Este domingo en “De tú a tú”, Martín visitó a la animadora Carolina de Moras para tener una conversación en su casa. Primero, al animador lo recibió el perro salchicha de la animadora, “Goliat”, que tiene los ojos de distinto color, y luego, recorriendo la casa, hablaron de la vida actual de la ex animadora del Festival de Viña.
Al respecto, Carola le contó a Martín que vive ahí con su esposo, el ex ministro de Justicia y Educación Felipe Bulnes, desde antes de casarse. “Hicimos concubinato, porque pequé. Tengo una relación desde hace muchos años con mi marido, y él estaba más bien quedándose en mi casa. De repente decidimos dar el paso y vivir juntos, justo nos pilló la pandemia, y estábamos desarmando una casa, desarmando la otra”, contó.
Junto a ellos vive la hija de Carolina, Mila, de 14 años, y fin de semana por medio se queda con ellos Mariano, hijo mayor de Bulnes, de 20 años. “Se llevan increíble. Son dos hijos únicos, uno pensaría que no se van a pescar mucho, pero se adoran, son como dos hermanos”, dijo la animadora.
Acerca de su día a día como mujer casada, señaló que Bulnes es muy trabajólico y recién llega a las 9 pm todos los días. “Nuestra vida es nocturna, y yo feliz, hago mi vida todo el día y tipo 9 vengo a aparecer”, afirmó.
Nacida en Osorno de dos ingenieros químicos que viajaron al sur a probar suerte en lecherías, Carola se crió en un ambiente de mucho campo. “Una vida súper natural, súper wild, al aire libre, aperrada con las condiciones climáticas, mucho pasto, muchos árboles”, recordó, agregando que, siendo la única mujer de tres hermanos, tuvo que aprender a integrarse en actividades “varoniles” desde siempre. “Tenía que estar en todas: buena para jugar fútbol, buena para la pelota, ser aceptada, no llorona, no la cabra chica que molestara”, dijo.
Fue en sus primeros años en Osorno cuando se le manifestó una enfermedad que la tuvo al borde de la muerte, a los 8 años. Según recordó Carola, siempre fue una niña enfermiza y pálida, y un día se levanta, va al baño y se mira al espejo. “Me vi y estaba entera con sangre. Me corría por todas partes. Trataba de respirar, inhalaba aire y cuando lo botaba, botaba sangre”, rememoró. De inmediato la mandaron a la clínica, y el diagnóstico fue un tumor en el pulmón, pero no lograban encontrarlo con las radiografías. “A esas alturas necesitaba respirador porque tenía los pulmones colapsados, estuve en coma (…) Me despedí de mis papás y de mis hermanos. Yo pensaba que me iba a morir”, sostuvo.
Luego de meses internada, un doctor de visita tuvo la idea de abrirle las costillas para limpiar sus pulmones, y al hacerlo encontraron que tenía un palito de uva de un centímetro que se le había enquistado en el pulmón. “Me debo haber comido una uva con el palito alguna vez cuando chica, me atoré, ingresó a los bronquios, ingresó al pulmón, y, como el cuerpo humano es muy inteligente, se empezó a enquistar y terminó como un melón de piel protegiéndome de ese cuerpo extraño. Al final me sacaron el pulmón y me cerraron”, contó.
Desde entonces, tuvo que aprender a vivir con un solo pulmón, aunque lo compensó rápidamente practicando deportes. “Mis papás me obligaron a hacer deportes, no me encerraron en una bola de cristal. Fueron muy inteligentes al respecto”, opinó la animadora.
Tras mudarse a Santiago su vida cambió, y en su nuevo colegio fue víctima de bullying. “En la gira de estudios tomaban mi ropa interior de mi bolso y la colgaban de las ventanas. También tomaron mi cámara de fotos antigua de mi abuelo, que era con rollo, y me velaron todas las fotos. Fue tan doloroso que llamé a mis papás y les dije que no aguantaba más, y me devolví de mi gira de estudios”, confesó Carolina.
Al darse cuenta de su altura y belleza, no tardó en interesarse en el modelaje. Según recordó, ella misma se ofreció a una agencia de modelos. “Pensé en ganarme unas lucas. Me arreglé, me puse una blusa de mi mamá. Hoy me veo y pienso ‘¡¿Cómo me contrataron?’, pero al parecer me vieron potencial. Esto fue en febrero y ya en abril era portada de 4 revistas”, recordó.
Desde entonces su futuro quedó claro: quería salir de Chile y modelar por el mundo. “Tuve que emborrachar a mi papá y hacerlo firmar un permiso notarial para que me dejara salir del país a los 17 años”, recordó. Su primer destino fue Miami, donde arrendaba un departamento junto a otras cuatro modelos, incluida Ángela Prieto. Luego se fue a vivir a Europa.
“Cuando llegué a vivir a Italia, por la ansiedad, me puse a comer galletas y pizzas hasta reventar. Subí 10 kilos, y me había ido a trabajar de modelo con la agencia Elite. A la hora de tomarme fotos me decían que entrara la guata. Tuve que empezar a hacer deporte”, rememoró. Sin embargo, comenta que los trastornos alimenticios entre sus compañeras eran frecuentes. “En la casa donde yo vivía con otras modelos, las niñitas vomitaban como locas, me acuerdo que comíamos y varias partían al baño. Yo, ingenua, pensaba que les había caído mal la comida”, recordó.
Finalmente regresó a Chile por amor, ya que estaba saliendo con Claudio Khamis, quien se convertiría en el padre de su hija. “Él quería una relación más aquí que a distancia. Además nunca quise ser una súper modelo top, quería recorrer el mundo y viajar, pero la vida nómade me tenía cansada. Estaba súper sola”, explicó Carolina sobre su decisión: “Yo estaba súper enamorada, lo miraba y lo amaba con todo mi ser. Me sentía pololeando con un súper hombre”.
Sin embargo, los 15 años de diferencia entre ambos empezaron a hacer estragos. “Empecé a ceder mis espacios porque estaba con este hombre que manejaba mejor la vida que yo. Me dejé llevar y me dejé estar un poco. Teníamos muchas diferencias de personalidad y de carácter”, contó.
Todo empeoró cuando empezaron a planificar casarse. “Uno trata de engañarse, de imaginarse de blanco, y la fiesta, me probaba vestidos, me gustaban todos, pero me miraba y me decía ‘No soy novia’. Y esta relación, llevándonos así toda la vida, el matrimonio no iba a mejorar las diferencias de personalidad y de caracteres que teníamos”.
Fue así como, ad portas de dar el mayor paso de su vida, decidió dar un paso atrás, sin imaginarse lo que sucedería: “Me iba a casar, decidí no casarme, y me di cuenta a la semana de que estaba embarazada”.
Según narra Carolina, “quedó la escoba. Fue súper duro, yo me sentía súper fracasada, dolida, sola, súper botada, avergonzada ante mi familia, sentía que les fallé. Pasé todo mi embarazo sola en un departamento y volví a bancarme el dolor, el miedo y la frustración sola. Me martiricé harto, me di duro, tuve síntomas de pérdida por el inconsciente, pasé casi todo mi embarazo en cama”.
Cuando finalmente nació su hija Mila, ambos decidieron darse una nueva oportunidad, para arreglar la relación y ser padres juntos. Pero no resultó. “Dijimos ‘Ya, hagámoslo juntos’. Y duramos seis meses. Nos dimos cuenta de que no iba a ninguna parte. Pesqué mi guagua y nunca más volví ni siquiera por un calzón”, contó.
Este terremoto en su vida coincidió con el terremoto de febrero de 2010. Intentando rehacer su vida, se propuso reinventarse para mantener a su hija. Y al poco tiempo, la invitaron a salir en un enlace en vivo en un matinal. Una semana después, la llamaron de ese mismo matinal para estar de manera estable en el programa. Era el “Buenos días a todos”. “Yo miraba para arriba y decía ‘Me cayó del cielo porque necesito pega’”, recordó la animadora.
Su carrera televisiva fue tan meteórica que, tan sólo dos meses después de partir en el matinal, se le ofreció ser el reemplazo de Katherine Salosny, animadora del matinal, en sus vacaciones. Para ello, se le pidió que le propusiera la idea a Felipe Camiroaga. “Yo pensaba que Felipe me iba a mandar a la punta del cerro, esta flaca amateur con olor a leche, pero dijo ‘Me encantaría, yo te ayudo en lo que quieras’”, rememoró Carola.
Unos meses después, Carola se convirtió en la reemplazante oficial de Salosny, cuando ésta fue despedida del programa. “Ahí vino el tobogán para abajo. Porque la salida de la Kathy fue súper dura y dolorosa para ella. Para mí era una oportunidad, no iba a decir que no, pero se empezó a hacer esa comparación súper odiosa y fome que era que sacaban a la Kathy por vieja y me dejaban a mí por joven, que era una ridiculez y algo súper machista. Quedamos súper expuestos en el matinal, había una herida abierta, la Kathy salía molesta, yo venía entrando y fue súper difícil”, recordó Carola sobre esa etapa.
Su exitoso paso por el matinal de TVN tuvo su prueba más dura el 2 de septiembre de 2011, cuando 21 personas, 5 de ellas del equipo del “Buenos días a todos”, incluyendo al mismo Camiroaga, fallecieron en el accidente del Casa 212 en Juan Fernández. “Fue una pesadilla, fue del terror, hasta el día de hoy no puedo creer que lo vivimos como equipo, como seres humanos, como comunicadores”, recordó De Moras sobre ese momento.
Según indica, la experiencia fue algo que la desencantó de su trabajo televisivo, hasta el punto que terminó dejando el matinal unos meses después. “Me costó mucho hacer mi pega de comunicadora, y fue ahí que decidí que quería algo más en serio, si se tomaron muchas decisiones por el show y uno ahí era un peón de la estructura (…) Todo esto me distancia un poco de la TV, me genera un poco de rechazo el pensar que todo es más plástico que real. Sin pasar a llevar a nadie, me pasó que después empiezas a ver cómo se arma todo, las estrategias, entra éste y sale ésta, y no me dio para pelear mi espacio. Simplemente dije ‘De nuevo con mi convicción, no me siento cómoda con esto’, y renuncio”, contó.
Ese período coincidió además con un duro momento personal, por el fallecimiento de su padre, ocurrida en febrero de 2011. Al respecto, la animadora recordó que todo fue muy fulminante. “En Navidad le digo ‘Papá, estás amarillo, anda al doctor’. 3 o 4 de enero, diagnóstico de cáncer al hígado, y el 1 de febrero ya estaba muerto. Así de rápido fue”, recordó.
Según contó, su padre sufría de tanto dolor que no se atrevieron a decirle su verdadero diagnóstico. “Nunca le quisimos decir que tenía un cáncer al hígado fulminante terminal, preferimos que pensara que tenía un cáncer al hígado extraíble y transplantable. Hasta el día de hoy me duele porque quizás le hubiésemos dado la oportunidad de despedirse, y hubiese escuchado muchas más cosas de él que no escuché”, sostuvo Carolina.
En torno a la vida sentimental de la animadora, Martín le preguntó cómo conoció a Felipe Bulnes, su actual esposo. Según recordó Carolina, todo partió en una fiesta, cuando ella estaba saliendo de una relación anterior. “De repente lo veo, algo en su silueta me gustó, y digo ‘Él va a ser mi próximo marido’”, aseguró.
Y así terminó siendo, aunque tardaron un poco en formalizarlo. “Estuvimos 7 años juntos antes de casarnos. Yo soy mucho más light que él para mis cosas, me costó pisar el palito”, reconoció, pero dijo que casarse con él fue una gran decisión. “Tenemos una gran relación, la hemos ido construyendo y bajando las diferencias en cómo vemos la vida, y empezamos a armarnos. Estoy plena y feliz en mi casa y en este entorno. Tenemos un humor muy parecido, Felipe es muy relajado y muy inteligente también, lo admiro. Soy súper feliz con él”, asegura.
Cerca del final del programa, y tras recibir un cariñoso saludo de Maitén Montenegro, Carola recordó que la ex “Jappening con Ja” fue la persona que más la ayudó a prepararse para su mayor desafío: animar el Festival de Viña desde 2014 hasta 2018. Esto porque la animación del certamen la pilló totalmente falta de capacitación.
“Al principio cuando Pablo Morales y Alex Hernández me pasaron por primera vez el micrófono y me dijeron que tenía que hacer frente a ellos como que animaba el festival, no me salían las palabras. Me chupé entera, sólo podía ver sus caras como diciendo ‘chuuu, la cag…, ella no sirve’”, confesó.