hermano Chile se ha vuelto uno de los temas más comentados en redes sociales, siendo trending topic todos los días de su emisión, llegando incluso el domingo pasado, día de la primera eliminación, a copar los primeros cinco temas más comentados de aquel día en Twitter. Hacía años que un espacio televisivo franjeado haya tenido tanto impacto en redes sociales, ni siquiera las exitosas telenovelas de la señal de Bethia han alcanzado ese nivel de interés a través de las plataformas. Quepa agregar que el programa se puede ver las veinticuatro horas del día a través de la plataforma PlutoTV, la cual ha tenido un alza en sus descargas en las últimas dos semanas. Por último, el reality ha sabido generar importantes nexos con creadores de contenido en redes sociales, por lo cual la disponibilidad del programa no solo se centra en los espacios limitados por Chilevisión en las noches de emisión.
Hablar de si Gran Hermano Chile es un éxito o no solo se puede analizar desde dos perspectivas: la tradicional y la actual. Si nos medimos en los parámetros de visualización a través de pantallas de televisores convencionales es un fracaso absoluto, llegando a compartir espacios con algunos de los formatos con menor sintonía registrados en nuestro país. Pero si el reality se mide a través de su dimensión de poder traspasar una serie de plataformas más allá de la televisión convencional se puede argüir que este espacio es un fenómeno, terminando con años en que la televisión languidecía con su público y atrayendo a generaciones más jóvenes en torno de formatos generados a través de la televisión tradicional.
Sin dudas que en el plano económico, el éxito se medirá a través de las planillas que se observan a través del People Meter, y si obedecemos a aque parámetro es urgente medidas que estimulen una mayor sintonía, y eso significa atraer al público más fiel a la televisión tradicional a ver el reality, desafío difícil en un país en donde por años no se llevaba a cabo este formato y donde estos tenían una excesiva participación de famosos lo que eclipsaba el surgimiento de fenómenos televisivos, materia fundamental de este tipo de espacios. Pero en el fondo vemos como un programa está por fin usando elementos que van más allá de la pantalla chica para ganar atención, como es su incorporación a plataformas como Twich, el ya mencionado PlutoTV y una serie de podcasters que comentan el espacio.
Tal vez Gran Hermano Chile no genere el mismo impacto que su par argentino, pero al menos está estableciendo elementos reales de lo que debe ser la televisión debe asumir en los próximos años: trascender más allá de la plataforma convencional e ir hacia los nuevos públicos en los espacios donde éstos confluyen.
(Y otro tema: es necesario analizar con profundidad el exitoso modelo Mega, que a pesar de las justificadas críticas, al día de hoy es incombustible)