Ya no nos queda dudas que Gran Hermano Chile es un éxito. El problema es que ese éxito es diferente al que teníamos en mente del que iba a lograr, sino que nos referimos a que el poder de la sintonia ya no lo mueve la masividad, sino el tipo de público que consume un determinado contenido.
Históricamente para la televisión el éxito se medía en la cantidad de hogares que sintonizan un determinado espacio. Esto hacía que los canales y las agencias de publicidad se basarán fundamentalmente en las encuestas que se hacían de manera presencial y luego a través de las mediciones del People Meter. Lo más importante era lograr una alta masividad en sus productos, tratando de llegar al máximo de hogares posibles, independiente la edad y el sector socio económico de los televidentes. Por eso era elemental tener productos transversales, que fuesen capaces de llegar a una gran cantidad de población. Así se hizo la industria salvo con contadas excepciones en que pesaba el factor nicho para generar rentabilidad.
Hoy, la segmentalización y la mayor cantidad de pantallas disponibles por personas han terminado con el antiguo ideal de la “masividad más masiva”, el concepto de nicho se ha ido imponiendo, sobre todo en contexto en que las diferencias generacionales se hacen más profundas y existen menos oportunidades de encontrar elementos que conecten a un público transversal. Así se puede entender que exista un mayor interés en redes sociales y la crítica especializada en comentar series del cable o de plataformas digitales antes que los contenidos tradicionales, a pesar que estos últimos alcancen audiencias nada despreciables como son el caso de las telenovelas de Mega en Chile. ¿Ha visto que Como la vida misma es trending topic en Twitter alguna vez?
Pero también estos nichos en cierto modo son aparentes, o mejor dicho, estos nichos ya no se mueven en un contexto local. La simultaneidad en que los contenidos de plataformas digitales se transmitan en gran parte del mundo hacen que estos sean materia de conversación en todas partes, más allá que no alcancen los niveles de sintonía de otros espacios. Lo mismo podríamos decir de los espacios de transiciones vía stream que han ganado un especial interés, es así como pudimos ver hace una semanas la Velada del año organizada por Ibai Llanos llenar el Estadio Metropolitano de Madrid. La globalización ha podido traspasar efectivamente los contenidos desde lo local hasta lo regional y global.
Sin dudas que los nichos tienen una carga discriminatoria visible en que se prefieren a las generaciones más jóvenes y con alta capacidad de poder adquisitivo, el enfoque parece nuevamente privilegiar a aquellos que apuestan a las nuevas audiencias en desmedro a aquellas que les han sido más fieles a los medios tradicionales. Sería interesante como buscar alguna forma de superar este percance, pero hasta el momento, lo mejor que se puede realizar por parte de los medios tradicionales es efectivamente buscar a las nuevas generaciones, lo de Chilevisión fue un paso arriesgado pero que finalmente dio frutos.